Una vida dedicada al cine

Cerca de 40 años de vida tiene el videoclub García, el último establecimiento superviviente de la capital. Juan Antonio García, su gerente, ha sido testigo de la evolución de la propia sociedad

08 mar 2020 / 10:11 H.

H ubo un tiempo, en el año 180, en el que Máximo Décimo Meridio se ganó la enemistad de Cómodo, el sucesor de Marco Aurelio, y vio como su familia era asesinada por el nuevo emperador romano. Máximo se convirtió en gladiador y juró venganza por la sangre derramada. Sí, esto pertenece a Gladiator, película dirigida por Ridley Scott y protagonizada por Russell Crowe. El protagonista de nuestra historia lleva más de cinco años luchando para honrar la memoria de sus compañeros de profesión caídos en combate. Juan Antonio García ha pasado los últimos 39 años viviendo día a día, codo con codo con algunas de las caras más conocidas. Brad Pitt, Patrick Swayze, Julia Roberts, Scarlett Johansson, Hugh Grant. Estos son algunos de los actores y actrices que han acompañado a Juan en estos casi 40 años. ¿Director de cine, cámara, representante de famosos? No.

La respuesta está en un pequeño local de la capital del Santo Reino. Son cientos las películas que rellenan las estanterías del Videoclub García. La historia de este singular negocio comenzó a rodarse en noviembre de 1981 en una pequeña relojería en la que el tiempo se paró durante un momento en favor del cine. Aún estando las pesetas vivitas y coleando, esta familia de amantes del séptimo arte decidió emprender un nuevo viaje. “Todo empezó con solo 40 películas en una simple estantería de la relojería”.

—¿Cuál fue la primera película que compraste?

—Phantasma. Te la vendían diciendo: “ Si esta película no le aterroriza, es que usted está muerto”.

—¿Daba mucho miedo?

—Ninguno.

Entre manecillas y segunderos, entre relojes y correas, entre horas y segundos. La historia del último videoclub vivo en Jaén había comenzado. El negocio fue creciendo y poco a poco el cine se comió a la relojería. Como si estuvieran en In Time, la cuenta atrás en su antebrazo había comenzado. Cuando el “reloj de vida” llegó a 00:00, Juan supo que era el momento de iniciar esta andadura en solitario como único regente del que ha sido su reino: su videoclub. Juan ha sido testigo de la más cruda evolución del cine. En sus manos han pasado desde las pesadas cintas VHS hasta la fina caja del actual BluRay pasando por el boom del 3D.

En sus manos ha tenido grandes taquillazos como Titanic o Pretty Woman, aunque también ha tenido tiempo para otro tipo de cine, como Supersalidos por ejemplo. No importa el género o la valoración en IMDb, en su pequeño reino hay cabida para todos.

—A la gente le dio muy, pero que muy, fuerte por Titanic. Llegué a vender en un día 500 películas a 3.495 pesetas.

—¿Te quedaste sin existencias de Titanic?

—Me tuve que pelear con los del Carrefour para que me vendieran todas las que tenían ellos.

Se podría decir que a la gente le gustaba ver cómo Jack pintaba a Rose como una de sus chicas francesas o cómo al pobre lo dejaron sin subir a la tabla —qué lástima, entraba perfectamente—. El caso es que películas como esta u otras muchas, como Ghost, La Sirenita, El Rey León o Cuatro Bodas y Un Funeral, marcaron la década en la que comenzó este humilde negocio.

Durante estos 39 años abierto, el Videoclub García ha visto desfilar por sus pasillos a miles de personas, a más de una generación, a personas amantes del cine de terror, a gente en busca de la última comedia romántica, a gente. Gente que viene y bah. Puedes pensar que en como todo negocio, pero Juan cuenta con un as bajo la manga a la hora de sorprender.

—He presentado a gente que después se ha casado, otros que se han separado. Incluso he sido padrino de algún que otro bautizo. Esto es muy heavy. “What a feeling”. Son muchas las anécdotas que Juan tiene y recuerda con cariño mientras atiende a un joven que busca la última película de Clint Eastwood. Cuando tienes la posibilidad de hablar con tus clientes la confianza sale a flote y es inevitable cogerle cariño a ese señor que sabes que viene todas las semanas en busca de una película para ver el fin de semana con toda la familia. Aunque, bueno, a veces la gente se hace el lío con los títulos.

— Juan, ¿tienes la película de La Familia Facundi?

—¿La familia Facundi?

—Que sí hombre, La Familia Facundi. Si tienes el poster ahí.

— ¿No será The Faculty?

A lo largo de los años Juan ha creado grandes amistades con sus clientes. Ya no son solo personas que van a su videoclub en busca del último estreno, ahora son “amiguetes” a los que recomienda las películas que más se aproximan a sus gustos, “amiguetes” que ya no solo ven el videoclub como un lugar de paso. Sus clientes pueden llegar a pasar 15 o 30 minutos hablando sobre sus gustos, sobre las últimas figuras que Juan ha incorporado a su colección, sobre la vida. Mari tiene 57 años y es una gran amante del cine de terror (aunque dice que todo le da miedo), ella fue una de las pocas que en su día alquiló Phantasma. Hoy viene en busca de alguna buena de miedo para ver con su hija.

—Juan, recomiéndame una película que sea de susto, pero que no tenga miedo.

En cambio, hay personas que abusan de la confianza que Juan les ha otorgado. Entre risas, pasados los años y mientras coloca las películas que la gente ha depositado antes de abrir en el buzón, cuenta como solo ha tenido que echar de su local a una persona en los 39 años. Una señora de unos 40 años, con un gran abrigo de piel, altos tacones que resonaban en el suelo de mármol. Una mirada fría y en sus manos, decoradas con unas uñas postizas de color rojo, una película.

—Ya me puedes dar mis 2 euros. Esta película es un asco. No la he podido grabar, tiene un Anti-Copy muy fuerte...

La gente no tiene límites. Igual que tampoco tienen límites los que se acercan a este pintoresco videoclub para echar una fotografía a esa película recién estrenada y de la que nunca se acuerdan a la hora de descargarla. Sin límites viven los que se echan un selfie con el que es el último videoclub de Jaén o el primero que ven en sus ignorantes vidas. ¿Qué es esto, una atracción de circo? Dejemos esa historia para el cine que ya lo hizo muy bien Tim Burton con Dumbo o Michael Gracey con El Gran Showman. Aun así, Juan puede presumir con la barbilla bien alta de no tener ni una sola hoja de reclamaciones... algo estará haciendo bien.

Cada mes Juan dedica una semana completa para seleccionar los títulos que trae a su pequeño videoclub, aunque la cosa dista mucho de cómo era un principio. Antes eran los representantes de las diferentes casas (FOX, Warner Bros, Universal) los que le visitaban e intentaban vender sus estrenos, le daban merchandising, le ofrecían packs... Ahora es él el que tiene que buscarse la vida en busca del último proveedor al por mayor que queda en España, a 438.05 km, 5 horas en coche, en Valladolid. Observando las estanterías se ve perfectamente cómo también el ritmo de taquillazos ha sufrido con el paso del tiempo. La industria del cine ha pasado de producir un total de 7 u 8 grandes estrenos al mes por casa a un gran estreno al mes por casa. ¿Qué le pasa al cine? ¿Qué le pasa a los consumidores de cine? La gente no sabe qué le gusta más, que género es su favorito, lo queremos llevar todo y a la vez nada.

Pues eso, no nos centramos en nada. Nos gustan las series, pero también defendemos el cine. Tenemos Netflix, HBO, Movistar+... ¿y el cine? ¿quién va al cine? Con establecimientos como lo son los videoclubs tenemos la posibilidad de transportar el cine a nuestro salón, ya ni siquiera tenemos que quitarnos el pijama calentito para ir a la sala, podemos ver esa película que tantas ganas teníamos en casa.

—Yo mismo tengo Netflix... es como un virus que al final nos alcanza a todos.

El tiempo ha pasado. Hubo un momento en la historia de nuestro país, las décadas de los 80 y los 90, en el que los videoclubs eran lugares de culto, nadie se imaginaba una ciudad sin sus videoclubs, sin sus películas semanales. Hoy en día, y con la llegada del Video On Demand, esto ha cambiado. Según la Asociación Nacional de Empresarios del Sector Videográfico apenas quedan unos 300 abiertos en España que a comparación con los 7.000 abiertos en 2005 nos deja un mal sabor de boca. Juan es el último de su gremio que sobrevive al siglo XXI con su videoclub abierto en Jaén. Ha visto como sus amigos han tenido que cerrar o traspasar el local para otro uso. Como si fueran Allison Reynolds, Andrew Clark, John Bender, Brian Johnson y Claire Standish de El Club de los Cinco, cinco son los amigos que Juan conserva del mundo del cine. Antonio, Carmen, Lola, David y Mariano. Cinco videoclubs que ya cerraron. Juan guarda con cariño aquella primera factura oficial como videoclub del día 25 de marzo de 1985, día en el que conoció a los que serian sus mentores, su particular Club de los Cinco. Un joven chico de 23 años, con el pelo oscuro y de piel blanquita se acerca con miedo y titubeo a un gran edificio en tonos grises con grandes ventanales que dan a la calle y a través de los que se ve el interior. La gente entra y sale con grandes bolsas en sus manos.

Los diálogos se entremezclan con el frío típico de Jaén en marzo. Dentro, las películas se amontonan en las altas estanterías. Juan sabe lo que busca y lo que su pequeño público le ha pedido. Espartaco, La Frontera, Sansón y Dalila. 33.000 pesetas. 198,33 euros. “Hubo una época en que los piratas eran libres de hacer su propia voluntad, pero esa era está por terminar”. Ya lo dijo Jack Sparrow, los piratas navegan libres en el mar. Ni Netflix, HBO, Movistar. La peor pesadilla de Juan y del resto de videoclubs es la piratería. Las estanterías de los grandes almacenes cada vez estaban más llenas, la piratería estaba acabando con todo negocio relacionado con el cine. Enemigo a las puertas. “El bajón viene desde 2008 y ha sido sobre todo por permitir libremente la piratería”, afirma Juan. Se podría decir que el boom de las VOD ha sido beneficioso en cuanto a que la piratería ha bajado y cada vez más gente obtiene alguna de estas plataformas. Pero, la pregunta es ¿se sigue consumiendo cine? La cultura visual ha ido cambiando y eso este pequeño videoclub de barrio la sabe muybien. Sus paredes de gotelé color salmón son un claro ejemplo de esa evolución. En ellas se observa desde la década de la comedia romántica de los 90 con Julia Roberts junto a

Dermot Mulroney en La boda de mi mejor amigo; al grupo de superhéroes más famoso de los últimos años (Los Vengadores), pasando por las comedias de los 2000 con los chicos de American Pie. Juan cambia casi a diario los carteles de su local, no sabe cual elegir. La brillantina de Danny Zuko ya tiene su sitio. Las horas pasan, los rayos de sol que daban color al día han dejado paso a unas nubes que presagian lluvia. De pronto, entra al videoclub un señor de unos 75 años. Pepe lleva viniendo desde que tiene 37 años y no falla ni una sola semana.

—¿Qué se va a llevar hoy?

—Juan, la de los Beatles que me han dicho mis nietos que está muy bien.

Los años han pasado como un suspiro para Juan, aún no sabe si aquel negocio que empezó hace 39 años va a continuar muchos más. Los años pasan para todos. Y aunque aun aguanta las largas jornadas tras ese mostrador cubierto de carteleras de películas de hace más de 15 años, las ojeras de su cara muestran cansancio. Quién sabe si Juan tendrá que decir pronto aquello tan famoso de “Sayonara, Baby”.