Entre tómbolas y cacharritos, gastronomía de calidad para saciar el apetito en el ferial

Los caseteros se quejan de que la feria de día, en el casco antiguo, perjudica sus ventas

16 oct 2017 / 10:39 H.

El domingo del puente volvió a ser la gran cita gastronómica sanluqueña en el recinto ferial. Las casetas de cofradías, sindicatos, asociaciones y diferentes colectivos profesionales, junto con los restaurantes instalados en el real, se convirtieron en el más apetecible de los puntos de destino de los miles de jiennenses y visitantes que coparon los terrenos donde la capital del mar de olivos da rienda suelta, estos días, a sus ganas de pasarlo bien. Los puestos ambulantes de comida y postres también hicieron su agosto en pleno octubre, con una temperatura tan elevada y anormal para estas fechas, que los vendedores de helados no dieron abasto.

Nada más llegar a la feria, las tradicionales barras despacharon vino a destajo, las patatas asadas se convirtieron en suculento —y económico— tentempié y las casetas, auténticos restaurantes de primer nivel en algunos casos, poblaron las mesas de sabrosos menús. Grupos de familias, amigos o compañeros de trabajo se convirtieron en los comensales protagonistas del mediodía sanluqueño, casi siempre en las instalaciones donde repiten año tras año. “Venimos de Andújar a disfrutar de la feria jiennense, y qué mejor manera de hacerlo que con un buen plato delante”, expresó Manuel Rodríguez, “a la cabeza” de un “hambriento elenco” de personas que dieron buena cuenta del arroz, los pinchos y la bebida en la caseta con la que Diario JAÉN se hace presente en San Lucas. Establecimientos cofrades como El Encuentro, de El Abuelo, o la caseta de La Clemencia dieron de comer a las numerosísimas bocas que pusieron destino a sus mesas. “Tenemos la ‘agenda’ repleta para esta feria, con grupos que repiten de otros años, además de la gente que se decide a probar nuestra cocina, con el flamenquín como plato estrella”, aseguró Juan Antonio Montesinos, cofrade magdalenero que, estas jornadas, colabora con su hermandad para obtener beneficios que, en su gran mayoría, se destinarán para obras de caridad. Hervía, como el aceite, el ferial, pese a que la feria de día, según los caseteros gastronómicos, perjudica su actividad.

Vacíos los platos, pero no las sillas, propios y foráneos alabaron el trabajo de quienes se pasan —como profesionales o de forma altruista— los días de fiesta entre fogones. A eso de lo que, normalmente, es siesta, los churros, el café, el chocolate, los mojitos y las copas tomaron el relevo, además del baile, que muchos locales ofrecieron para ayudar a “hacer la digestión”. La cifra de clientes fue superior, como siempre, en el almuerzo que en la cena, un tramo horario más propicio para la venta de bocadillos, entre otras ofertas. De día o de noche, la feria jiennense se pone en bandeja para todos los gustos.

un mar de personas con ganas de fiesta
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noche. Un impresionante río de cabezas era visible, desde los extremos del recinto ferial, la madrugada del domingo, elegida por numerosos jiennenses y visitantes para disfrutar de la oferta de ocio y gastronómica de la feria sanluqueña de este año. Pequeños y mayores convivieron, a horas desacostumbradas, bajo los arcos de luz del real, un espectáculo visual que da muestras de la capacidad de convocatoria que, año tras año, experimenta la última cita festiva de este tipo en toda España. Todavía quedan por delante muchos días para disfrutarla, y el tiempo parece dispuesto a acompañar.