Sello jiennense en la búsqueda de una terapia alternativa para el cáncer

José Luis Hueso Martos investiga una alternativa de manera que pueda disolver el tumor desde dentro por medio de nanopartículas de cobre y hierro

18 abr 2024 / 16:30 H.
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LA ENTREVISTA

El jiennense José Luis Hueso Martos, investigador del Instituro de Nanociencia y Materiales de Aragón, trabaja en busca de una terapia alternativa para el cáncer, de manera que pueda disolver el tumor desde dentro por medio de nanopartículas de cobre y hierro.

—¿Lleva toda la vida dedicado a la investigación o ha estado trabajando también en otro ámbito sanitario?

—He estado en distintos centros, pero siempre vinculado a la investigación. Estudié Química en la Universidad de Jaén, me fui a hacer el doctorado al CSIC, al Instituto de Ciencia de Materiales de Sevilla. Y luego, después de eso, cuando ya era doctor, pues lo normal es irse a hacer un periodo postdoctoral de especialización para aprender cosas nuevas. Una parte la hice en la Universidad Complutense de Madrid y dos años más en el Departamento de Ingeniería Química en la Universidad de Austin de Texas. Ahí fue donde empecé un poco a meterme en la Nanociencia, y en el estudio del uso de nanomateriales para biomedicina. En mi etapa anterior estuve más enfocado en el desarrollo de catalizadores para descontaminación, de las que pueden llevarse a cabo en un reactor. En proyectos más recientes, hemos ido más allá y hemos desarrollado estas reacciones dentro de un tumor. Esa es un poco la diferencia. Es lo que en el argot se llama Nanomedicina o catálisis aplicada a la medicina. Esas son las líneas principales que desarrollo aquí en la Universidad de Zaragoza. Aquí estoy en el Instituto de Nanociencia y Materiales de Aragón, que es un instituto mixto, que pertenece a la Universidad de Zaragoza y al CSIC. Trabajo junto a investigadores de distintas ramas de formación. En nuestro grupo —Grupo de Partículas y Películas Nanoestructuradas— y en el entorno colaboramos gente con muchos perfiles diferentes, desde químicos hasta biólogos, ya que parte de nuestra aplicación implica estudios con células y animales. Tenemos la suerte aquí de poder combinar todos esos campos.

—¿Cómo surge esta investigación contra el cáncer?

—El origen data ya de seis años. Comenzó con un proyecto de la Unión Europea, que es un tipo de convocatorias que son muy potentes, muy competitivas, que le concedieron al jefe del grupo de investigación en el que yo estoy, que se llama Jesús Santamaría. Son unos proyectos que se llaman ERC, que son para hacer investigaciones y en los que te dan muchos recursos para desarrollar proyectos individuales con ideas muy disruptivas. Una de las cuestiones que nos planteamos fue, ¿cuál es la química del entorno del tumor? ¿Qué cosas tiene? ¿Qué necesita un tumor para crecer? ¿Qué metabolitos tiene a su alrededor para expandirse? ¿Qué necesita para alimentarse, para crecer? Entonces, a partir de esa idea dijimos, ¿y si desarrollamos materiales catalíticos que sean capaces de destruir los metabolitos, los nutrientes que necesita un tumor y podemos interrumpir su crecimiento? ¿O y si somos capaces de generar dentro del tumor especies reactivas? ¿Y si son capaces de generar dentro del tumor especies reactivas “in situ” también, que sean capaces de atacar o destruir o modificar el comportamiento del tumor? Ese fue el germen de la idea y creo que seis años después hemos adquirido mucha experiencia.

—¿Cómo funciona?

—Hemos probado distintos materiales, y lo que hemos visto es un material en concreto, una nanopartícula que contiene cobre y hierro. Hemos visto que el cobre en particular es capaz de interaccionar con algunos metabolitos, algunas moléculas que normalmente actúan como agentes protectores del tumor. Estos impiden que ciertos tratamientos que habitualmente se aplican en la terapia del cáncer sean totalmente efectivos. Uno de los motivos es porque suele haber poco oxígeno, los tumores cuando se propagan tienen entornos hipóxicos, es decir, crecen de manera tan errática que los vasos sanguíneos que se generan no pueden transportar el oxígeno de manera eficiente. Entonces, muchas de las terapias están limitadas precisamente porque no tienen ese oxígeno para reaccionar. Nosotros hemos desarrollado una reacción en la que no necesitamos ese oxígeno y en la que al mismo tiempo estamos modificando moléculas, en este caso pues aminoácidos, elementos que son esenciales para los ciclos de metabolismo para generar energía. Jugando con ese conjunto de aminoácidos somos capaces de transformar, modificar las moléculas y generar otras que ya no les resultan tan útiles al tumor, en este caso. Otra parte interesante es la manera de enviar el nanomaterial, ya que es un conjunto de átomos mucho mayor, que llega de golpe al interior de la célula y conseguimos que el tratamiento sea más efectivo desde dentro.

—Siguiendo todos los procesos legales, ¿cuándo podría ver la luz esta terapia?

—Estamos hablando como mínimo, en el caso más optimista, de 10 a 15 años. El uso de las nanopartículas para medicina es algo, entre comillas, que todavía está en vías de desarrollo, y se suele ser muy cauto. Además necesitaríamos una inversión muy fuerte desde el sector privado. Por ahora trabajamos en el marco teórico, y podemos detectar que moléculas que protegen al tumor disminuyen sus niveles y que, como estos aminoácidos, se modifican.

—¿Sustituiría este tratamiento a la quimioterapia al 100%?

—Depende de unas condiciones dentro del entorno del tumor, que lo que hay actualmente en el mercado no es capaz de controlar. Esto no va a sustituirlo, pero sí que puede ser una alternativa muy a tener en cuenta, y esperamos que nuestra aportación sea hacer ver que hay más vías para atacar al tumor.

Jaén