¿Soy realmente feliz?

La felicidad se entiende como un proceso, no como un destino final. Pero, ¿cómo sabemos si va bien el proceso? Si llevamos una sonrisa en el camino

30 abr 2016 / 20:23 H.

Cuántas veces nos habremos hecho esta pregunta. Normalmente nos respondemos que sí, que si tuviera esto o aquello sería más feliz, o si no hubiera perdido a tal persona sería más feliz, o si no tuviera que madrugar tanto... Hay personas que, hayan conseguido los logros que sean, siempre van a querer ser más felices porque creen que no lo son; y hay personas que aun pareciendo que tienen pocas cosas, se consideran totalmente felices.

Como si hubiera que parecerse a alguien, como si la felicidad fuese algo que estuviera bien definido, como si nos faltara algo en la vida, siempre queremos ser más felices. Hay varios matices a la hora de reflexionar sobre esta cuestión. Hay personas que ven la felicidad como algo a lo que siempre se puede uno ir acercando. Esta forma de verlo implica una superación y una proactividad a la hora de querer siempre hacer cosas para encontrar la felicidad. Tan solo hay un problema en esta visión, ¿quieres acercarte a la felicidad o quieres huir de algo, de un estado de infelicidad?

Otra forma de verlo es: soy feliz, consiga o no consiga lo que me he propuesto. Esta es una forma saludable de afrontar los retos del día a día, aunque hay otro matiz que debemos tratar. ¿Esta forma de pensar te está impidiendo actuar en momentos donde deberías hacerlo? ¿Tienes algún freno a la hora de tomar decisiones? Como estamos viendo, no es fácil consensuar una filosofía de vida que pueda servir para cualquier persona. En general, y en palabras del doctor Santandreu en su libro “las gafas de la felicidad”, buscar compulsivamente fuentes externas de gratificación puede hacernos perder el tiempo y perder el camino, paradójicamente, de la felicidad.

Un antiguo cuento zen ilustra este concepto: “Érase un ratón que se hallaba en constante estrés por miedo al gato. Un mago se apiadó de él y lo transformó en un ágil felino. Pero, entonces, el pobre animal se empezó a asustar del perro. El mago, con otro golpe de vara, lo transformó en un fuerte can. Pero, al poco tiempo, el agobiado animal empezó a temer al tigre. El mago, aunque ya un poco cansado, lo transmutó en un poderoso tigre, el rey de los felinos. Y en ese punto, a nuestro animal le entró un ataque de pánico ante la presencia del cazador. El mago dio un suspiro, harto de tanto trabajo. Cogió su varita, la alzó y dijo:

—¡Te convierto en ratón y esta vez es para siempre!

Y añadió:

—Nada de lo que yo haga va a servir, amigo, porque primero tienes que aprender a ser feliz como un ratón”.

Hay otras frases populares que a mi me gusta mucho recordar. Como por ejemplo que antes de disfrutar como mariposa tienes que pasar por capullo. Ésta y otras formas de desarrollar el concepto entienden la felicidad como proceso, no como un estado final. Pero matizando el proceso en no hacer actos compulsivos que te impidan disfrutar del presente, de los momentos que estás logrando en el día a día.

Nos asombramos cuando alguien millonario se suicida, o al revés, cuando alguien que parece que no tiene nada sonríe durante todo el día y desprende felicidad. Por tanto ya nos estamos acercando a conceptualizar lo que parecen las claves de la felicidad: que es un proceso y que se disfruta del propio proceso; que no tiene una comprobación externa sino que es un estado mental y que normalmente es un indicador bastante fiable de cómo está nuestra salud mental.

Hacer lo que uno desea hacer sin dañar a nadie, tener metas alcanzables, no tener demasiados pensamientos dañinos que te impidan disfrutar de tu alrededor. El estado mental de felicidad es un potente amortiguador de situaciones que pueden minar nuestra capacidad de adaptación a los cambios. Debemos pararnos a pensar, a disfrutar, a poner en una balanza si merece la pena estar triste ante tal o cual cosa, o merece más la pena seguir intentando poner una sonrisa a tu alrededor. Y ¿cuándo sabremos si lo estamos consiguiendo? Cuando sigas buscando la felicidad, pero siempre lleves una sonrisa en el camino.