El paraje de Los Goznillos

Ubicado en Sierra Mágina, está conformado por dos barrancos principales

18 dic 2016 / 11:14 H.

Nuestro estimado José Cuatrecasas (1), en la descripción orográfica de Mágina, describe este paraje de Los Golliznos como: “falda abrupta, interrumpida con numerosos peñascos de formas irregulares, cilindráceos y de varias piezas, en los que la imaginación humana quiere ver figuras grotescas de nuestro mundo”.

Esta “terra inhóspita”, singular y desconocido paraje, reino de la Perdiguera (H. frigidulum, un endemismo singular de Mágina), lastones, pendejas y piornales, está situado en la vertiente norte del barranco del Gargantón; entre su nacimiento y La Fuentezuela. Conformado por dos barrancos principales (del Gollizno y del Sabinar) y otros secundarios, se encuentra jalonado de numerosas formaciones pétreas alargadas e irregulares, conformando un sinfín de angosturas y cerradas, de pendientes muy acusadas, que constituyen un paisaje laberíntico y de una belleza inigualable. La ruta se inicia junto al puente del Gargantón, en Bélmez de la Moraleda tomando la senda clásica que sube al nacimiento “oficial” del río Gargantón. Tras rebasar el nacimiento, desde aquí y siguiendo el cauce seco, llego a un encajonamiento muy acusado donde brota el agua del Gargantón, para filtrarse y rebrotar más abajo.

Aquí comienza una exigente ascensión por el primer gran barranco, “del Sabinar”, ya que en su zona alta posee un bosquete de sabinas bastante denso (desconozco que posea otro nombre específico). Aquí el grado de dificultad lo puede marcar cada uno. Puede recorrerse el fondo del barranco e ir haciendo trepadas y destrepadas o ir cambiando de vertiente, buscando el camino más fácil para cada uno. Lo más importante es llevar botas de buena adherencia, pues hay grandes lanchas, con piedra muy fracturada y suelta y, por supuesto, procurar caminar por terreno seco. Este primer barranco, del Sabinar, se abre en su zona alta en dos. A la izquierda bastante más suave en cuanto a la pendiente y otro mucho más atractivo, a la derecha, mucho más abrupto y con abundantes sabinas, desembocando junto al Collado del Belloto o Cortijo del Gordo.

Desde aquí, hay que dirigirse a la parte alta del paraje de la Fuentezuela, descubriendo varias chozas en bastante buen estado y con uso en la actualidad. En una de ellas, se encuentra una hermosa cruz metálica. Aunque repintada, es la cruz original de los Montañeros de Jaén, que situaron hace muchos años, en la Peña de Jaén.

Desde este punto se desciende por la fuente de los Frailes (o de las Hadas) a la Fuentezuela para tomar un respiro y dirigirnos a la Cueva de los Lobos. Ésta, es una oquedad amplia, protegida por un enorme rosal silvestre. No es fácil llegar a ella. En el pasillo que da acceso a la cueva hay un gran pino salgareño con un resiego. Desde aquí comienza el descenso por el barranco del Gollizno para buscar la fuente de igual nombre, que aunque abandonada, se aprecia junto al nacimiento un tornajo de madera, también de pino salgareño.

El descenso por este barranco es bastante más suave que la subida por el Sabinar, pues se camina con mucha mayor comodidad al no estar tan encajonado como el primero. Cuando se llega al nacimiento del Gargantón, podemos subir unos metros para ver los llanos de Cerro Gordo. Es una zona que fue intensamente cultivada antaño, con presencia de numerosos albarraces y majanos y una choza excavada en la tierra, cuyo techo se ha hundido.

Finaliza esta atractiva y divertida ruta, junto a la ruinas de un antiguo molino situado en esta vertiente del Gargantón. Antes de realizar una ruta de estas características, valora tu forma física, recaba abundante información sobre la montaña que vas a acometer; utiliza ropa adecuada, pantalón largo y botas de senderismo con caña alta y actúa con prudencia en todo momento, no excediendo tu capacidad.

(1) José Cuatrecasas Arrumí fue un ilustre botánico y farmacéutico español, que influyó decisivamente en la renovación del estudio de la Historia Natural en España, tanto por la calidad de sus propios estudios como por la influencia ejercida de los altos cargos que desempeñó (Universidad y Jardín Botánico). Autor de una prolongada carrera, permite considerarlo como uno de los botánicos españoles más importantes. Brillante discípulo de otra eminencia, Pius Font i Quer, al cual le dedicó el descubrimiento del endemismo mundial de Sierra Mágina Jurinea fontqueri. Cuatrecasas, tras una campaña botánica en Alcaraz, visitó a su maestro en Sierra Nevada. Desde allí observó la incomparable silueta de Sierra Mágina y decidió estudiar la botánica de Mágina, inexplorada hasta entonces. La recorrió extensamente y tal fue la riqueza y variedad de flora singular y endemismos botánicos, que transformó este estudio en su tesis doctoral Estudios sobre la flora y vegetación del macizo de Mágina, presentado en 1928. Además del propio estudio de flora, incorporó un extenso estudio geológico y ecológico, con descripciones físicas del territorio y series de vegetación, que aún hoy siguen teniendo plena vigencia. También contribuyó a dar a conocer la distribución de la Violeta de Cazorla, Viola cazorlensis, con una trabajo en 1935.