Con la música en otra parte

La empresaria ubetense Adela Torralba encontró en Zúrich un nuevo destino en el que da rienda suelta a sus capacidades artísticas mientras dirige su empresa y disfruta de una ciudad de la que se confiesa enamorada

09 dic 2018 / 11:09 H.

No toca en el Tonhalle, cuya acústica convierte esta sala de conciertos de Zúrich en todo un sueño para cualquier músico que se precie, pero guitarra en mano y acompañada con su marido al didyeridú, Adela Torralba Muñoz mantiene vivo ese espíritu de artista que vio la luz en Madrid —“por accidente”— y que, apenas con seis meses de vida, se empapó de las maravillas de Úbeda, en cuyas calles se crio y de la que guarda el más hermoso de los recuerdos: “Mi infancia allí fue muy buena, vivía en el casco histórico, en la calle Cervantes, cerca de Santa María, y jugaba al escondite en el Museo Arqueológico”. Tanto correteó por espacios plenos de arte que este acabó por formar parte de su persona.

Su siguiente destino fue la capital jiennense, donde comenzó una carrera de Psicología de la que, todavía, se quita asignaturas poco a poco: “Es una vocación, me gusta escuchar a la gente e intentar resolver sus problemas”, confiesa Adela Torralba. En aquella época —los 90— tomó conciencia, entre otras muchas cosas, de que los idiomas eran su “talón de Aquiles”, pero también de que en todo aquello que emprendía se entregaba al máximo y terminaba por convertirse en una nueva pasión. Como muestra, un botón: “Con la carrera aún sin terminar, me fui a Valencia, donde vivía mi madre, para vivir con ella un tiempo. Allí descubrí la danza, la música, y me puse a estudiar Canto en una escuela”; no se le dio mal, si se tiene en cuenta que se convirtió en toda una bailarina titulada que acabó enseñando en las mismas clases donde aprendió.

Problemas de salud familiar la obligaron a volver a la provincia jiennense, donde compatibilizó el cuidado de sus seres queridos con un renacimiento —en Úbeda, algo de lo más lógico— artístico que le insufló aliento: “Conocí a la actriz Ilda Fava y fue un flechazo”, reconoce. Trabajó como coreógrafa del grupo teatral que dirigía la intérprete argentina —fallecida en 2011— y, como si el destino se empeñara en no separarlas, ambas marcharon al mismo tiempo a Madrid, una por amor a la escena y la otra —la protagonista de estas páginas—, por amor a... Luis Lumbreras —no es el título de una película, no, aunque lo parezca—; un funcionario natural de la Sierra de Segura, fotógrafo vocacional que, a la hora de decidirse por un instrumento para traducir sus sentires en música, optó por uno de sonido tan misterioso como exuberante de nombre: el didyeridú. Con él —con Lumbreras, claro, no con el didyeridú— formó una familia que inauguraron con la llegada de Luna, en 2007, a la que se uniría, ya en tierras suizas, Alma, la otra hija de la pareja. En medio del alumbramiento de una y otra hay toda una historia que daría para el suplemento dominical de Diario JAÉN completo, de tan intensa y rica como es la vida de Adela Torralba y los suyos, pero puestos a resumir, el espíritu emprendedor de la ubetense resalta sobremanera en este relato, que termina con el matrimonio y sus pequeñas completamente asentados en Zúrich desde 2010; ella, al frente de una empresa de copas menstruales “made in Adela Torralba”, Naturcup, que le ocupa la mayoría del tiempo del que dispone pero que, eso sí, no le impide disfrutar de una ciudad que, a unos metros de su casa, le ofrece unas vistas maravillosas y un bosque paradisíaco. Allí viven y trabajan, rodeados de buenos amigos, mientras añoran a la familia, el tapeo “y los caracoles”, a los que ni las antenas les ven en Suiza.

¿Volver a España? Quién sabe. Para ella, poder vivir entre su país natal y el de adopción sería lo más de lo más. El tiempo, que no perdona lo que se hace sin contar con él —lo decía el pintor Poussin—, dirá.

úbeda en el alma

Adela Torralba recuerda el valor de algunas mujeres de su familia, hasta el punto de que afirma que ha tenido “cuatro madres”: una de ellas es su abuela Adela, “la Mami”, toda una institución en Úbeda”, asegura; su tía Pepa, con la que se crio; Miki, otra tía, con la que convivió durante su etapa de estudiante en la capital jiennense, y su madre propiamente dicha, Mari Carmen. Y es que tiene claro que su pasado, en el que Úbeda brilla con luz propia, es un patrimonio al que no solo no renuncia, sino que trata de mostrar a los suyos: “Las niñas van a clase de Cultura Española, para no perder las raíces”, afirma, y cada año, en vacaciones, pasan por la Sierra de Segura y la ciudad ubetense: “Para mí, Úbeda es un punto importante, y me gusta que mis hijas la conozcan”, apostilla. A casi dos mil kilómetros de Jaén, Torralba Muñoz es toda una embajadora de la tierra en la que nació.

calidad de vida

De Zúrich, en particular, y de Suiza en general destaca un sistema educativo de calidad en el que el arte es “asignatura troncal”. Dice que la fama de fríos de los suizos se derrite cuando se les conoce, y resalta el civismo que, en su opinión, derrochan los habitantes de aquel país: “Hay campos de flores con tijeras y huchas, para que quien quiera cortar una se la lleve y deje el dinero allí, y nunca se ha ido nadie sin pagar”, expresa, con admiración. Esa forma de ser, junto con el calor que le brindaron sus nuevos vecinos y la propia municipalidad al arribar a Zúrich, los conquistaron rápidamente: “Son gente maravillosa; nada más llegar, nos invitaban a los cumpleaños, y el Ayuntamiento nos dio una bienvenida con traductores, nos enseñó la ciudad y nos dio una charla sobre ella”, apostilla. “Nos sentimos muy bien tratados aquí”, concluye.

una “vida laboral” muy intensa y variada y un futuro que, por ahora, pasa por suiza
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Concibió su empresa en Madrid —con una amiga— mientras esperaba el nacimiento de su primera hija. Por entonces compaginaba su trabajo en un banco con su idea emprendedora y, tras una estancia de año y medio en la Sierra de Segura, Adela Torralba y su marido apostaron por un proyecto de “madre de día”, una suerte de “guardería familiar” en el propio hogar, que le abrió las puertas de Zúrich: “Me llamó mi amigo Esther González y me animó a irme, ya que allí sería mucho más rentable que en España”, recuerda. Así lo hicieron, y nada más llegar, se dio cuenta de que no se había equivocado. Posteriormente cerraron esa empresa y, ya con Naturcup en plena actividad, decidieron permanecer en Suiza. Esta es, muy muy sintetizada, la “vida laboral” de Adela Torralba Muñoz, quien afirma que, de no ser por el sistema de pensiones suizo, seguramente no se movería de allí: “Es difícil quedarse si no tienes un buen plan de pensiones o ahorros acumulados; un pensionista aquí, sin esos recursos, vive una situación complicada”, dice.

ochíos de úbeda en suiza
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En una ocasión, los Lumbreras Torralba recibieron la visita de unos amigos de Úbeda a los que no la empresaria veía desde hacía alrededor de veinte años. Hasta Zúrich les llevaron el sabor de su tierra, nunca mejor dicho, como muestra la foto, en la que no dan abasto a la hora de comer ochíos llevados desde Úbeda.

amiga del alma
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Rita es su “hermana suiza”: “Es mi vecina de arriba, una mujer maravillosa; su hija menor, Milla, y Luna son muy buenas amigas (este año nos la llevamos de vacaciones a España)”, asegura Torralba, que le agradece su ayuda con el idioma: “Me enseña y hace que me sienta como en casa”, concluye la ubetense

cicerones
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Viejos amigos de Úbeda la visitaron, y todos posaron en el centro de la ciudad con las populares torres de Fraumünster —con vidrieras de Chagall— de fondo. A la derecha de los retratados aparece la torre de la iglesia de San Peter, “célebre porque tiene un reloj en su torre con el diámetro más grande de Europa”, afirma.

todo un privilegio
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Al final de su calle hay un lago que la hace sentirse toda una privilegiada: “Poder pasear viendo estas vistas es todo un lujo”, asegura la empresaria ubetense, que celebra la cercanía de su residencia con lugares tan paradisíacos como este espacio acuático, además del bosque que, a cuatro pasos de su casa, disfruta.