“El término solidaridad es muy amplio y no abarca solo la cooperación”

04 oct 2018 / 12:04 H.

“Cuando me dijeron que iba a recibir uno de los premios Jaén Joven me quedé un poco sorprendida, porque siempre te queda la cosa de que hay personas con más méritos y te cuestionas el porqué te lo dan a ti”. Así se expresa Marta García, una joven solidaria y que, a lo largo de su vida, ha participado en varios proyectos de cooperación. “El término solidaridad es muy amplio, desde echarle una mano a un vecino a cruzar el charco a ir a cualquier sitio en el que tienen necesidades más acuciantes”, afirma. Desde pequeña ha trabajado ese principio. A los 6 años ya estaba en los Scouts, donde puso en práctica cuestiones como compartir, mirar por el de al lado o dejar este mundo un poco mejor de lo que nos lo hemos encontrado.

Entre otros proyectos de cooperación, ha estado en Colombia en un programa de formación y en el Sáhara, con otro de la Universidad de Jaén. “Y el martes justo me llamaron para hacerme la entrevista porque estoy en otro programa de jóvenes por el Sáhara en el Ayuntamiento de Córdoba”, anuncia. En el caso de su viaje al Sáhara, estuvo como alumna, puesto que todavía era estudiante de Enfermería, y sobre todo se centró en dar charlas y talleres de educación para la salud a mujeres saharauis. Y en el caso de Colombia, fue a una comunidad que se llama San Isidro, en Pereira, un barrio de personas desplazadas por conflictos armados, donde hay un centro de artes y oficios que se creó para emponderar a los niños: “Fuimos varios compañeros y más que una función asistencial como tal, hicimos también talleres de educación para la salud y actividades con los mayores”. La sensación al regresar de estos viajes, reconoce, es un tanto agridulce: “Al principio no sabía cómo gestionar las emociones porque te sientes un poco culpable incluso de estas situaciones, pero poco a poco aprendes y entiendes que nadie tiene culpa de nacer donde ha nacido y en la medida de lo posible aportas lo que puedes”.

Por último, afirma que los jóvenes se evaden y viven más en una realidad virtual que en la real, por lo que les anima a que critiquen menos en las redes sociales y actúen más en la vida real.