“Nos gustaría donar las cabezas de caballo para exponerlas”

Francisco Rebollo

24 mar 2019 / 17:31 H.

Juan Cubero tuvo un sueño, de esos que con mucho esfuerzo y trabajo terminan por convertirse en realidad. Corría el año 1870 cuando decidió abrir un modesto comercio en la calle Virgen de la Capilla de la capital. Especializado en guarnicería, pronto se popularizaría entre las gentes del campo con animales, hasta evolucionar en una local en el que se han vendido desde juguetes hasta artículos de viaje, siempre sin perder su productos más característicos. “Te mueves menos que los caballos de Cubero” ha pasado a formar parte de la historia popular jiennenses que, durante casi 150 años, ha visto como el negocio pasaba de generación en generación, hasta ahora. El próximo 31 de mayo, Cubero echará la persiana para siempre, atrás quedarán los caballos, los zapatos y su tan característico local. Tras el fallecimiento del que fuera nieto del fundador, Francisco Rebollo, sus hijos que ya no viven en la capital han decidido, por múltiples motivos, acabar con una saga que siempre estará presente en la sociedad jiennenses y que forma parte de la historia del Santo Reino.

¿Cómo surgió Cubero?

—Cubero cuenta con casi 150 años. Fue mi bisabuelo, Juan Cubero, el responsable de darle vida a lo que hoy se ha convertido en una de las tiendas más conocidas de la capital. La idea surge en 1870, en una época en la que había muy pocos coches y casi nadie tenía acceso a ellos, sin embargo, por entonces se hacía mucha guarnicionería para las bestias, como mulos y burros, y así fue como mi bisabuelo comenzó a dar los primeros pasos. Desde entonces y en todos estos años, hemos llegado a ser juguetería, nos hemos dedicado a la venta de maletería, artículos de regalo y viaje, y en los últimos años, a la guarnicería junto con los artículos de zapatería, dos áreas por las que más se nos conoce en las últimas décadas.

¿Cómo era el comercio en la capital en aquella época?

—Por aquellos años había muy poco comercio y prácticamente los tratos se cerraban en las propias tiendas a base de apretón de manos como popularmente se conoce, por lo que podemos decir que la esencia de una provincia agrícola como es Jaén, estaba muy presente también en el comercio y en su día a día.

¿Cómo fue evolucionado el comercio a lo largo de los años donde Cubero siempre estuvo presente?

—Tras las primeras décadas, un tiempo después, a principios de siglo, se fabricaba todo a mano desde aquí y, más tarde, sobre los años 50 y 60, los artículos comenzaron a crearse en serie y nosotros los comprábamos de distintos puntos de España, como Elche. En la actualidad, con la superación de fronteras, muchos de los productos que vienen son de China, aunque aún se siguen conservando artículos españoles.

¿Qué tipo de clientes han ido sumándose a la marca de su familia?

—Nuestro comprador siempre ha sido una persona “de campo”, que se dedicaba al cultivo de la tierra y por tanto era consumidor de productos de guarnicería. El resto, suelen ser vecinos de la capital y otros pueblos de la provincia como Andújar, sobre todo en épocas pasadas, ya que por entonces la capital era la única ciudad donde existía una mayor variedad de productos.

¿Han tenido algún producto característicos y muy demandado entre la clientela?

—Hemos tenido varios artículos que nos definían a lo largo de la historia de Cubero, dependiendo de las épocas. En esta última, la más llamativas son las esparteñas, especialmente en verano, que están hechas de lona con suela de cáñamo.

¿Cuántos empleados han podio formar parte de la empresa?

—A lo largo de la historia de Cubero son muchos, en su mayoría jiennenses, los trabajadores que han dedicado todo su esfuerzo en este comercio hasta considerarnos una gran familia. La mejor etapa llegó entre los años 50 y 70, donde llegamos a tener diez empleados a la vez. En la actualidad solo tenemos dos, que nos están ayudando a pasar los últimos meses y por los que más nos duele el cierre de la tienda.

¿Cuáles son los motivos que les han llevado a bajar la persiana de uno de los comercios más emblemáticos de la capital?

—Lo primero que me gustaría transmitir sobre este asunto es la inmensa pena que nos produce tener que cerrar Cubero. Hay varios motivos que nos han llevado a esta situación. El primero de ellos es el fallecimiento de mi padre, Francisco Rebollo, biznieto del fundador de la marca Cubero, unido a que ninguno de sus hijos, mis hermanos y yo, residimos en la actualidad en la capital, lo que nos ha llevado a decidir que con mi padre se termine una gran saga. Pero esta situación, se une a la progresiva bajada de ventas que comenzó con la crisis, allá por 2007, y de la que no nos hemos recuperado y seguimos arrastrando en el día a día, que se refleja con ejemplos como los múltiples comercios que se han cerrado en los últimos años en Jaén. Otra de las grandes causas es la venta online, a la que nosotros nunca nos hemos querido adaptar puesto que siempre hemos sido un comercio a pie de calle. Esto hay que unirlo a la gran competencia de la industria asiática, con precios con los que en muchas ocasiones no se puede competir, más en nuestro caso cuando nos hemos caracterizado por tener artículos de buena calidad, pero con precios alto. Por último, también nos ha afectado la peatonalización y los centros comerciales de la ciudad, que han provocado que algunos consumidores prefieran otras zonas de Jaén para realizar sus compras y no apuesten tanto por el centro, lo que nos lleva a pensar que la llegada, en principio a finales de año, del nuevo centro comercial, supondrá otro varapalo para aquellos que están localizados por esta zona.

¿ Qué posibles soluciones se podrían aplicar para que los comerciantes no se vean obligados a cerrar sus negocios?

—Considero que, como en la mayoría de las capitales, abría que apostar mucho más por los pequeños y medianos empresarios y no presionarlos con una cantidad tan elevada de impuestos que, a muchos de ellos, termina por superarles y llevarlos al cierre. Asimismo, considero que habría que incentivar a toda la sociedad jiennense para que apueste por los productos tradicionales y los comercios de su tierra porque sería una forma muy eficiente de que se pudiera combinar la venta de aquí con las grandes multinacionales.

¿Qué os transmite la ciudadanía?

—Todo el mundo nos comunica su pesar por el cierre de un lugar tan emblemático para la ciudad y la inmensa pena que les da no poder tener nuestros productos tan a mano como hasta ahora, de hecho creo que nadie olvidará nuestro conocido dicho “te mueves menos que los caballos de Cubero”.

¿Han subido las ventas desde el anuncio del cierre de Cubero?

—Por supuesto, se han disparado y desde el pasado viernes 15 de marzo, cuando anunciamos el cierre definitivo, la tienda está continuamente llena, pero se debe sobre todo a los grandes descuentos que estamos llevando a cabo en estos días y que continuaran hasta mayo.

¿Tienen pensado utilizar la marca de otra forma?

—Actualmente no lo sabemos, pero a nosotros nos encantaría donar las cabezas de los caballos para que se expongan en algún lugar de la ciudad, si el equipo de Gobierno local lo considerara oportuno, para que Cubero nunca se olvide y se mantenga vivo en la memoria de todos los jiennenses. Asimismo, no descartamos que alguna vez Cubero vuelva a estar presente en la sociedad jiennense, algo que nos encantaría pero que actualmente no vemos viable.

Por último, ¿con que anécdota de las muchas vividas se quedaría?

—Por un lado, con los muchos clientes que durante tantos años han sido fieles y han hecho de Cubero una gran marca y, por otro, la esencia de nuestro local ya que para muchos no ha sido solo un comercio más, sino un lugar de quedada con familiares y amigos, algo que a mi me emociona y me hace pensar que Cubero siempre estará presente en esta ciudad y en el recuerdo de sus gentes.