El bulevar francés de Jaén

El nacimiento de la estación del ferrocarril consiguió unir una zona de huertas con el centro neurálgico de la capital a través de un camino, inexistente en los primigenios planos, conocido hoy en día como Paseo de la Estación, una arteria que determinó un modelo de crecimiento inalterable

12 nov 2017 / 11:01 H.

El punto de partida es 1881. Fue el año en el que nació la Estación del Ferrocarril en Jaén, una infraestructura urbana que subió a la capital al carro de la modernidad y la globalidad de forma parecida a la que aportan, en la actualidad, los aeropuertos. El centro neurálgico era, en aquel momento, la conocida entonces como Plaza del Mercado. Mesones, tabernas, carnicerías, tiendas, talleres... La actividad comercial bullía en la llamada, hoy en día, Plaza de la Constitución. Sin embargo, las líneas férreas, que traían en sus vagones una nueva economía, se situaron estratégicamente en el norte de la ciudad. Fue el edificio de viajeros por ferrocarril el que, precisamente, determinó el modelo de crecimiento de Jaén a través de un eje de conexión nacido de un camino invisible salpicado de huertas. El nacimiento y la evolución del Paseo de la Estación, que consiguió conectar la estación ferroviaria con el centro de la capital, es el resultado de un exhaustivo trabajo de investigación realizado por una arquitecta mexicana afincada en Jaén. Claudia Cecilia Correa Alvarado obtuvo “Cum Laude” en una tesis doctoral que supone un documento inédito de una de las principales arterias, el verdadero bulevar francés jiennense.

El estudio comenzó gracias a la observación que esta profesional de la Arquitectura hizo del conocido como Banco de España. “Convencida de que en todas las ciudades hay edificios singulares convertidos en emblemas de su desarrollo, fijé mi mirada en la construcción que realizó el prestigioso Rafael Moneo Vallés para confirmar mi hipótesis”, explica. El análisis del inmueble y de su emplazamiento puso al descubierto que se trata de una pieza arquitectónica levantada en ese preciso lugar, entre otros factores, debido a la importancia de la zona. La elección del solar no fue casual. “Fue el resultado de la búsqueda de un protagonismo, la entrada a la ciudad, la gran vía de expansión moderna de un trazado de finales del siglo XIX”, explica.

Fue así como surgió la idea de centrar sus investigaciones en el Paseo de la Estación, un original trabajo que rescata planos inéditos, imágenes nunca vistas y datos de un valor incalculable para profundizar con detalle en la historia de la capital. El “camino hacia la Estación” nació el 29 de abril de 1881. En sus orígenes era un espectacular paseo, propio de la época, ideado para conectar dos puntos: la ciudad histórica y la estación ferroviaria abierta a un mundo desconocido. La tesis doctoral de Claudia Cecilia Correa está dividida en cinco fases cronológicas que evidencian la transformación del Paseo de la Estación, paralelas a los cinco Planes Generales de Ordenación Urbana de la ciudad.

“Queda claro en el estudio que Jaén no es París. Tampoco Londres. Sin embargo, sí que se vio favorecida por el impacto del ferrocarril acorde con un territorio más pequeño y con una economía eminentemente agrícola”, añade la protagonista. La mejora urbana se experimenta a través de un eje muy importante que enlazará el punto de llegada del tren con una tímida apertura de la ciudad medieval y moderna del siglo XVI. Una arteria que se configura a la moda del bulevar francés, viario y de gran avenida con paseos arbolados. ¿Cómo fue su construcción? La investigación de esta arquitecta mexicana da todo lujo de detalles. Numerosas huertas que cercaban la ciudad, atravesadas por el arroyo del Matadero y una red de acequias, fueron el punto de partida de este gran vial. Su construcción tuvo dos fases bien diferenciadas: la obra de ingeniería y la de arquitectura. La primera fue redactada por el ingeniero Ricardo Herrera y se centró en expropiar los terrenos agrícolas que recorrían desde la actual Plaza Jaén por la Paz hasta el comienzo de la calle Roldán y Marín, justo donde termina el trazado tranviario. Fue un proceso tranquilo, sin reclamaciones por el valor del suelo agrario en el que las familias bien posicionadas apostaron por la construcción de sus viviendas y sus negocios en un lugar de moda. La segunda fue más complicada, ya que una muralla y el mismo matadero obstaculizaban la conexión con la entonces conocida como Plaza del Mercado, la auténtica transformación de la prolongación del paseo en el núcleo urbano. Para ejecutar esta articulación se hizo el encargo de un proyecto de ensanche de la calle Fontanilla a Ricardo Marcos y Bausá, arquitecto municipal en 1882, que vio cómo la obra se retrasó dos años por culpa de los desacuerdos de los afectados por expropiaciones forzosas de sus construcciones.

burguesía. El “camino hacia la Estación” era una línea recta con una anchura de veinte metros para el deleite de los jiennenses a pie o en carruajes. Su diseño fue importado de Europa. Se convirtió en la obra urbanística más importante de la burguesía, una nueva estructura urbana constituida por un gran bulevar sinónimo de calidad de vida en el comienzo del siglo del progreso. Los ciudadanos acudían a este paseo para ver y ser vistos como una especie de salón urbano para la relación interpersonal. Según Claudia Cecilia Correa, el planteamiento era similar al del Paseo de las Delicias de Madrid, que retrató Francisco Bayeu, cuñado de Goya, en su obra pictórica.

En su estudio desvela cómo poco a poco surgieron construcciones a ambos lados de la calzada, casas palaciegas convertidas en residencias de jiennenses que compartían con pequeñas industrias. Una arquitectura armónica y elegante que estrenó Mercedes Viedma, cuya casa encargó al arquitecto Juan de Dios Carrillo. Se trata del primer edificio construido en el margen izquierdo. Fue a principios de 1883. Hay datos curiosos, como el nuevo alumbrado, que se inauguró el 27 de mayo de 1891. Además de los árboles, las farolas y los bancos, existen otros elementos muy significativos. Son las columnas de piedra que enmarcan la entrada por la calle Rastro. Teatros, cines, museos y un sinfín de verdaderas bellezas arquitectónicas y culturales fueron los sustitutos de los terrenos dedicados a huertas.

Fue en 1908 cuando el Paseo de la Estación pasó a llamarse Paseo de Alfonso XIII. Antes era conocido como “Paseo del Marqués de Casa Loring”. En este periodo se construyó la Plaza de las Batallas, un hito histórico en esta singular arteria. Pronto empezaron a aparecer edificios importantes, algunos de los cuales todavía perduran, como el asilo de las Hermanitas de los Pobres. Todos están perfectamente datados en la tesis doctoral de esta arquitecta mexicana. No solo aparecen en su estudio quiénes eran los propietarios, sino también el nombre de los arquitectos que los diseñaron e, incluso, dibujos y planos de su fisonomía. Además, en los más representativos se puede apreciar su evolución con el paso de los años.

Poco a poco, este lugar se convirtió en uno de los más transitados. Se llenó de edificaciones que combinaban vivienda con taller, comercio, consulta médica y oficina. En torno a 1940 pasó a denominarse Avenida del Generalísimo. Fue la conocida como etapa del ensanche, liderada por el reconocido arquitecto Luis Berges. En ella se llevaron a cabo dos obras relevantes para la historia del urbanismo de Jaén: Las Protegidas y el edificio de Maternidad. A partir de los años setenta del siglo pasado se produjo un salto de gigante que, curiosamente, Claudia Cecilia Correa no entra a valorar en su investigación. Simplemente, se limita a detallar objetivamente, con planos y dibujos, el desarrollo urbanístico de esta zona de Jaén. Lo que sí queda claro es que la especulación fue la causa de la demoledora sustitución de piezas del eclecticismo por bloques en altura. Llegados a este punto, la investigadora plantea una paradoja: la Estación del Ferrocarril fue el motivo fundamental para proyectar el Paseo de la Estación y, sin embargo, con el paso del tiempo esta infraestructura se convirtió en una auténtica barrera para el crecimiento urbano. Fue por esto por lo que, en 1986, se trasladó a un lateral como solución para dejar abierto el eje al extrarradio de la capital. La Plaza Jaén por la Paz adquirió, entonces, el carácter de vestíbulo o puerta de entrada. Termina la tesis doctoral con el Banco de España, el mismo en el que la investigadora pasó días enteros para realizar su obra de arte. El trabajo se convierte en un poderoso caudal de conocimiento para la identidad colectiva digno de una exposición.