Una noche para no dormir

Militantes de la provincia se encerraron en la sede para exigir un nuevo recuento

29 abr 2017 / 11:20 H.

La sede del Partido Popular es el primer piso de un edificio situado en la confluencia de las céntricas calles San Clemente y Ruiz Romero de Jaén. Tendrá, a lo sumo, ciento cincuenta metros cuadrados. En la madrugada del jueves al viernes se convirtió en algo parecido al camarote de los Hermanos Marx. No cabía un alfiler. Pasadas las doce de una noche lluviosa y fría de abril, la zona simulaba la madrileña M-30. El tránsito de vehículos aparcados en estacionamientos indebidos presagiaba un anómalo movimiento en un lugar lleno de día y vacío de noche. Los protagonistas de tanto trajín eran militantes de diferentes municipios de la provincia y de la capital que, después de una jornada electoral de vértigo, se convirtieron en testigos directos de una noche para enmarcar.

El día 27 era la fecha elegida por la Comisión Organizadora del XII Congreso Provincial del Partido Popular para celebrar la primera vuelta en este pionero proceso de elección del próximo presidente. El alcalde de Santisteban del Puerto, Juan Diego Requena, ejerció su derecho al voto en su pueblo y, después, se trasladó a la sede de su partido para seguir de cerca el recuento. Es el considerado candidato oficial, porque fue el elegido para apuntarse a esta carrera cuando José Enrique Fernández de Moya se vio obligado por la dirección nacional a dar un paso hacia atrás en sus pretensiones de continuidad. El alcalde de Porcuna, Miguel Moreno, decidió hacer el seguimiento de la jornada desde su municipio. A las siete de la tarde se cerraron las urnas y, pasadas las once y media de la noche, todavía había actas de algún que otro rincón de la provincia sin aparecer. La tensión se apoderó de los equipos de ambas precandidaturas, hasta el punto de que la secretaria general del Partido Popular de Andalucía, Loles López, se vio obligada a mediar para intentar poner paz. El escrutinio final no llegaba y, ante tanta resistencia, el considerado candidato crítico cogió el coche con rumbo a la capital. Le siguieron los suyos, algunos llegados de lugares más lejanos que Porcuna. El caso es que tiene que estar orgulloso el arquitecto del edificio de la sede de San Clemente por la excelente estructura que levantó en su día, porque si los cimientos de ese piso resistieron a tanto trajín, no habrá terremoto que pueda tumbarlo.

No llegó solo gente de los pueblos que están con Miguel Moreno, sino también militantes de la capital de toda la vida, algunos destacados por su veteranía, como Cristina Nestares, Miguel Sánchez de Alcázar o Antonio Lucas, por poner algunos ejemplos. El exalcalde de Andújar, Jesús Estrella, fue el encargado de portar la mochila con las actas recabadas por el equipo del porcunense porque, a esas alturas de la noche, nadie se fiaba ya de la sombra de unos y de otros.

Encerrados en la habitación del fondo, los precandidatos, el todavía presidente provincial, representantes de la dirección regional y miembros de la Comisión Organizadora del Congreso intentaron casar los datos, durante más de una hora y media, por un motivo principal: Miguel Moreno ganaba en votos a Juan Diego Requena, pero estaba al filo de conseguir el porcentaje necesario para salir proclamado como único candidato. Y, según quienes están con él, hubo mesas electorales en las que detectaron “irregularidades”, municipios que pueden darle la victoria en los próximos días.

En la sala de entrada, los allí presentes gritaban “pucherazo” y aplaudían al alcalde de Porcuna con alusiones continuas a “presidente”. Los veteranos en la materia hablaban de jornada histórica y auguraban una ruptura del partido si se llegara a producir la segunda vuelta, el 21 de mayo.

A la una y media, con aspecto cansado y algo acalorado, Miguel Moreno salió de aquella tensa reunión con los resultados en la mano, un 55,99% para él y un 43,87% para su contrincante. Se quedó a tres puntos de salir elegido presidente, pero para los suyos, que lo abrazaron y lo animaron hasta la extenuidad, siempre lo será. Se fueron los críticos y, diez minutos más tarde, abandonaron la sede los oficiales. Sus caras lo decían todo.