Sin ayuda para las "víctimas" de la lengua de tierra de Pozo Alcón
Nadie nos dice nada, no se pronuncian”, lamenta Francisco Andrés Iruela, uno de los vecinos de Pozo Alcón que perdió su finca por un corrimiento de tierra el pasado 6 de marzo.
Este movimiento llegó después de un fin de semana en el que descargaron unos 200 litros por metro cuadrado en 48 horas, una situación “crítica”, que la propia Confederación Guadalquivir destaca en su repaso del año hidrológico. Este hecho, admite la administradora de la Cuenca, generó importantes crecidas en cauces no regulados de la zona de cabecera de la cuenca del Guadalquivir. Precisamente, este episodio ocurrió en al ribera del Guadalentín, a unos cinco kilómetros del casco urbano poceño. El suelo se movió y se llevó por delante unos tres mil olivos, árboles frutales y una nave de aperos.
Cerca ya de que acabe el año, nadie aporta respuestas a los dueños de las explotaciones que la lengua de tierra se llevó por delante. Son media docena de personas, Francisco Andrés Iruela y familiares de este, además de linderos que, reconocen, están en una situación económica complicada. A pesar de que técnicos de la Subdelegación y de otras instituciones visitaron la zona. Finalmente, las administraciones no aportaron soluciones a los daminificados y estos decidieron elaborar su propio informe sobre lo ocurrido, en el que, actualmente, trabaja un grupo de expertos a los que recurrieron.
El alcalde de Pozo Alcón, José Amador Fernández, del PP, asegura que, consciente de las dificultades de sus convenciones, acudió a la Diputación, la Junta y el Gobierno central. De ninguno de los despachos que visitó obtuvo nada, deja claro. “Algo tenemos que estar haciendo mal los políticos si somos capaces de dejar a media docena de familias en la ruina”, reflexiona. El Ayuntamiento que preside, como deja claro, no tiene recursos para hacer frente a esta catástrofe. Por ello, admite, que el equipo de Gobierno que dirige tan solo puede ofrecer respuestas puntuales a las demandas de los afectados, con contrataciones eventuales de algunos de los miembros de estas familias. Con la posibilidad de que se libren compensaciones públicas por los daños ocasionados por este movimiento de tierras, los propietarios de terrenos solo pueden confiar en el nuevo informe que elaboran, deja claro Francisco Andrés Iruela.
El corrimiento del terreno no se detuvo después del pasado 6 de marzo, sino que, durante varias jornadas, la fisonomía del terreno volvió a modificarse, con nuevos desprendimientos. Los expertos adviertieron del riesgo de que ello ocurriera. Actualmente, no existe ese problema, aunque las familias se ven obligados a dar un rodeo de cincuenta kilómetros para acceder a sus parcelas, sepultadas en parte, al estar cerrado uno de los caminos.
La magnitud de las pérdidas en Pozo Alcón ronda los 450.000 euros, al perderse unos tres mil olivos. Cada uno de estos árboles tiene un precio aproximado de unos 150 euros.