Arquitecta linarense en UK

La crisis empujó a Carmen Coronado Lozano al condado de Yorkshire en el que, a pesar de haberse quedado tirada nada más llegar y tener que sobrevivir a draconianos empleos, vive desde hace tres años y espera labrarse un futuro

29 ene 2017 / 11:07 H.

Carmen Coronado Lozano no duda al afirmar que, en sus palabras, “la triste realidad de nuestro país” la llevó hasta Leeds, a más de 2.300 kilómetros de su Linares natal. “La crisis me trajo aquí, como a tantos otros. Aunque ha sido una de las decisiones más difíciles que he tomado en mi vida, fue, sin duda, las más acertada”, reflexiona. Llegó a esta ciudad, una de las más grandes del Reino Unido, junto a otra amiga de la ciudad minera jiennense. El exnovio de su compañera de viaje vivía aquí y prometió su ayuda. Ni cortas ni perezosas, reservaron dos noches en un hotel, compraron los billetes y se plantaron en las islas. La primera sorpresa se la llevaron cuando comprendieron que su contacto las dejó tiradas. “Intentamos buscar una casa compartida, pero fue imposible. Como no teníamos trabajo y no éramos estudiantes, nadie nos quería alquilar una casa. Finalmente, unas almas caritativas nos dejaron quedarnos en su casa hasta que por fin encontramos un apartamento. Nunca podré devolverle el favor a esa chica y a su novio, Berta y Sergio. Son gallegos y adorables. Prácticamente sin conocerme, nos abrieron las puertas de su casa”, recuerda. Finalmente, encontraron un techo. No era una mansión ni mucho menos, tenía una sola habitación, estaba en un barrio deprimido y había que pagar cuatro meses por adelantado.

Su nivel de inglés cuando llegó era oficialmente alto, un B1. “Pensaba que no estaba tan mal, pero cuando aterricé me encontré con la cruda realidad del acento de Yorkshire, similar al que te encuentras en la Alpujarra, pero en Inglés”, bromea. “Incluso después de 3 años, oigo a algunas personas por la calle y si no fuese porque son pelirrojos, con pecas, llevan una lata de cerveza en la mano y reconozco los tacos, pensaría que hablan en alemán”, se ríe. “Fue muy divertido, a la vez que extremadamente duro, era como vivir en un mundo paralelo. Llegó un momento en el que, cuando tenía que hacer alguna llamada de teléfono, solía decir que necesitaba que me hablaran claro, porque era un poco sorda, y la verdad que funcionaba”, explica.

En sus dos primeros años en Leeds trabajó de muchas cosas. Primero fue un restaurante indio, como camarera, en sus palabras, “una terrible experiencia”; después comenzó un periodo “bonito”, dice con sarcasmo. “Me registré en varias agencias y ellos me buscaban el trabajo por días. Me llamaban el día de antes y me preguntaban: ‘¿quieres ir mañana a tal sitio a tal hora para trabajar en esta fábrica haciendo esto durante tantas horas?”. A trancas y barrancas, y gracias a que le enviaban por escrito el código postal, comenzó un periodo que le supuso levantarse a las 4:30 de la mañana para estar a las 6 en una planta, sin tener ni idea de lo que iba a tener que hacer. Tuvo experiencias en una fábrica galletas, una imprenta y un almacén de ropa. Esta actividad la compaginaba con la de dar clases de español. “Una experiencia maravillosa, ver mi idioma desde fuera. Aparte conocí a mucha gente, mis estimados alumnos con los que sigo teniendo contacto”. “Como veía que no avanzaba mucho después de un año, me tracé un plan de acción”, explica. Ello le llevó a compaginar turnos de doce horas en un almacén de ropa y los cursos de inglés y Revit, un programa informático para arquitectos, que fue la profesión para la que se formó en España. Tras un año entero en busca de su profesión, un día la llamaron de Yeme Architects. “Fui, hice la entrevista y aquí continúo trabajando en Bradford, donde se asentó. Es un estudio multicultural con gente muy joven. Todos son encantadores. Como arquitecta esta es una gran oportunidad, si el Brexit no lo impide”, aclara.

la casa pública

Una de las cosas que más le gusta a esta linarense de su vida en Leeds es poder disfrutar de auténticos pubes. La palabra, como explica, viene de la expresión “public house”, que, traducido, significa literalmente “casa pública”. Y es que, como deja claro, son locales que recrean una vivienda, para estar cómodos, con sus chimeneas, sus habitaciones y, cómo no, su moqueta. “Es como estar en casa, pero con mucha gente y cervezas de medio litro”, aclara. Y es que los británicos emplean una expresión que dice “eating is cheating”, literalmente: “comer es hacer trampa”. “Todo lo contrario a lo que estamos acostumbrados en Jaén, con nuestra cultura de la tapa. Por eso es tan común esa imagen del inglés borracho”, explica, aún impresionada por esta escena. También le pasma todavía ver a muchachos en manga corta en pleno diciembre y a las muchachas en tirantes y sin medias, en pleno invierno.

comida importada

Carmen Coronado Lozano cree que una de los motivos que hay detrás del carácter multicultural del Reino Unido es que la amplísima población extranjera llegó a las islas con su propia comida y que la inmensa mayoría de esta es mejor que la gastronomía local, en la que el plato estrella es el famoso “fish and chips”, en definitiva, pescado rebozado y patatas fritas. “Es de agradecer que todas estas culturas hayan traído sus tradiciones culinarias”, considera la linarense. “Creo que en Bradford se puede encontrar el mejor curry del mundo, aunque, en este tipo de restaurantes, no sirven cerveza y cosa que, para un inglés que se precie, es una aberración. Aun así, siempre están llenos, porque la comida es espectacular”, deja claro, al igual que desmiente el “mito” de que, a las siete de la tarde, todos los locales están cerrados.

el “brexit” y otras grandes sorpresas del “correcto” carácter británico
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Aunque la realidad del país es un ejemplo de tolerancia y multiculturalidad, el resultado del referéndum sobre el Brexit, a su juicio, dice lo contrario. El día en el que triunfó la salida de la Unión Europea, como recuerda, “fue tremendo”. “Las caras en la oficina eran dignas de un funeral. Me sorprendió mucho, porque no conocía a casi nadie que fuese a votar “out”. Hubo mucha gente que estaba tan confiada en que iba a salir “in” que ni siquiera fueron a votar”, recuerda. Asegura no estar preocupada, convencida de que el país necesita la inmigración. Como ejemplo, recuerda que en una de las fábricas en las que trabajaba, el 90% de la plantilla era extranjera, de Polonia, Lituania, Ucrania y Rumanía. “Siempre digo que los británicos nunca dejarán de sorprenderme”, reflexiona. Y es que el carácter de las islas le llama mucho la atención. “Es imposible saber lo que realmente están pensando. Están educados para decir lo correcto. Por lo visto, esa ‘incapacidad’ para expresarse se debe a una férrea educación militar y al carácter isleño”, dice.

una aFICIONADA A LA FOTOGRAFÍA QUE ya sabe lo que es exponer
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Carmen Coronado Lozano participó en una muestra de fotografía conjunta, titulada “Exploring Yorkshire”, como parte del “Leeds photography excursion group”.

una mujer que sobresale en un mundo de hombres
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La arquitecta linarense, en una cena benéfica, con el equipo del estudio y algunos clientes. “Como queda claro, tanto en España como en el Reino Unido, la presencia de la mujer en el sector de la construcción es extremadamente escasa”, comenta para explicar la fotografía.

con una pinta en su pub favorito de leeds por una buena noticia
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La linarense se fotografió en uno de sus pubes favoritos en Leeds. La instantánea inmortaliza el momento en el que recibió la buena noticia de que la habían admitido en el Architect Registration Board, el registro oficial de arquitectos.

ni la lluvia detiene la tradición británica de disfrutar la cerveza
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Esta foto, que a Carmen Coronado Lozano le llegó a través de las redes sociales, resume, según ella, el carácter de Yorkshire. Como explica, fue tomada el año pasado durante las inundaciones muy cerca de su casa e ilustra cómo dos clientes se toman la pinta, pese al diluvio.