Indignación en San Ildefonso

Los efectos del botellón enfrentan a los hosteleros con el Ayuntamiento

11 abr 2017 / 11:14 H.

La recoleta Plaza de San Ildefonso vuelve a ser zona de conflicto. Extramuros de la basílica menor que le da nombre, la paz se ha quebrado. Se ha roto en añicos, enfrentando al Ayuntamiento y a los hosteleros a costa de esa concentración de personas consumidoras de alcohol en plena calle que es el botellón y que está penado por Ley. El lucido Domingo de Ramos fue de amargura para los vecinos y los empresarios de bares de la zona. Los primeros, porque tuvieron que soportar el griterío y la suciedad que genera esta práctica de dudoso civismo; los segundos, porque, además de todo ello, dicen sufrir la competencia desleal que supone el botellón y, sobre todo, las actas administrativas que levantó la Policía Local “por expedir bebidas para su consumo en este espacio público, tener música sin autorización y veladores sin licencia”.

Así se exponía en un comunicado en el que la Concejalía de Seguridad Ciudadana indicó que, después de comprobar la existencia de una concentración de jóvenes consumiendo alcohol en la plaza, la Policía Local intervino levantando actas administrativas por infracción de la Ley autonómica que regula las actividades de ocio en los espacios abiertos de los municipios de Andalucía. En la misma nota se aseguraba que los agentes adoptaron las “medidas oportunas para normalizar la situación” y se advertía de que el Ayuntamiento estudiará medidas más duras para estos establecimientos, si persisten en estas acciones. “No se puede incumplir de forma flagrante la Ley, ni perjudicar a los vecinos de la zona”, se recalcaba en el mismo comunicado.

Pero los testimonios recabados por este periódico ponen en tela de juicio la intervención de los agentes. Bajo el alero del templo de San Ildefonso, a la altura de los azulejos con la imagen de la Virgen de la Capilla, testigos de lo ocurrido señalan a una veintena de personas haciendo botellón y, a escasos metros, en la esquina entre la plaza y Vicente Montuno, hasta “ocho locales” en algún momento que “no hacían nada”. No siempre hubo tantos agentes, no obstante. Según pudo saber este periódico, hubo clientes que pidieron a una pareja de policías que, inicialmente, vigilaba la zona que interviniera. Confesaron que solo dos no podían intervenir. “Decían que a ese nivel no hay quien pueda controlar un botellón”, afirmó un testigo.

La indignación entre los hosteleros era manifiesta ayer a mediodía. “La Policía Local levanta acta a los locales y permite el botellón” era la sensación imperante. “Hay comercios que venden alcohol a menores. Está demostrado y no se hace nada”, denunciaba el presidente de la Asociación de Bares, Cafeterías y Restaurantes (Asostel), Antonio Lechuga. El empresario reprochó que sean los hosteleros quienes paguen los platos rotos: “Si, realmente, se evitara la práctica del botellón, se sabría si son los bares [los que expiden bebidas que se consumen en la calle]. Mientras tanto, no”. Y cuestionó: “¿Por qué no levantan acta a quienes ven con las bolsas llenas de botellas?”. Señaló que los hosteleros sufren igualmente la suciedad que genera el botellón, la masificación, la competencia desleal y, además, se convierten en “aseos públicos”.

precedente . como un territorio en guerra
idcon=12706367;order=9

El macrobotellón improvisado que se organizó la Nochevieja pasada en la Plaza de San Ildefonso dejó la zona como si hubiera sido el escenario de una batalla campal. Tal y como publicó este periódico, amaneció inundada de colillas, vasos de plástico, botellas vacías y bolsas de todos los colores. Según expusieron quienes lo vieron, prácticamente, era imposible dar un paso y, de hecho, los operarios de la empresa de limpieza viaria (FCC) no dieron abasto recogiendo basura.

Aunque la práctica del botellón no está prohibida en la capital, el Ayuntamiento tiene acotado, a través de una ordenanza municipal, un espacio abierto y autorizado para que pueda realizarse. El lugar en concreto es la explanada superior del recinto ferial Alfonso Sánchez Herrera. En cualquier otro espacio abierto está prohibida la concentración de personas consumiendo bebidas alcohólicas o realizando otras actividades que perturben la tranquilidad y pacífica convivencia ciudadana, recordaba el Ayuntamiento en un comunicado ayer.

Asimismo, avisaba de que continuará aplicando la Ley de Protección de la Seguridad Ciudadana (conocida, popularmente, como la Ley Mordaza) y la de la Junta de Andalucía (7/2006 de 24 de octubre) con todo su rigor. Esta última recoge en el primer apartado de su artículo 8 que estas concentraciones de personas fuera de las zonas del término municipal que el Ayuntamiento establece como permitidas para ello conllevan una infracción leve sancionada que va desde el apercibimiento a una multa de hasta 300 euros.

“a posteriori”

limpieza. Era aún de madrugada, poco después de que los bares hubieran cerrado, cuando los operarios de la empresa de recogida de basura y limpieza viaria empuñaban las escobas y se afanaban por que la Plaza de San Ildefonso recuperara la normalidad. Aunque el trabajo fue ingente, ayer por la mañana volvieron al “lugar del crimen” para dar un nuevo repaso a la plaza, que, a mediodía, lucía como si la noche anterior hubiera sido resultado de un sueño. Para alguno, pesadillesco.