El trato de Cortijos Nuevos

Festival internacional del aire

14 may 2017 / 11:02 H.

En Cortijos Nuevos, en un punto intermedio para todas las partes implicadas, se fraguó la alianza de la unión temporal de empresas que pujó, y tuvo éxito, para adjudicarse el concurso público para la gestión del centro de ocio y turismo que la Diputación y la Junta construyeron en el embarcadero de El Tranco. Los “valientes” son Raúl Gil Romera y su hermano Antonio, de Tourofertas y la potente empresa de transportes Gil San; Alberto Moya, de Nattule; Teodoro López Nieto, del restaurante El Cruce, y Manuel Javier Sánchez Pérez, de la casa rural Los Parrales. La idea, realmente, fue de los dos Gil Romera; se fraguó gracias a ellos y su empresa de autobuses es el aval. Querían diversificar la actividad y tenían en mente el centro de ocio”, recuerda Moya, jiennense, como los otros cuatro responsables de dar vida al complejo.

“Después de ellos me sumé yo, que ya era socio de Antonio, con lo que entré a tope. Vengo del mundo del Derecho y el ecoturismo y tenía experiencia en concursos públicos, lo que vino bien para la licitación, como también que ya estuviera en marcha el proyecto de Nattule (especializado en el turismo de aventura). Para la restauración sabíamos que teníamos que contar con alguien solvente y así pensamos en Teo y Manuel, que tienen una tremenda experiencia”, revela.

Una de las primeras cosas que hicieron, antes de optar a la adjudicación, fue visitar las instalaciones, que ya estaban construidas, para, de esta forma, saber qué era lo que había que hacer, los pros y los contras de empezar esta aventura. El interés por mejorar el complejo, una vez que supieron que podían explotarlo, les llevó a invertir medio millón de euros en mejoras, cuatro veces lo previsto inicialmente. Pero antes hubo que plasmar por escrito sus ideas en una propuesta que convenciera a la Diputación para, de esta forma, ser los mejores de entre todas las empresas que optaban. Antonio Gil y Alberto Moya recuerdan de esos días previos jornadas de más de veinticuatro horas sin pegar ojo. “Teníamos competencia de una empresa fuerte de la zona, estuvimos ahí, mano a mano, pero al final nos llevamos el gato al agua”, apunta Moya, que deja claro que fue determinante para poder comenzar esta andadura la solvencia de Gil San. Ello les abrió las puertas del banco para poder solicitar el crédito que les permitió depositar la fianza requerida por las administraciones públicas. Es la garantía de que cumplirán el contrato suscrito para ocho años, prorrogables por otros tantos. El centro abrió sus puertas el 14 de julio de 2016 y, desde entonces, son ya cuarenta mil los visitantes, con un pico de trabajadores de 24.

Una de los secretos de este buen comienzo es la apuesta por la restauración en un lugar agradable, que no sea solo una mera parada “técnica”. De ahí que una de las obsesiones fuera encontrar una decoración adecuada y darle un toque local, pero moderno, lo que consiguieron con mano de obra de la zona, desde los albañiles a los herreros que trabajaron en el montaje de todas las instalaciones. Por eso es fundamental, recuerdan los responsables del proyecto, el papel de los cocineros Sonia Muñoz, que es la jefa de los fogones, junto con Juan José López Cobo, Feliciano Casas y Alhucema Sánchez.

Otra de las estrellas de la plantilla es Joaquín Santos, el capitán del barco, que realmente es un patrón portuario, que cambió la actividad frenética de Algeciras por las apacibles aguas de El Tranco. Aunque encontrar a este trabajador en el interior de Andalucía parezca complejo, lo cierto es que la empresa tiene más de treinta currículos de este perfil, dispuestos a trabajar en el pantano.

Muy importante también, como deja claro el responsable de Nattule, es el modelo de gestión, plasmado en la web corporativa, llamada Tranco.es. Toda la experiencia tecnológica ya adquirida por Moya y sus socios se plasmó en la forma de trabajar, con reservas “on line” y mucha eficiencia para lograr que, por ejemplo, el restaurante prácticamente esté lleno con antelación todos los fines de semana. También es necesaria para este equipo la colaboración con otras instituciones y firmas locales, lo que se demuestra en la colaboración con la Carrera BTT del Festival Internacional del Aire o el aceite Tierra de Tavara. Entre sus proyectos, la construcción de una pasarela de madera, justo donde se bifurcan las dos rutas que ofrecen por el pantano. “Hemos empezado muy fuerte y creo que irá a más. Ya atraemos a gente de la zona y también de fuera”, afirma Alberto Moya, convencido de la necesidad de participar en ferias como Fitur, World Trade Marquet y certámenes sectoriales sobre ornitología y ecoturismo.

“me parece espectacular”