Los Derechos Humanos son cosa de todos

A pesar de las voces críticas que mantienen que son una obra exclusiva
de occidente, que desconoce la diversidad de las sociedades humanas,
están enraizados en la dignidad de la persona y, por tanto, son universales

E l pasado jueves día 10 de diciembre se cumplió el 68 aniversario de la proclamación por la ONU de la Declaración Universal de Derechos Humanos, principal instrumento de la razón de existir de Amnistía internacional, que se dedica, precisamente, a la difusión y defensa de los dichos derechos.

El hombre es un ser social y siempre ha sentido la necesidad natural de afirmar en su vida de sociedad ciertos principios básicos dirigidos a asegurar la convivencia humana. Estos principios no son nuevos y han ido desarrollándose con el paso de los siglos.

En la Declaración de Independencia Americana, del 4 de julio de 1776 se indica en su punto I: “Que todos los hombres son, por naturaleza, igualmente libres e independientes, y que tienen ciertos derechos inherentes de los que, un vez constituidos en sociedad, no puede en lo sucesivo privarse o desposeerse por ningún pacto; a saber, el goce de la vida y de la libertad con los medios de adquirir y poseer la propiedad y perseguir y obtener la felicidad y la seguridad”.

Y la Declaración de los Derechos del Hombre de la Revolución Francesa del 26 de agosto de 1789 indicaba que la misma “ha decidido exponer, en una declaración solemne, los derechos naturales, inalienables y sagrados del hombre, con el fin de que esta declaración presente de manera constante en todos los miembros del cuerpo social”.

Al principio los individuos tenían derechos solo por pertenecer a un grupo, como una familia o clase social. Ya en el año 539 a. C., Ciro el Grande, tras conquistar la ciudad de Babilonia, declaró que la gente tenía derecho a escoger su propia religión. El cilindro de Ciro, una tablilla de arcilla, se considera la primera declaración de derechos humanos en toda la historia.

No son, pues, los derechos humanos un invento moderno si bien sus contenidos actuales sí son recientes. La incorporación de los derechos humanos en textos legales, concretos, proporciona a Amnistía Internacional su marco de trabajo.

Las revoluciones liberales dieron el gran impulso a los derechos humanos civiles y políticos, que reflejan la lucha de los individuos frente al Estado. En el siglo XIX, se inicia la lucha por los derechos sociales. Con la Revolución Industrial los movimientos empiezan a verse desde la perspectiva colectiva de los trabajadores, siendo en el siglo XX con la Constitución Mexicana cuando se reconocen los derechos sociales como el derecho a la tierra.

La tragedia de las Guerras Mundiales llevó a la convicción de la necesidad de crear una organización que aglutinara a los Estados en materia de derechos humanos. Así, en 1945 se crea la ONU, cuya base ideológica está en la declaración de los derechos humanos.

Los derechos humanos tienen su origen en la dignidad del ser humano y, por tanto, en numerosas culturas y religiones. Son universales, indivisibles, interdependientes e inherentes a la persona. Por ello, todas las personas nacen libres e iguales en dignidad y derechos en todo el universo, independientemente de su cultura, del lugar de residencia y de que su país reconozca o no esos derechos. Y, por ello, no podemos disociar los derechos civiles y políticos de los económicos, sociales y culturales. No podemos disociar la libertad y la democracia, de la igualdad económica y la diversidad de los pueblos.

A pesar de las voces críticas que mantienen que los derechos humanos son una obra exclusiva de occidente que desconoce la diversidad de las sociedades humanas, los mismos están enraizados en la dignidad humana. No dejemos que nos los arrebaten. Porque los Derechos Humanos son cosa de todos.