cada pueblo, una forma

Gracias al escritor Manuel Urbano sabemos cómo se vivían estas fiestas en muchos pueblos

30 oct 2016 / 10:26 H.

La fiesta de los Santos en Jaén y provincia tiene una gran tradición, si bien en cada zona o pueblo tienen su peculiar forma. Si hubo alguien que la conoció bien y la investigó y difundió fue Manuel Urbano, que nos contó en muchos de sus escritos cómo se vivían estos días en las tierras de Jaén al comienzo de noviembre, cuando las gentes descansaban del campo y preparaban lo necesario para la campaña de la aceituna.

En Jaén, los Santos tienen sabor a migas y gachas; a sierra y dominó; a caza y y perol. Son días para estar en el campo, como hacen en Baños de la Encina, aunque allí sea tradición hacerlo durante tres o cuatro días en pandillas que dejan el pueblo solo. Dicen que es una vieja costumbre que surgió cuando los hombres preferían irse al campo a dormir a estar toda la noche escuchando las campanas doblar. En el fondo era otra la razón: la caza y la escopeta. Los Santos y el día de los “finaos” o difuntos en el cementerio. Tanto en el Día de los Santos como de los difuntos, a los niños se les tenía prohibido el juego y la risa, las mujeres vestían de negro, los hombres brazaletes negros en los codos. Eran días de las suculentas y ricas fiestas de las cofradías de ánimas que pasaban por las casas tomando el donativo y llenando las arcas para enterrar a los pobres. Abundaban las leyendas de aparecidos en pueblos de las sierras de Cazorla y Segura y no faltaban juegos de bellotas y castañas en Begíjar o Segura. Los juegos silenciosos, como la comba en Torredelcampo y Porcuna. Son formas distintas de celebrar estos días.