Trump inicia su tercer año sin el respaldo del Congreso

Los incentivos fiscales pierden efecto en plena desaceleración económica

21 ene 2019 / 08:48 H.

El segundo año de Donald Trump como presidente de Estados Unidos fue el año de la polarización: el resultado de un canje por el que el magnate estadounidense exacerbó su programa nacionalista para conservar el apoyo de su base de irreductibles a sabiendas de que iba a reactivar a una oposición dormida que, al final de 2018, le costó la pérdida de la mayoría en la Cámara de Representantes estadounidense.

La actual parálisis en la que está instalado el Gobierno federal, que lleva casi un mes sin pagar a gran parte de sus funcionarios y corre el afectar al PIB trimestral es precisamente fruto de una lucha simbólica: la finalización del muro de separación con México que Trump defendió como una medida indispensable para garantizar la seguridad nacional, a pesar de las innumerables quejas de ONG sobre el maltrato a los inmigrantes, que culminaron en la muerte de al menos dos niños bajo custodia de las autoridades.

No hay informe dentro del Gobierno que verifique los problemas por los que el presidente insiste en completar el proyecto —la droga que entra desde México lo hace a través de los puertos, no por vía terrestre, según la agencia nacional antidroga, la DEA—, que en realidad es fruto de un programa nacionalista y aislacionista, como lo fue la guerra comercial que emprendió con China, su desvinculación del acuerdo sobre armas nucleares con Rusia, su salida del acuerdo nuclear con Irán, la retirada de las tropas de Siria o el incremento de los roces con la OTAN. “Estados Unidos no puede ser la Policía del mundo”, declaró Trump. A día de hoy y según la media de sondeos confeccionada por el portal FiveThirtyEight, Trump sigue cómodamente instalado en un 39,9 por ciento de aprobación— menos de dos puntos por debajo que su máximo histórico, en los primeros días de su mandato— y puede permitirse el lujo de decir que cerró este segundo año con un triunfo judicial de alcance extraordinario: la nominación de dos jueces conservadores al Supremo que inclinarán a la derecha las decisiones judiciales durante las próximas décadas.

Trump escapa indemne de escándalos como el de los pagos secretos a la actriz y productora de cine pornográfico Stephanie Clifford, sin que su reputación se vea afectada ante los conervadores.