Puente de la Sierra

Los niños realizan talleres y manualidades en los que ponen a prueba su imaginación y aprenden en uso que se les
da a los materiales reciclados

03 sep 2017 / 11:18 H.

Las nuevas tecnologías facilitan la vida de los adultos pero, en manos de los niños, pueden hacerles olvidar los juegos tradicionales e, incluso, cómo relacionarse entre ellos. Por esa razón, y para devolverles a los más pequeños el regalo más tierno de la infancia, Antonia Mudarra organizó, uno año más, su particular fiesta ibicenca, que se desarrolló en El Portazgo, en Puente de la Sierra. Superadas ya las diez ediciones, muchos de los niños que antes acudían a disfrutar del encuentro, ahora lo pasan en grande como monitores. Entre ellos, y durante todo el verano, preparan juegos, talleres y una gran cantidad de actividades que tienen como principal objetivo divertir a pequeños y mayores.

Más de 120 niños se vistieron de blanco en una noche de verano que, sin lugar a dudas, vivieron con mucha ilusión. Hicieron uso de su gran imaginación para crear un aquarium dentro de un vaso de plástico con papel charol, construir un loro de papel a través de las siluetas recortadas de sus manos y tiznar la sal con tizas de colores para crear un paisaje dentro de un tarro, además de otras muchas actividades, como un pintacaras en el que cada uno podía elegir de qué quería ir disfrazado.

Mientras unos ponían en práctica su talento con las manualidades, otros optaban por olvidarse de todo y hacer lo que mejor saben hacer los niños: jugar. Los planes lúdicos contemplaron desde el mítico juego de la rayuela —también conocido en otros lugares como “rechola” o “colache”—, hasta tirar aros, disparar a las latas con unas pelotas, bolos o el tiro de la cuerda, donde algunos midieron su fuerza.

Todas las actividades fueron preparadas por más de 17 monitores que, de manera voluntaria y altruista, participaron en la fiesta, usaron material reciclado y recordaron que, hace unos años, eran ellos los que formaban el núcleo la celebración. Ayudar en la organización no solo es algo que les divierte, sino que, también, les hace sentir realizados.

deporte. Los más pequeños dejaron huella, literalmente, durante esta fiesta ibicenca. Lo primero que hicieron al llegar a El Portazgo fue tintarse las manos y estamparlas sobre un lienzo. Mientras jugaban y hacían manualidades, aprovecharon para recibir la visita de Manuel Beltrán, uno de los colaboradores del acto que, junto con la Escuela Ciclista Triki Beltrán, acompañaron a los niños en su celebración. Llegaron en bicicleta y formaron un coloquio donde se dialogó sobre deporte, seguridad, el uso del casco y salud. Muchos respondieron, entre risas, a la pregunta de Beltrán de “¿por qué os gusta el deporte?”. Algunos afirmaron que porque sus madres se lo decían y otros, simplemente, aludían a que si les gusta comer macarrones ¿por qué no les iba a gustar el ejercicio físico?

Tras el coloquio llegó el turno del zumba. Al ritmo de la música, todos salieron al escenario, junto con la profesora Verónica Díaz Martínez, para bailar algunas de las canciones más movidas del verano. En este caso, los mayores también se animaron a salir a la pista y formar parte de la clase.

Tras la cena llegó el momento de las despedidas. Recibieron regalos, tales como raquetas y saltadores, y algunos objetos entregados por las casas colaboradoras que participaron, entre las que se encuentran Globe, Grefusa, Levasa, Eurodego, Telecubito, Aceites Puente Sierra, El Portazgo, Tosfrit, Levasa, Beval, Coca Cola y Diario JAÉN, entre otras. La organización agradeció a los monitores y a los colaboradores su participación en el encuentro. Sin ellos no hubiera sido posible realizarlo un año más. Por su parte, tanto padres como niños se marcharon satisfechos y deseosos de que, en la próxima edición, unos pudieran formar parte de la cúpula organizativa que, cada vez, crece más. “A partir de los 12 años es cuando pueden ayudar. La edad perfecta para vivir esta fiesta ibicenca es entre los 4 y los 9 años”, asegura Mudarra.

El zumba anima a los más pequeños

La profesora, Verónica Díaz, anima a los niños a salir y bailar al ritmo de las canciones más marchosas para enseñarles los pasos del zumba, un estilo musical que está muy de moda actualmente. Tras los primeros temas, algunos padres se animaron también acompañar a sus hijos y, entre risas y aplausos, agradecieron a la monitora todo el cariño que mostró a la actividad y a los más pequeños.