El último curso del “Ramón Calatayud”

El 22 de julio de 1969 se inauguraba un centro educativo pionero para la época. En el primer curso casi 1.300 alumnos se formaron en sus aulas. Ahora, se despide para fusionarse con el Peñamefécit a partir de septiembre

25 jun 2016 / 21:43 H.

Cuando el curso 2015/2016 da sus últimos estertores, el CEIP Ramón Calatayud emprende también su último viaje para fusionarse con el centro vecino en una nueva unidad aún sin nombre. Lejos queda ya 1967 cuando las excavadoras comenzaron a preparar los terrenos en los que se levantaría uno de los colegios punteros de la época, edificado con arreglo a las propuestas educativas más rompedoras que incluían distintos tipos físicos de agrupamiento de alumnos como las sesiones de Gran Grupo y las aulas con capacidad variable y paredes móviles junto con todos los servicios imaginables. Algo poco común hace medio siglo.

Aquella nueva oferta educativa llevaría el nombre de Ramón Calatayud en homenaje al que aquel año, sería investido como alcalde de Jaén. Su ingente labor en la ciudad incluyó el trazado del Gran Eje y Muñoz Grandes, la compra de los terrenos en los que se instalaría el Polígono de los Olivares, la primera fase de La Salobreja, el mercado de Peñamefécit o, en el terreno educativo, el Colegio Universitario en el edificio de Peritos o la reforma y nueva construcción de varios colegios. El entonces “Colegio Nacional Mixto Comarcal” se inauguró el 22 de julio de 1969 y comenzó su andadura con 1.280 alumnos en 32 aulas a lo largo de febrero de 1970. Su coste ascendió a unos 20 millones de las antiguas pesetas. Según las actas de la primera escolarización se coparon enseguida las plazas para varones y, de hecho faltaron, mientras que las adscritas para niñas quedaron libres en buena medida. Todo ello en aulas con un número de alumnos que ahora se sería claramente excesivo: De 31 a 44 niños y niñas en cada clase.

Además, en 1971 se añadieron las cinco unidades parroquiales y de la Hermandad de Labradores de Santa Isabel con lo que las dimensiones del colegio pasaron a ser de las mayores de la ciudad dando lugar a los problemas que fácilmente podemos imaginar y que llevaron a su primer director, Gumersindo Tobaruela, que desempeñaría su labor hasta su jubilación en 1979, a incluir estas palabras en uno de las primeras sesiones del Claustro de profesores: “quiero expresar mi agradecimiento a toda la plantilla docente del colegio, en razón a que el espíritu de colaboración en el deseo de mantener una perfecta armonía, aceptan de buen grado y sin reservas mentales, el excesivo número de alumnos que cada nivel tiene. Rasgo loable que los dignifica como docentes”.

El centro continuó su andadura con nueve directores que han llegado hasta hoy: Lucrecia Pareja, Manuel Martínez de Miguel, Ángel Uceda, José Sáez, Antonio Navarro, Enrique Fernández, Antonio Parras, Fernando J. Redrao, Francisca Valero y el casi incalculable número de maestros y maestras que han poblado sus aulas durante los prácticamente cincuenta años en los que el colegio ha abierto sus puertas a la comunidad del barrio de Peñamefécit.

En 1979 se advierten problemas en la construcción de los edificios del colegio y se decide que, durante las obras de urgente reparación, la segunda etapa de EGB se trasladara al colegio Muñoz Garnica. Poco después, en 1982, debido a la construcción del edificio colindante, el muro de contención del patio con el Gran Eje presentó peligro de derrumbe y hubo que actuar rápidamente. Se pensó en habilitar una nueva entrada al centro por dicha avenida pero nunca se llegó a realizar. Posteriormente, se cedió la mitad de uno de los edificios para el centro de Educación de Adultos Antonio Machado y se construyó uno nuevo dedicado a Preescolar, separándose el patio central con un muro, que sigue en la actualidad.

Cincuenta años dan para mucho y la vida colegial del Ramón Calatayud ha incluido a lo largo de su historia desde ser los pioneros en Jaén en los concursos escolares de melenchones, a organizar los primeros concursos de ajedrez infantil, representaciones teatrales o haber obtenido galardones en certámenes de diferente índole desde el ámbito local hasta el nacional. El alumnado siempre ha tenido como orgullo personal haberse formado en el colegio y de ello tenemos pruebas abundantes en las distintas reuniones de antiguos alumnos que se han ido realizando a lo largo del tiempo.

Especial mención hemos de realizar al desarrollo de programas de impulso de la lectura y de uso de la Biblioteca Escolar o la edición de una revista puntera en el ámbito educativo como fue “Rayud”, galardonada en varias ocasiones y en la que han colaborado desde Antonio Muñoz Molina a Salvador Compán pasando por Juan Eslava Galán entre otros.

El colegio, nuestro colegio, se fusiona y “muere” pero renace cada día en nuestro recuerdo. Lo que somos se lo debemos a sus aulas, a sus patios, a lo que en él sentimos. En uno de los pasillos había un cartel que decía: Aquí estamos aprendiendo a vivir. Y en esa asignatura, sin duda alguna, aprobamos con nota.

Adiós a cincuenta años de educación y de enseñanza. Pero siempre nos quedará la satisfacción de poder decir que “yo fui del Ramón Calatayud”.