¿Deberes sí o deberes no?

30 abr 2017 / 12:22 H.

Me gustaría comenzar recordando lo que significa la palabra “deber”. He encontrado tres significados: a) Deber es estar obligado o atado a algo. b) También se refiere a hacer que alguien haga algo, utilizando la autoridad o la fuerza. c) Y por último “deber” es un estado o hecho de deberle algo a otro a cambio de cosas o servicios recibidos.

En torno a los deberes en cuestión encontramos que el estudiante recibe usualmente los deberes del profesor que se los pone. Por otro lado, vemos que los estudiantes se sienten obligados a corresponder por el esfuerzo que sus padres realizan al invertir por su formación. Mientras que el profesor tiene también cierto deber por la formación o el cargo que desempeña dentro de un Ministerio con la idea de instruir y crear en definitiva ese futuro de chavales que mañana serán el presente.

Alrededor de esas primeras obligaciones se desenvuelven todo tipo de dificultades y dudas como la que aquí planteamos con el ánimo de sacar alguna conclusión.

Pero principal y originalmente el deber de un estudiante va muy ligado a lo que realmente es un estudiante; por tanto sería interesante aclarar lo que significa “estudiante”. Un estudiante ante todo es un observador con la intención de averiguar más acerca de ello, lo observado, con la intención de lograr hacer cosas con ello, o sea, sacarle una utilidad a lo estudiado.

A las preguntas que se debaten en Jaén, también en Andalucia y resto de España en cuanto a la validez de los deberes, por cierto cuestionadas desde hace mucho tiempo y aún a la orden del día, quiero comenzar expresando mi opinión y luego dando las razones que me han llevado a pensar así. Opino que no debería haber deberes tal como existen hoy en día, puesto que creo recargan al alumno en exceso.

La razón de ello va en consonancia a la estela o rastro que va dejando un estudiante en la medida que va avanzando de curso y de edad. Un estudiante se va degradando o apartando más del estudio en la medida que va avanzando, y en esta proporción los deberes aumentan y cada vez son más pesados y el estudiante más lento, provocando una cierta robotización o desmotivación por parte de él llegando a coger el generalizado hábito de estudios que es el memorizar y estudiar para sacar nota sin más.

Hoy en día el 33% de los estudiantes sufren el fracaso escolar entre Primaria y la ESO, ya que antes de que acaben repiten algún curso o abandonan la escuela. Y según un informe de la Asociación Internacional para la Educación del Logro Educativo (IEA), al acabar la ESO, los estudiantes no tienen un nivel suficiente de lectura como para poder comprender los textos de su propio nivel.

El 32% de los estudiantes abandona los estudios antes de acabar la ESO o Bachiller. Aun así, si llegan a la Universidad, nos encontramos que al terminar el 80% declara que no se siente capacitado para ejercer en la profesión que ha estudiado. Ellos serán los futuros médicos, ingenieros, políticos, etcétera, que llevarán el país y declaran que no se sienten preparados. En resumen y la realidad lo muestra, tú mismo puedes salir a la calle y preguntar qué estudiaste dentro del sistema educativo y a qué te dedicas. La triste estadística que encontramos es que de 100 estudiantes que inician la primaria, 15 acaban una carrera profesional y de ellos 5 prosperan en su profesión. Por cierto, la profesión con más bajas laborales, con un 61%, es la de maestro. El jefe de Recursos Humanos de Google es tajante: “El expediente académico no sirve para nada. La proporción de trabajadores de Google sin título universitario no para de crecer. Las razones que han llevado a Google a dejar de valorar el expediente académico como criterio de contratación tienen que ver con la desconexión existente entre lo que se enseña en la universidad y el trabajo que se realiza en la compañía. Necesitas a gente a la que le guste averiguar cosas. La universidad sigue siendo un entorno artificial, una burbuja que premia a unos o a otros en función de unos criterios que nada tienen que ver con lo que se pide en el entorno laboral”.

La experiencia que he adquirido después de 33 años siendo estudiante, dando clases, rescatando estudiantes que abandonaron los estudios y devolviéndolos de nuevo al estudio y encauzando a jóvenes con el trabajo; me dice que el estudiante comienza a perder su identidad como estudiante a temprana edad, más concretamente en los primeros años donde aprende a leer. Lo dicho es avalado por la asociación mencionada anteriormente que divulgó, a través de la prensa, que “Los escolares españoles leen peor al terminar la ESO que a la mitad de la misma”. ¿Cómo es posible que un estudiante sea peor estudiante en la medida que avanza en el estudio?

Aquí demuestro que los deberes son acumulados año tras año. Un niño que no es habilidoso en el manejo de las palabras, que es la vía por la cual se transmiten las ideas, se encuentra en muchas ocasiones en confusión con lo que lee o escucha. He observado que el manejo del diccionario, en donde encontramos la comprensión de lo que cada palabra quiere decir, es una rareza, una dificultad e incluso algo muy lento, sobre todo cuando uno va siendo más mayor.

Me sorprendió después de impartir un seminario a 100 estudiantes de 4o de la ESO, que manifestaban abiertamente al final del seminario, que a la mayoría les habían dejado de interesar los estudios hacia 5o de Primaria y a partir de ahí acumulaban más y más obligaciones y deberes. Y que estos eran realizados cotidianamente de una manera impuesta. Anteriormente, tantee entre ellos y me sorprendió ver que no sabían decirme lo que significaban palabras como “gramática” o “ciencia”, palabras fundamentales que sin saberlas es difícil entender el título de la propia asignatura. Esto lo puedes comprobar tú mismo ahora. Por tanto, podemos afirmar que la primera palabra malentendida en un tema es la clave de las palabras malentendidas posteriores en ese tema.

Así vemos que el sentido de la obligación y el deber va deteriorándose en la medida que el estudiante acumula sus deberes.

Ahora bien, si obligamos a la fuerza a que el estudiante haga los deberes o cumpla con sus obligaciones sin corregir lo anterior o más aún sin que el mismo sepa cómo estudiar podemos encontrarnos con la triste estadística, que nos atañe, como que anualmente se suicidan más de 600 chavales por motivos escolares. ¿Y cuántos pensaron suicidarse?...

Recientemente en otro colegio realicé una encuesta y sus resultados reflejaban claramente que el estudiante no sabía cómo estudiar. No se les enseña realmente a cómo estudiar. Esto es el pan de cada día, lo veo a diario... subrayar, hacer esquemas, resúmenes, repetir como un loro, posicionarte en la habitación, etcétera... son pamplinas. Hay que aprende a cómo leer, y esto viene mucho antes.

El manejo adecuado de las personas demuestra que se puede dar apoyo mediante el razonamiento práctico y por medio del entusiasmo creativo basado en la razón.