De residencia en Bruselas

Cuatro años en Bélgica dan para mucho. Que se lo digan a Miguel Carlos Sánchez Muñoz, médico residente en anestesiología que ya ha pasado por varias ciudades del país y que, en un mes, irá a Suiza a concluir sus estudios

22 ago 2016 / 11:03 H.

“Un juego para los que buscan, quizás, el modo de dejar su mundo atrás. Así anunciaba el famoso tablero de “Jumanji”, a sus participantes, el comienzo de una partida que cambiaría para siempre el rumbo de sus vidas. Muchos de los niños que, hace un par de décadas, vivieron con incertidumbre y emoción las aventuras de Robin Williams y compañía, recordarán esa frase como un leitmotiv del que ellos, en algún momento, también habrían querido ser partícipes.

Pero no hay juego más apasionante y lleno de incógnitas que el devenir diario. Algo de esto sabe un joven que, como tantos jóvenes, partió hace cuatro años de su Linares natal para vivir la aventura más grande de su vida: convertirse en médico en Bélgica. Miguel Carlos Sánchez Muñoz, Migue para los amigos, no titubeó a la hora de plantearse su futuro. Un futuro que, en su caso, sería para dos, pues planeó mudarse al país belga con su pareja, Marina. Fueron varios los motivos que le hicieron decantarse por la opción de emigrar: “La posibilidad de recibir una muy buena formación en anestesia sin tener que hacer el examen MIR”, ya que, explica Miguel Carlos, “las vías de selección son diferentes a las de España”. Además, la crisis también hizo mella en su situación en pareja: “Mi novia es licenciada en Economía y en 2012 estábamos en plena decadencia, las posibilidades de trabajo para ella era muy reducidas y mal pagadas”. Aunque, por qué obviarlo, la oportunidad de vivir una experiencia en otro país tampoco le desagradaba. “Siempre me ha encantado viajar y después del magnifico recuerdo de mi año de Erasmus en Florencia, quería aprender otro idioma, otras costumbres y otra forma de ver la medicina”, recuerda.

Y así, sin mucha dilación, el recién licenciado en medicina se marchó a luchar por oportunidades en su carrera y la de su pareja. Cuatro años después, ha pasado por ciudades como Charlerio, Gilly, Mont-Godinne, Tournai y Bruselas, la capital, donde reside actualmente. En todas ellas, y en los hospitales donde ha trabajado, se ha tenido que desenvolver en francés. “Se aprende muy rápido cuando lo necesitas”, comenta el linarense, aunque reconoce que, al principio, se quedaba “cazando moscas”. “En unos seis meses ya puedes decir cualquier cosa, no siempre correctamente, pero lo que cuenta es que entiendas y te hagas entender”, explica.

Si bien nunca llegó a trabajar como médico en España, sabe de buena fuente que las condiciones laborales son, tanto en su sector como en el resto, mucho mejores que las españolas. ¿Los trabajos? “Mejor pagados, con más vacaciones, con más ayudas sociales... Aquí, los jóvenes se casan y tienen hijos antes gracias a una estabilidad difícil de alcanzar en España”. Tal vez por ello, Miguel Carlos señala que la vida de un belga gira en torno a su puesto de trabajo, algo que los hace más fríos. “Nunca me he sentido discriminado, ni mucho menos, pero sí diferente, quizá por la forma de los españoles de ver la vida y de tratar a la gente”, aclara el anestesista, que, quizá por sentirse más cerca de casa, vive con dos enfermeros almerienses.

En poco más de un mes, Miguel Carlos cambiará de destino una vez más para completar su formación. Para ello, se trasladará un año y medio a Ginebra (Suiza) para, después, intentar volver a casa. “Me siento muy afortunado de haber conocido a gente que nunca hubiese pensado conocer y de recibir una formación inmejorable para el futuro. Recomendaría la experiencia a cualquiera, es muy positiva. Se pueden pasar momentos difíciles, pero todo lo que vives te hace crecer personal y profesionalmente. Eso sí, un día habrá que volver para hacer de España un país mejor”, asevera.

Lo bueno y lo malo

Miguel Carlos Sánchez dejó atrás Linares y sus opciones de residencia médica en España por una oportunidad mejor: lograr, junto con su novia Marina, una estabilidad profesional y personal en pareja. El anestesista recuerda que, en 2012, las posibilidades de que Marina consiguiera un puesto “en lo suyo” eran escasas. Así que ambos, apoyados el uno en el otro, escogieron Bélgica como destino predilecto. Y parece que funcionó durante un tiempo. Sin embargo, la chica de Miguel Carlos tuvo que volver a replantear su situación: “Tuvo que marcharse a Londres porque no encontraba un trabajo en el que crecer, como yo tenía la suerte de tener”. Sin embargo, el joven reconoce que Marina se encuentra feliz en la capital británica y su relación continúa viento en popa.

En el otro lado de la balanza, sus mejores recuerdos pasan por la gente maravillosa que dice haberse encontrado en estos cuatro años.

Miedo tras “zaventem

“Después de los atentados de noviembre en París, el ambiente se enrareció, la gente salía menos, había muchos militares custodiando las calles y mucha presencia policial”. Así recuerda el anestesista de Linares cómo fue cambiando el ánimo de los belgas hasta que llegó el fatídico momento que tanto temían. El 22 de marzo, 35 personas perdían la vida en dos ataques terroristas, casi simultáneos, cometidos por seguidores del autoproclamado Estado Islámico, que tuvieron lugar en el aeropuerto de Zaventem y la red de metro de la capital. “Hubo mucho miedo. Desde entonces, intento no coger el metro y no ir donde hay grandes masificaciones de gente. Pero bueno, al final se te va olvidando y haces una vida normal”. Miguel Carlos no ve cambios en la política de inmigración, pero sí que asegura que los controles en aduanas y estaciones “son mucho más estrictos”.

Cómo hacer de una estancia laboral una experiencia que recordar para siempre
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Día a día, cualquiera tiene que lidiar con situaciones imprevisibles y darles, en muchos casos, soluciones forzosamente negativas. A priori, emigrar no parece ser plato de buen gusto, pero se puede tornar en una experiencia que te deje con el mejor sabor de boca. La juventud, la necesidad de ver mundo y las ganas de realizarse laboralmente, con una educación casi siempre de ámbito superior, suelen ser bazas a favor con las que los emigrantes jiennses cuentan a la hora de mudarse al extranjero. El médico residente del “Gachi” no duda de lo positivo del asunto: “Las condiciones de trabajo son muy buenas y encima creces mucísimo profesionalmente”. Obviamente, Miguel Carlos también puntúa que no todo lo que reluce es oro. “Es duro estar lejos de tu familia y de tu tierra, tienes la sensación de que te estás perdiendo muchas cosas”. Lo bueno es que vivir fuera te hace entrar en otra familia, la de los emigrados que están en tu situación. En la imagen, posa feliz con Seba, un amigo de Torreperogil que trabaja en un bar de Lovaina.

Una ciudad gélida con mucho que ofrecer
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Bruselas es la capital de Bélgica y de su región flamenca. Sede del gobierno y el Parlamento, es también “capital” de la UE, dada la tradición neutral del país en los conflictos europeos y gracias a su ubicación geográfica central en el continente. Una ciudad en la que, además del chocolate, también es característico el frío.

Un día en las carreras en el circuito de Spa
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El Circuito de Spa-Francorchamps es escenario de uno de los grandes premios que componen el calendario anual de Fórmula 1, el de Bélgica. Las instalaciones cuentan, además, con un museo del automóvil. Miguel Carlos pasó por allí junto con su hermana, Susana, y su novia, Marina.

Noches entre amigos italianos y españoles
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La sangre latina se nota. El clima, la cultura, las costumbres y la gastronomía de las penínsulas del sur de Europa profieren a españoles e italianos un carácter distinto, más cálido y cercano, altamente necesario cuando te rodeas de vecinos más serios y fríos. Aquí, en una cena italo-española.

Turismo por Bruselas en pareja
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Ubicado en el parque de Heysel, se conoce como Atomium a una estructura de 102 metros construida para la Exposición General de Bruselas en 1958. Representa un cristal de hierro ampliado 165 mil millones de veces. Miguel Carlos y Marina, su pareja, también han pasado por el Atomium más de una vez.