Unas aceitunas muy chivatas
Dos jienneses patentan un sistema para evitar los robos de cosecha en el olivar
No es fácil detectar el robo de la aceituna. Salvo que el agricultor esté “con mil ojos” y pille a los cacos in fraganti, la mayoría de las sustracciones tienen muchas posibilidades de quedar en nada. A veces, la Guardia Civil intercepta a cuadrillas piratas. En ese caso, sí que se les imputa el delito, pero el problema está en probar de dónde procede el fruto y devolvérselo al olivarero que lo cuidó durante todo el año. Para intentar frenar los robos de aceituna y conseguir que los agricultores recuperen el fruto en el caso que se produzcan, dos jóvenes jiennenses han patentado unas aceitunas que son capaces de “hablar” y “chivarse” en el caso de que las hayan arrancado del árbol mediante una actividad delictiva.
Ricardo Antonio Cárdenas Ortiz —abogado— y Antonio Javier Berrio Montoro —agricultor— han patentado un “Sistema de seguridad antirrobo y trazabilidad agrícola”. El invento consiste en aceitunas señuelo, es decir, elementos que parecen que son el fruto del olivo, pero se trata de un sistema de seguridad. Los olivareros tienen muy claro cuáles son los olivos más robados o, al menos, los que tienen más posibilidades. De ahí que estos emprendedores proponen que coloquen aceitunas señuelo en ellos. Así, cuando los ladrones los vareen y metan su cosecha en sacos, también introducirán este sistema de alarma.
El sistema propone que las empresas de seguridad privada o la propia Guardia Civil cuenten con una “pistola” capaz de leer el código. De esta manera, si se le acerca a sacos o remolques con aceitunas señuelo, avisará que se trata de un fruto robado. “Queremos que sea un sistema muy barato y sencillo para los agricultores. Por eso, lo queremos vender en cajas de 3, 10, 50 y 100 unidades. El precio que estudiamos es de 3,99 euros para cada caja de 3 y hacer algún descuento para los paquetes más grandes”, comenta Ricardo Antonio Cárdenas.
El sistema establece importantes innovaciones en las cooperativas. Allí habrá unas máquinas expendedoras —similares a las que dispensan refrescos y dulces—, que serán las que venderán estas aceitunas con radiofrecuencia. Cada olivarero irá con su tarjeta de la cooperativa o con el dinero para sacar el producto. Sin embargo, a la hora de expenderlo, la máquina codifica cada aceituna con un código que dicta de quién es la aceituna y en qué parcelas se colocará. Así, cuando se detecta, se sabe a quién le han quitado la aceituna y de dónde viene. “También queremos instalar un sistema de antenas de los patios para que se detecte la llegada de aceituna señuelo. No tendría coste alguno para la fábrica de aceituna”, afirma Ricardo Antonio Cárdenas.
Este invento tiene un paso más. Sería una aceituna que no solo llevara el código de radiofrecuencia, sino que también llevará un localizador GPS. También está disponible, aunque el precio se encarece algo más. Podría rondar los 29,99 euros. En este caso, se podría saber siempre donde se encuentra el fruto del olivo en el que se ha colocado. Valdría en el caso de robo para localizar en poco tiempo la mercancía sustraída, pero iría más allá. Almazaras que firman contratos con agricultores para molturar la cosecha de una determinada finca podrían colocarlas en sus olivos para saber que el fruto que les llega procede realmente de allí.