Dentista en el frío Yorkshire

Lleva cinco años en Leeds y está tan a gusto que no se marca fecha de regreso. El linarense Carlos Rodríguez Aguilar se dedica a la odontología en Reino Unido, aunque se mudó allí principalmente para aprender inglés

15 ago 2016 / 14:21 H.

Hay quienes dicen que no hay mejor vida que la universitaria. Que las mejores experiencias se viven en los campus y que las mejores amistades se fraguan entre aula y aula de la facultad. Puede que existan grandes dosis de verdad en ello para los que nunca han dejado atrás el calor de su hogar o la tranquilidad de su zona de confort. Sin embargo, quien da un giro completo para empezar de cero en otro país, sabrá explicar como nadie lo que significa de verdad “la mejor experiencia de tu vida”.

Y si no, que se lo pregunten a Carlos Rodríguez Aguilar, un linarense de 29 años que atesora ya un lustro de enriquecedoras vivencias en Leeds, una de las grandes ciudades del condado norteño West Yorkshire. Licenciado en Odontología por la UEM hace ya cinco años, no se lo pensó mucho a la hora de coger las maletas y poner rumbo a tierras inglesas, aunque con una particularidad. Llegaba el punto álgido de la crisis española y el joven, lejos de bregar por un puesto de trabajo inmediato, se lo tomó con calma y comenzó por ponerse una meta básica y algo más “sencilla”: aprender el idioma. “Desde pequeño me ha interesado el inglés, por la música, por internet... Quería aprenderlo sí o sí”. Y vaya si aprendió. La lengua más universal le abrió las puertas a poder ejercer su profesión en una Inglaterra que, según Carlos, trata muy bien a los empleados con titulación superior. “En Reino Unido, la educación superior es completamente privada, por lo que la mano de obra cualificada se paga muy bien”, apunta el odontólogo, al tiempo que afirma sentirse muy a gusto en el país. “Conozco a bastantes españoles aquí y su felicidad siempre está condicionada por su puesto, es frustrante trabajar de camarero en el extranjero cuando has estudiado una carrera. Eso sí, si tienes la suerte de trabajar en lo tuyo, Reino Unido es un buen país para crecer”, señala.

Algo en lo que todos los jiennenses que viven en Inglaterra coinciden es en que, aun fregando platos, las condiciones de trabajo siempre favorecen el desarrollo profesional y los sueldos acaban mereciendo más la pena. “¿Las condiciones laborales? Mucho mejores que en España. Yo soy autónomo y pago alrededor de 60 euros al año, mientras que allí —España— creo que rondan los 300 mensuales”. Además, afirma el linarense, “te valoran incluso como camarero y te pagan hasta la última hora extra, las empresas son muy profesionales y cuidan mucho a sus empleados. Y eso que no hay sindicatos”. Un buen resumen el de Carlos: “El amiguismo está mucho menos extendido”.

Podría decirse que cinco años dan para mucho y que, con una pareja británica y un cargo laboral más que consolidado, el linarense no siente la llamada inminente de la vuelta a casa, aunque tiene claro cuál es su tierra y la suerte de su cultura. “Me siento muy afortunado de ser español, pero me encanta viajar y conocer otras culturas, aprender de ellas”, por lo que, argumenta el joven, “si fuera británico habría seguido el camino inverso”. Como pez en el agua en la fría isla, se sabe querido de vuelta en el país que lo acoge. “Quitando casos aislados, los ingleses suelen ser muy educados”, dice al pararse a pensar en el trato que ha recibido de sus vecinos de Leeds. Carlos siente que los españoles caen bien, por norma general, a los británicos. “Como en todos lados, hay gente inculta que se cree mejor por su nivel de pigmentación, pero como digo, son casos muy puntuales”, argumenta. Lo mejor, como siempre, las relaciones forjadas con gente de todo el mundo y, por supuesto, la madurez para salir adelante. “Conseguir sacarte las castañas del fuego con apenas nada te hace un hombre”. Al menos, por su parte, demostrado queda.

Adaptarse o morir

Abrir etapa conlleva un plus de dificultad cuando se hace en otro país. Sin embargo, actitud y constancia son las aliadas perfectas para ganarle la batalla a la frustración que se desprende de comprobar que, al principio, todo cuesta un poco más. “Es un poco complicado, pero, como le digo a mis amigos españoles, todo es ponerse con el inglés”, razona el linarense, a estas alturas ya cum-laude en la lengua de Shakespeare.

Amoldarse a las costumbres y a sus gentes, tan distintas a los latinos, es la siguiente barrera que superar. “Lo más chocante para mí fue montarme, por primera vez, en un taxi con el volante al otro lado”, recuerda Carlos, quien argumenta que, a día de hoy, el Reino Unido está tan globalizado que las costumbres puramente inglesas están por desaparecer. Lo que más le cuesta, dice: Hacerse a la comida y a los restaurantes. “El tiempo hasta lo aguanto”, bromea.

En contra del Brexit

A tenor de esas costumbres tan británicas que están por desaparecer a causa, en parte, de la globalización que traen consigo tantos ciudadanos extranjeros a la isla, muchos de sus habitantes dijeron “Sí” a romper el vínculo que une a Reino Unido con la Unión Europea (UE) desde 1973. “Es mayor la presencia de personas de Oriente Medio, por lo que creo que el Brexit va más allá de la UE”, considera el joven dentista. A él, que vivió el revuelo del 23J en Leeds, le sentó bastante mal que muchos compañeros con los que trabaja día a día votaran a favor del Brexit. “Inglaterra está perdiendo sus raíces y lo entiendo en parte. Cuando España ‘iba bien’, todos se quejaban de los inmigrantes que buscaban trabajo”, alega. En su caso, asegura que la ley convertirá en residente a todo aquel que lleve más de cinco años en el país, como es su caso.

La oportunidad laboral que esperaba y con un porvenir más que esperanzador
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A gusto. Así se encuentra Carlos Rodríguez en su gabinete de Oasis Dental Care Pontefract. Paga una cuota de autónomo, eso sí, pero ni de lejos se siente asfixiado como muchos pequeños y medianos empresarios españoles. Su contribución al estado inglés no supera los sesenta euros anuales, algo impensable para jóvenes emprendedores nacionales, que ven cómo las famosas “tarifas planas” se acaban antes de que el negocio comience a despegar.

En cuanto a su visión de las ayudas estatales a las empresas: “Desde mi experiencia en Inglaterra, he comprendido que si no ayudas a las empresas, las empresas no ayudarán al trabajador. El empleo no lo crea un gobierno, sino una empresa”. Desde la lejanía, Carlos Rodríguez Aguilar observa cómo la ley laboral española queda cada vez más obsoleta. “Aquí —Reino Unido— hay muchas posibilidades de progresar en la empresa, la mayoría de ellas son muy profesionales”, dice el joven, convencido de que, una vez desenvuelto con el inglés, las puertas a encontrar un puesto relacionado con tu titulación “se multiplican”.

Apasionado de los deportes en “UK”
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Si hay algo de lo que realmente disfrute Carlos Rodríguez Aguilar durante su estadía en el Reino Unido, probablemente sea de los deportes. En la imagen, el linarense fue espectador de un encuentro de rugby que se celebró en el Headingley Carnegie de Leeds.

Un guía perfecto para los amigos
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Las visitas de seres queridos, esa pieza indispensable para sentirse un poco más como en casa en el extranjero, tampoco faltan en la ajetreada vida británica del odontólogo. Uno de sus amigos, el linarense Javi López, pasó unos días por Leeds con Carlos. Aquí, en Roundhay Park.

Muy Español, pero seguidor del chelsea
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El rojo y el amarillo, señas de identidad de la enseña nacional, son los colores que lleva en el corazón. Pero la filiación deportiva es otra cosa, y ahí, al menos en tierras inglesas, prima el azul del heráldico león del Chelsea, uno de los clubes con más solera de la Premier League.

Siempre acompañado con la mejor sonrisa
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Sobre todo en países como Inglaterra, hay que aplicar más que nunca eso de “al mal tiempo, buena cara”. El linarense lo aplica a la perfección gracias, en muchas ocasiones, a la compañía de sus amigos. Sonrientes ambos, Carlos y Fede posan de esta guisa en un encuentro del Chelsea.