¿Qué sentimos al perder algo que esperamos?

El proyecto está en la última fase, que explora las bases de la auto medicación emocional

18 may 2017 / 10:15 H.

Estudiar la biología de las adicciones. Ese es el objetivo en el que trabaja Carmen Torres, investigadora del departamento de Psicología de la Universidad de Jaén y responsable principal del proyecto que tiene en marcha el grupo “Psicología comparada: aprendizaje, atención y memoria”.

“Con el proyecto comenzamos en 2013, pero se trata de una línea que realmente exploramos desde hace más de 15 años. Lo que queremos es desarrollar un modelo emocional para ver qué sentimos cuando perdemos algo que esperamos y, en el caso del último estudio, en qué medida la automedicación puede ser un factor desencadenante de la conducta de consumo de alcohol y otras sustancias de abuso, así como la influencia en el consumo de estas sustancias de la frustración o emoción de pérdida que se genera cuando un organismo pierde fuentes de recompensa que espera obtener”, explica Torres.

Así, desde el grupo de investigación entienden que la automedicación podría ser uno de los factores determinantes en el inicio de la conducta adictiva: “No obstante, se desconoce con precisión qué sustancias inducen a ella y qué áreas del cerebro son responsables”. Para obtener una respuesta científica, el grupo trabaja con dos cepas de ratas que expresan la frustración en diferentes medidas y consumen droga de forma espontánea en diferente grado. “La idea es observar si animales que están altamente frustrados pueden recurrir a las drogas para reducir ese estado emocional. En los humanos es algo que ocurre frecuentemente en momentos de estrés ligados a experiencias de pérdida, como la muerte de un familiar, un divorcio o un despido laboral”, dice.

La investigación psicológica avanza, en buena parte, gracias al empleo de modelos animales, que son modelos de conducta que reproducen en un laboratorio, en condiciones controladas, las conductas humanas que se quieren comprender. De esta manera, sobre la base de estudios previos con alcohol realizados en los laboratorios de la UJA, se establecieron las condiciones experimentales idóneas para obtener un consumo voluntario significativo de ansiolíticos, incluyendo alcohol, en ratas Wistar. A través de esos parámetros, desarrollaron un modelo animal de frustración que acostumbra a una rata a recibir una recompensa todos los días: una solución azucarada. En su regreso a su jaula-hogar tiene dos botellas, una con agua y otra con alcohol o la disolución del ansiolítico. Tras diez días se reduce la cantidad de azúcar. “Así generamos el sentimiento de frustración. Cuando vuelve a su jaula-hogar, la rata se encuentra de nuevo ante las dos botellas y puede elegir. Cuando no están frustradas no beben más alcohol o ansiolíticos, pero cuando quitamos la recompensa observamos un aumento muy marcado del consumo de ambas sustancias”, afirma. Cuando la rata se acomoda a la disminución de azúcar, también baja el consumo de alcohol y ansiolíticos.

El proyecto está en la última fase, cuyo fin es explorar las bases neuronales de la automedicación emocional. Pretende, desde una perspectiva psicobiológica, identificar qué personas son especialmente vulnerables a este tipo de sustancias y desarrollar campañas de prevención personalizadas.