Solidaridad invisible pero muy real

José María Mercado Barranco, alcalde de Jamilena

26 abr 2020 / 12:42 H.

Nadie está preparado para enfrentarse a una situación como esta. Todo es nuevo, muy rápido, vertiginoso, incluida esta sensación de irrealidad que nos envuelve, ¿cómo puede pasar esto en nuestro tiempo? Confinamiento, escasez, estado de alarma, ¿cómo es posible en nuestro mundo, en la sociedad del conocimiento, del desarrollo y las nuevas tecnologías?

Los que tenemos una responsabilidad pública relevante como es una Alcaldía nos enfrentamos cada mañana a este adversario nuevo, desconocido, desafiante, invisible, pero con un poder enorme para transformar la realidad cotidiana a la que estábamos acostumbrados. Invisible, sí, pero con efectos muy reales sobre nuestras vidas, sobre nuestra salud, manifestada en esa estadística fría, científica, matemática, que nos muestran a diario los medios de comunicación pero que aglutina el drama de miles de familias que han perdido a sus seres queridos, probablemente mayores ya, pero igualmente valiosos.

No me cabe la menor duda de que el saber científico no va a tardar en resolver esta enfermedad bien mediante una vacuna bien mediante un tratamiento que sea eficaz. Pero no es menos cierto como también de forma invisible, implacable, veloz, la desinformación se propaga en una magnitud increíble gracias a las redes sociales. Mezclada la opinión, los datos, la ignorancia, los bulos, los intereses de determinados grupos de presión para difundir sus intereses, forman un caldo de cultivo ideal para la confusión que no ayudan en nada en estos momentos difíciles. Es una característica de nuestra sociedad, la desinformación, con la que también tenemos que convivir, como con este virus.

Un virus que ha puesto de manifiesto lo esencial que son determinados sectores de nuestros pueblos y ciudades como son la agricultura y el comercio local, maltratado por la globalización y las cadenas de producción globales de los grandes supermercados. Con virus o sin él, nuestros agricultores y comerciantes tienen que levantarse bien temprano para ir a los olivos, para seguir cortando ajos o para abrir sus tiendas y suministrarnos la cesta de la compra ahora que no podemos acudir a los grandes centros comerciales. Un aplauso para ellos también es bien merecido.

Un virus que pone de manifiesto la necesidad imperiosa de defender y cuidar de lo público, de nuestros hospitales, de nuestro sistema de salud, de nuestras instituciones y nuestros profesionales. Este virus no entiende ni de ideologías ni de clases sociales, nos ataca a todos y todos tenemos que luchar contra él. La mejor forma es con un sistema público de salud fuerte, con buenos profesionales y los recursos necesarios para prestar el servicio a una sociedad moderna como la nuestra, bien gestionada, universal. Y también defendiendo y cuidando nuestras instituciones públicas, especialmente nuestros ayuntamientos, siempre en primera línea, codo a codo con nuestros vecinos y vecinas para resolver sus problemas y necesidades más acuciantes. Ahora es cuando somos más necesarios. Tenemos que ser protagonistas de las políticas de reconstrucción que se planteen cuando todo esto pase.

Un virus que activa nuestro miedo, nuestras dudas, sí, pero también lo mejor que tenemos cada uno de nosotros en nuestro interior y que brota cuando estamos unidos, como cuando puntualmente, a las 20:00 horas salimos a nuestros balcones en este nuevo ritual de aplaudir a esos benditos sanitarios que están en primera línea de combate en los hospitales, a fuerzas de seguridad, la Policía Nacional, la Guardia Civil y la Policía Local, cumpliendo con su deber en una situación nueva y compleja también para ellos, o con tantas iniciativas solidarias que nos hacen sentir profundamente orgullosos, como la del Grupo de Costura de Jamilena que sigue haciendo mascarillas para que no le falte a nadie ninguna. Solidaridad y compromiso invisible pero muy real.

Con este espíritu que nos caracteriza a cada municipio en este mar de olivos que es Jaén, no puede ningún virus. Ninguno de nosotros tiene la culpa de esta pandemia. Por este motivo nadie se puede quedar atrás. No sería justo. Este es el animo que me invade como alcalde cada día y por el que seguiré luchando.