El “aceite” de la refinería de Enrique Fuentes no era apto para el consumo

La Junta confirma el proceso de adulteración del producto

12 ene 2017 / 11:35 H.

Hace ahora siete meses, la Guardia Civil daba por desmantelada una supuesta organización criminal dedicada a la adulteración de aceite de oliva en la llamada operación “Cloroil”. El grupo, liderado por el empresario Enrique Fuentes Ibáñez y por su hijo Enrique, se dedicaba a mezclar distintas grasas de girasol, aguacate y palma con aromatizantes y colorantes. El resultado final era un producto que podía ser combinado en mayor proporción con aceite de oliva virgen sin ser detectado. De esta manera, se “engordaban” las cantidades y, por ende, también las ganancias del grupo. Los agentes se incautaron de 120.000 toneladas de esta mercancía en la propia refinería de Mengíbar —clausurada a raíz de este caso— y en almazaras de las provincias de Jaén, Córdoba y Granada. Los primeros análisis ya apuntaban a que se trataba de un “aceite” adulterado. Sin embargo, quedaba ratificar estas suposiciones. Y es lo que acaba de hacer la Junta de Andalucía en un informe que le fue solicitado por el juez instructor de este caso, Fernando Moral.

Las conclusiones se basan en las 103 muestras recogidas en las cuatro empresas investigadas. Y dejan una cosa muy clara: el “aceite” que se fabricaba en la refinería de Mengíbar y que después se mezclaba con aceite de oliva no es apto para el consumo humano: “De las instalaciones de un gestor de residuos no puede derivarse ningún producto a la cadena alimentaria”, dicen, literalmente, los expertos de la Consejería de Agricultura.

El informe describe cuál era el proceso del supuesto fraude. Las empresas vinculadas a Enrique Fuentes compraron partidas de aceite girasol en Francia, una conducta que ya llama la atención de los técnicos porque se paga más por la mercancía: “Solo se entiende si se desea esa materia prima en particular, o bien se desea ocultar su adquisición”, subrayan. Esa grasa era sometida a un proceso químico para eliminar los “esteroles”, uno de los parámetros que se utiliza para controlar la pureza. Ese producto ya tratado fue hallado en varias cisternas de la refinería de Enrique Fuentes por la Guardia Civil. “Es allí donde se procesan, disponen de la maquinaria y del material para obtenerlo”, añaden. “Para ajustar parámetros”, lo mezclaban con grasa de palma y de aguacate, tal y como se describe en el informe.

Varios camiones cisternas partieron de la refinería de Enrique Fuentes cargados con esa mercancía adulterada, cuya comercialización en la cadena alimentaria está prohibida por la ley. La Guardia Civil, que ya tenía en marcha la operación, siguió sus pasos y comprobó que su destino eran tres almazaras de la provincia de Jaén, Córdoba y Granada, donde descargaron. Allí, el aceite de girasol sin esteroles se mezcló con aceite de oliva y, en algún caso, llegó a envasarse y etiquetarse como si fuera el preciado oro líquido. Las pruebas realizadas y recogidas en el informe de la Junta así lo constatan.

Este estudio, encargado por el juez del caso, será contrarrestado por otros efectuados a instancias de las defensas de los acusados. Y es que el aceite intervenido es la principal prueba de cargo contra ellos. Una vez que lleguen estos informes, el magistrado Fernando Moral decidirá si sigue adelante en una causa en la que se investigan delitos de estafa, contra los consumidores, falsedad y contra la salud pública.

Instalación exclusiva para el uso industrial

La refinería de Mengíbar vinculada a Enrique Fuentes y a su familia solo tiene licencia para el tratamiento de aceites para uso industrial. ¿Por qué, entonces, en sus depósitos se encontró aceite de girasol, destinado al consumo humano? El responsable de la sociedad declaró ante los investigadores que utilizaban esa grasa “para rebajar la acidez” de los aceites que se obtienen en la industria y ajustarlos a las necesidades de sus clientes. Los técnicos de la Junta que han elaborado el informe solicitado por el juez del caso “Cloroil” aseguran que esa explicación “carece de sentido”. Y dan varios argumentos. El primero es que Enrique Fuentes adquiriera el aceite de girasol en Francia o en Ecuador, “con el sobrecoste que conlleva del transporte”, pudiéndolo comprar, incluso en la provincia. El segundo es que existe un procedimiento químico para rebajar la acidez, que es el habitual porque es mucho más barato.

Los expertos de la Junta también ven extraño la existencia en los depósitos de la refinería de aceite de girasol ya tratado, sin esteroles, “ya que carece de interés alguno en el mercado de los aceites industriales”.

los detalles

detenidos. La Guardia Civil cerró la operación “Cloroil” con la detención de nueve personas. Entre ellas, estaba el empresario Enrique Fuentes Ibáñez y su hijo mayor, Enrique. Los demás eran trabajadores de su refinería y los responsables de tres almazaras de Jaén, Córdoba y Granada.

En prisión. Enrique Fuentes está cumpliendo internó actualmente en una prisión andaluza. Los tribunales lo condenaron por el caso Iniosa, una de las grandes estafas a olivares de los últimos años, y la operación “Lucerna”, que comenzó por la supuesta mezcla fraudulenta de aceite y terminó en un delito por fraude fiscal.

Al mercado. Los investigadores de la Guardia Civil tienen constancia de que varias partidas del aceite adulterado llegaron al mercado. De hecho, fueron localizadas en unos almacenes de distribución de alimentos registrados en Madrid. También había producto ya envasado en una de las almazaras investigadas.