“No busco la fama de los Butler, sino crear una comunidad”

David Butler

14 abr 2019 / 11:31 H.

Podría ser un miembro de la familia Butler más de todos los que se encuentran repartidos a lo largo y ancho del mundo. Pero no, David va un paso más allá, puesto que es uno de los que lucha de manera incansable por poner en valor el legado de una estirpe que, desde siempre, ha estado ligada a la aristocracia y a las esferas más ilustres. Lo hace desde la Presidencia en España de la Butler Society, un colectivo que, según explica, más que perseguir la fama o el reconocimiento de la familia, busca la unión.

¿En qué radica su trabajo como presidente en España de la Butler Society? ¿Qué actividades se hacen?

—La Butler Society es mundial y tenemos vicepresidentes en distintas regiones. En Estados Unidos hay muchísimos socios. Hay también una actividad muy fuerte en Australia, evidentemente, porque son angloparlantes como nosotros. En concreto, yo he reunido a los Butler cuando era más joven y ágil. Hacía unos encuentros en Madrid. Eran un exitazo, pero dejé de celebrarlos hace algunos años porque siempre había dificultad a la hora de combinar ambos idiomas. No obstante, continúo manteniendo una relación lo más estrecha posible, cercana a la amistad, con esas personas con las que comparto apellido. Por ejemplo, la presentación del libro “Los Butler de Sevilla y la poesía de Rosa Butler y Mendieta (Jaén 1819-Puerto Real 1889)”, editado por Diario JAÉN, en Madrid, fue una buena excusa para llamarlos y decirles que no están olvidados y que, aunque sea de vez en cuando, aún se hacen cosas.

¿Cómo evalúa que el periódico publicara un libro que ensalza la figura de la escritora Rosa Butler? —Todo lo que sean acciones en ese sentido me parece genial. De hecho, me encargué personalmente de enviar un ejemplar a Irlanda, a la sede central de la Butler Society, para que lo tengan en su archivo. También he avisado a muchos socios que tenemos en Argentina y España. El único problema que veo es, como siempre, el idioma. Algunos entienden el español, pero al final supone un obstáculo para la difusión a lo grande.

¿Cuando se fundó la comunidad?

—La Butler Society, como le he dicho, se creó en Irlanda, allá por el año 1967.

—¿Por qué en ese país en concreto?

—Porque era donde los Butler llegaron a ser una familia de mucha importancia entre los siglos XVI y XVII. Pero llegó un momento de la historia en el que había mucha controversia entre católicos y protestantes. Algunos Butler eran muy católicos y otros muy reformistas, por lo que en el transcurso de los siglos XVII al XVIII, mucha gente emigró de Irlanda. Las familias más importantes, con títulos tuvieron que irse de allí y muchos de ellos vinieron hasta España.

¿Por qué motivo escogieron España como destino y no cualquier otro?

—Principalmente porque los Butler eran una familia mercantil y se fueron desde un puerto de Irlanda. La mayor parte de ellos emigró a Cádiz. En el caso de la persona objeto del libro “Los Butler de Sevilla y la poesía de Rosa Butler y Mendieta (Jaén 1819-Puerto Real 1889)”, se estableció en Sevilla que era, claro, un puerto de paso de barcos más pequeños.

¿A dónde fue la otra escisión de los Butler que no emigró a España?

—No todos se dedicaban al sector mercantil, por lo que no eran ricos. Por esa razón muchos de ellos se fueron también a países como Estados Unidos. Algunos, con el tiempo, volvieron a Irlanda e incluso recuperaron su fortuna, su castillo y, al casarse, también dinero. En definitiva, recuperaron su situación y llegaron a ser una familia muy importante socialmente. El tesón de los Butler hizo que se asentaran con eso en todos los países a los que emigraron, incluso hay miembros de la familia en Argentina. En España, como se dedicaban al sector mercantil, muchos eran generales en el ejército de la Corona española y la tradición militar siguió.

—¿En qué se traslada eso al hoy?

—Mucha gente todavia, con el paso del tiempo, siente el orgullo, por ejemplo, de tener Butler como cuarto apellido.

A parte de como presidente de la Butler Society, ¿qué lazos de sangre lo unen con esta poeta jiennense?

—El bisabuelo de Rosa, Tomás Butler, era el general y gobernador de Zaragoza en el momento de la invasión de Napoleón. Él y su hijo, que era ayudante suyo en el ejército, fueron capturados y encerrados en un campo de prisioneros de Nancy, en Francia. Allí murieron en 1813. La nieta del hijo de Tomás fue precisamente Rosa, que nació en Jaén. En concreto, soy de la misma estirpe, pero ambos estamos muy distantes. Quizá tengamos un antepasado en común en el siglo XVII, pero es muy lejano. No obstante, los Butler no nos unimos por enlace de parentesco cercano, sino por el apellido. En algunos casos, hay familias que se llaman Butler y no conocen exactamente sus orígenes. En esta línea, se supone que eran familias en la sombra o que perdieron sus terrenos, que eran más pobres. Por mi parte desciendo de una rama sin títulos, pero tenemos la idea de que nuestra familia es de la misma parte que la de Tomás Butler, que emigró a Sevilla en 1733, por lo que tenemos algún parentesco con ellos. Pero generación tras generación, hemos perdido exactamente eso porque los Butler eran excesivamente liberales en esos tiempos.

—¿A qué se refiere con esa afirmación de la familia? ¿Qué es lo que les supuso a los Butler ser liberales?

—Porque ellos aceptan un status quo en esa guerra entre católicos y protestantes. No eran muy vehementes en sus creencias y por eso han sido ninguneados durante el siglo XVIII por la ferocidad de la contienda entre las dos creencias, el protestantismo y el catolicismo. Eso es lo que dividió mucho a los Butler, eramos un espejo de lo que aquel entonces era Irlanda.

¿Qué fue aquello que propició que se fundara la Butler Society?

—Había un castillo y otras reliquias del pasado glorioso de los Butler y había personas que querían ponerlos en el mapa. Además, existían muchas personas, sobre todo en América, que buscaban sus raíces y fueron a Irlanda para buscar algún rastro de sus antepasados. Se produjeron maravillosos hallazgos, ya que había algunos que eran bisnietos de gente muy importante en el clan. La fundación de la Butler Society se produce para satisfacer el afán de muchos que fueron a Irlanda para encontrar su pasado y algunos irlandeses, no todos, que querían vincularse con esa familia tan importante. Los Butler no era la familia más querida, porque eramos de origen anglonormanda, estábamos considerados como la raza invasora que ha llegado a Irlanda y han intentado borrar las raíces tribales en el país. Nosotros eramos casi los colonizadores, los opresores. Y esto es una de las cosas que se querían remediar, porque los Butler eramos, por lo general, venébolos. No eramos unos exaltados en ninguna de las dos ramas religiosas.

¿Ha habido éxito en ese menester de cambiar la mentalidad de los irlandeses y su opinión acerca de los miembros de la familia Butler?

—Ha sido rotundo y lo hemos hecho, sobre todo, a través del turismo. Irlanda basa su riqueza en este sector en nuestra familia y en el legado que dejamos en el país, como un castillo.

—¿Qué iniciativas se desarrollan desde la Butler Society para que la sociedad conozca sus bondades?

—Tenemos una revista muy seria que tiene su findamento histórico. El problema, como hablaba antes, es que está en inglés al ser nosotros mayoritariamente angloparlantes. De hecho, yo soy inglés de nacimiento, aunque me vayan a echar ahora por el maldito Brexit. En Madrid hice la primera reunión, allá por 1993, en la que conseguí congregar a más de 100 personas. Después se han hecho de manera anual, pero no ha sido igual.

¿Cuántos miembros forman parte del colectivo Butler Society? ¿Hay algún integrante de España?

—Unas 1.500. Eso no quiere decir que todos formen parte de la familia, puesto que hay que pagar una cuota y algunos simplemente se apuntan por ampliar su conocimiento acerca de los Butler. Hay algunos españoles con apellidos italianos como Marchessi y Ristori que pueden estar vinculados con alguna rama de nuestra familia.

¿Algo que destacar para acabar?

—La difusión es muy importante para nosotros, pero no por reconocimiento.