En busca de verdes rarezas

El Instituto de Investigación Agraria y Pesquera estudia el material genético de los olivos con el objetivo de descubrir nuevos ejemplares desconocidos y enriquecer la colección de variedades

31 mar 2019 / 16:15 H.

Será por olivos en Jaén y en el resto de Andalucía. Pues bien, parece ser que cada uno, como se suele decir, es de su padre y de su madre. Hay rarezas en el campo jiennense que son dignas de ensalzar, y para ello existe el Instituto de Investigación y Formación Agraria y Pesquera (Ifapa), que estrecha lazos con otras entidades para clasificar todas y cada una de las variedades que existen, no solo en Jaén, sino en el resto del territorio andaluz. Tal y como destaca Juan Cano, del centro Ifapa Venta del Llano, se trata de un proyecto que echó a andar una vez se aprobó en 2011 y que ahora, con ocho años de vida, persigue el mismo objetivo con el que se formó: buscar nuevas variedades de olivo.

El procedimiento a seguir, tal y como explica Cano, tiene una serie de pasos. “Un agricultor, por poner un ejemplo, se pone en contacto con nosotros y nos dice que hay un olivo muy raro, que no es como los demás. Entonces, localizamos el punto exacto con un GPS y vamos hasta allí”, relata el investigador, a la vez que afirma que esto ocurre cuando el propio agricultor no se ve capaz de reconocer la variedad de árbol ante la que se encuentra. “A veces ocurre que preguntan a otros vecinos o compañeros del campo y ni siquiera ellos saben decir qué clase de olivo es, motivo por el que recurren a nosotros”, asegura Cano.

Asimismo, hay otras entidades que también ponen sobre alerta al Ifapa. Las Oficinas Comarcales Agrarias (OCA) ponen su granito de arena en esta búsqueda de verdes rarezas. En este sentido, una vez que los profesionales de Ifapa están frente al árbol, le hacen fotografías, toman muestras de las hojas y de las estacas. ¿Para qué? La solución es “fácil”, puesto que las hojas del olivo son las que, por así decirlo, les ofrecen la información relativa a su ADN. “Extraemos el perfil genético de esa especie y lo comparamos con los que ya tenemos en el banco de germoplasma”, explica Cano, sobre todo un archivo que es el único que cuenta con reconocimiento europeo.

Una vez obtienen los resultados de la comparativa y se cercioran de que la rareza no coincide con otra que ya esté archivada en el banco, pueden asegurar a ciencia cierta que se ha descubierto una variedad nueva de olivo. “Se sospecha que, a nivel mundial, hay cerca de unas 3.000 especies diferentes. Nosotros tenemos controladas, hasta ahora, en torno a 900”, puntualiza Cano, al mismo tiempo que afirma con gran ilusión: “Aún queda mucho por descubrir”. Así las cosas, desde Ifapa en general y desde el centro Venta del Llano en particular, realizan todo un periplo por los campos de Andalucía. Han estado en Huelva, Almería o Málaga, entre otras. Se trata de un catálogo de provincias donde se descubren muchas nuevas especies. ¿Por qué más que en Jaén?

La respuesta no tiene demasiado misterio. “Hay más variedades donde el hombre no ha metido mano”, indica Cano, a la vez que dice: “En lugares de Andalucía donde la explotación del olivar no tiene mucha fuerza en la economía se dan más especies”. Esto no quiere decir que en tierras jaeneras no se hayan descubierto nuevos tipos de olivos. “Hemos estado, sobre todo, por la zona de Segura, Cazorla, Martos y Vilches”, aclara. La importancia del cultivo del olivo en la provincia hace que los agricultores opten por los que, en definitiva, dan una mayor producción. Entre ellos destacan la Arbequina, el Hojiblanca o el Picual. “Sin embargo, en Jaén hay muchas variedades aún por descubrir porque se trata de una provincia que es muy grande”, apostilla el investigador del centro Venta del Llano, que junto con otros pertenecientes al de Alameda del Obispo, de Córdoba, trabajan para hacerse con todas las especies.

Habrá quien se pregunte cuál es el objetivo que se persigue desde Ifapa. No es otro que “enriquecer la colección ya existente con nuevas variedades de olivo procedentes de Andalucía”. Se pretende, también, “aumentar la representatividad de todas las poblaciones silvestres” de la comunidad en la colección que integra a los acebuches, sobre la que se trabaja desde el centro Alameda del Obispo y “evitar la pérdida de biodiversidad del rico patrimonio genético del olivo”. Con todos estos objetivos sobre la mesa son con los que se trabaja e investiga el campo para descubrir especies que aún se desconocen y que habitan entre los árboles y el resto de fauna jiennense.

Lo que movió en un principio a la entidad a ponerse “manos a la obra” fue la evidencia de que en el territorio andaluz todavía existían especies locales de este árbol que no están incluidas en la Colección Mundial de Variedades de Olivo del Banco de Germoplasma Mundial de Olivar (BGMO). Ahora, con cerca de 1.000 en el catálogo, la cantidad de trabajo que queda por delante no es poca, puesto que se estima que hay más de 3.000 especies distintas.

De lo particular a lo general, el balance de resultados arroja buenos datos. En concreto, en la provincia de Jaén se prospectaron un total de 29 olivos cultivados y 3 silvestres. El mayor núcleo de ejemplares que se muestrearon se encontraron en el municipio de La Iruela, donde fueron doce. La mayoría de ellos se catalogaron como olivos singulares de perfil genérico desconocido según estudios anteriores. En este sentido, desde Ifapa destacan que la colaboración de informantes fue especialmente relevante en Jaén. También se prospectaron algunas variedades locales —limitadas a unos pocos ejemplares situados en lindes de fincas renovadas, en Martos y Villargordo—, así como especies no citadas hasta ahora, “Castiza de Cazorla”, en La Iruela.

El número total de ejemplares prospectados fue de 181. Asimismo, a nivel provincial destacaron, por cantidad, Córdoba, Málaga y Jaén, donde se llevaron a cabo un mayor número de exploraciones durante la ejecución del proyecto. En esta misma línea, desde Ifapa ponen en valor el trabajo de las OCA en esta materia, una labor “crucial” para la localización de olivos cultivados y acebuches monumentales con un genotipo desconocido hasta ahora.

Las de secano y alta pendiente son las zonas favoritas para este tipo de ejemplares, puesto que fue ahí donde se encontraron la mayoría. Pero, ¿por qué? El olivar está visto como marginal en dichos lugares, por lo que ha sido escasa, hasta el momento, la renovación del cultivo.

El resultado de esta oleada de prospecciones corroboran, entre otras cosas, que la riqueza genética con la que cuenta el olivar andaluz y, por ende, jiennense, es grande. Las investigaciones realizadas hasta ahora han sido completas, aunque mediante el último de los trabajos se ha puesto de manifiesto que aún quedan variedades tradicionales pendientes de identificar, catalogar y conservar. De hecho, los análisis genéticos realizados hasta ahora han identificado variedades que aún se desconocían en siete, del total de ocho provincias, que existen en Andalucía.

La conservación y el estudio de los diferentes recursos genéticos del olivo es una labor fundamental para poder afrontar problemas actuales y futuros retos del olivar. De este modo, la adaptación de los árboles prospectados a condiciones locales específicas —sequía, suelos calizos, frío, entre otras— les confiere un atractivo interés para programas de mejora genética del olivo, algo que permite ampliar la oferta varietal adaptada a diferentes condiciones.

En definitiva, un trabajo por el que todavía queda mucho por hacer y que va a repercutir en la mejora de la biodiversidad que hay en unos campos repletos de olivar.

Hojiblanca, Arbequina y Picual son la mayoría
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El análisis de distintas especies de olivo se desarrolla en toda Andalucía. No obstante, hay provincias en las que se dan más hallazgos de nuevas variedades. ¿Cuál es la condición que suelen seguir los territorios para ofrecer al catálogo más o menos nuevos tipos de ejemplares? La mano del hombre. Dicho de otra forma, en las provincias en la que la explotación, en este caso del olivar, no es referente en el sector económico, hay más variedad. El motivo es que cuando el cultivo y la explotación agraria del olivar se constituye como una fuerza de peso en el sector primario de la economía, como es el caso de Jaén, el agricultor opta por variedades como la Hojiblanca, la Arbequina o la Picual, que, a fin de cuentas, son las que ofrecen una mayor producción de aceituna. Asimismo, esto no quiere decir que en la provincia jiennense no se produzcan hallazgos, y es que es demasiado grande como para, entre sus riquezas, no albergar distintos tipos de olivo que aún están por descubrir.