Maestra begijeña en Londres

La crisis le obligó a cerrar su academia de Inglés en su pueblo y a probar una experiencia en el Reino Unido que le hizo trabajar en un restaurante, en el que asegura, además de un empleo, encontró a una nueva familia

29 oct 2017 / 11:08 H.

Isabel Clara Jesus Martos decidió, el 1 de octubre de 2014, darle un vuelco a su vida. Es licenciada en Filología Inglesa y tenía una academia en su pueblo, Begíjar. Con la crisis tuvo que cerrar el negocio y, a este revés, se unió una ruptura amorosa por lo que, como deja claro, necesitaba evadirse. “Una amiga, medio en broma, medio en serio, me planteó el traslado a Londres, así que, en cuestión de un mes, lo decidimos y nos vinimos. En mi caso, no era la primera vez que salía al extranjero, cuando termine la carrera me fui de ‘au-pair’ a Dublín, estuve nueve meses viviendo allí y fue una de las mejores experiencias de mi vida”.

Las dos amigas se plantaron en la capital del Reino Unido con solo una semana de alojamiento reservado y algo de dinero por lo que surgiese. “Los primeros días fueron duros, echábamos currículos en todos lados, tiendas, cadenas de comida rápida, hoteles para limpiar, lo que fuese y nada. Cada día, al volver a casa en el bus, siempre había lagrimas, aunque nos consolábamos la una a la otra”, recuerda. Por suerte, a los diez días, la begijeña y su amiga recibieron la llamada de una chica gallega para un restaurante español de tapa.

El negocio iba a abrir en Hampton Court, al suroeste de Londres. Aunque bromea sobre el hecho de que ni siquiera sabían como habían contactado con ellos, finalmente, hicieron una prueba en otro establecimiento del mismo dueño y, un 13 de octubre, día de la inauguración, comenzaron como empleadas de Food Runners, con el cometido de llevar la comida a la sala y para limpiar la vajilla y la cubertería.

Gracias a sus nuevos ingresos, pudieron buscar una habitación compartida en un pueblo del extrarradio londinense, en Twickenham, a razón de 80 libras por cabeza cada semana, unos 89 euros al cambio actual. Esta fue su casa hasta Navidad de su primer año, momento en el que su compañera en esta aventura decidió volver a casa. A partir de ahí, comenzó una época distinta de su andadura, en la que, durante 9 meses, compartió piso con cuatro estudiantes.

Un año después, comenzó a buscar trabajo acorde a sus estudios. “Tenía mas seguridad con el idioma y, gracias a una agencia empecé a trabajar de maestra suplente y asistenta de profesores en colegios de Primaria. Mientras, seguía yendo al restaurante 2 o 3 tardes por semana, ya que ellos eran mi familia aquí en Londres”, explica. Justo otro año después, de nuevo en octubre, esta vez de 2016, explica que, en sus palabras, “cansada de rondar por miles de centros educativos”, se centró en los de su zona y, después de una entrevista, finalmente, la contrataron como “teaching assistant”, en castellano, asistente del profesor, durante todo un curso.

“Aquí la mayoría de clases son de unos 30 alumnos de media, entre los que estudiantes con necesidades especiales, por lo que el profesor titular suele tener un ayudante”, aclara. Tras una nueva mudanza, y tras pasar mes y medio de vacaciones en Begíjar, le costó mucho regresar. “Tengo tres sobrinos a los que echo muchísimo de menos y. si a eso le añadimos que no me gustaba la casa donde vivía y la incertidumbre laboral, tenía el ánimo por los suelos”, recuerda. De hecho, en el colegio, al reincorporarse, le redujeron las horas, por falta de presupuesto. “A punto he estado de volverme, pero, hace unas semanas me llamo la directora y me propuso un reto: trabajar con niños de 10 a 11 años y, de forma individual, con un chico autista. Es un desafía, pero me gusta y lo afronto con muchas ganas. Me he mudado de nuevo y estoy supercontenta con mi casa y mis compañeras, la propietaria y su hija, típicas inglesas, pero adorables. Hasta he comenzado a dar clases particulares de español a ingleses”, deja claro, satisfecha.

fríos, pero corteses

Los ingleses, en opinión de esta jiennense por el mundo, son, en palabras de Isabel Clara Jesus Martos, “fríos en general”. “Una vez que te relacionas con ellos, para mí, la mayoría son encantadores y siempre te ofrecen ayuda para lo que necesites, desde subir la maleta por las escaleras del metro a cualquier cosa”, deja claro. La begijeña sostiene que se ha acostumbrado al estilo de vida británico, desde sus horarios a sus comidas. “Hago mi ‘lunch’ a las 12 y la cena, la comida fuerte para ellos a las 6 o las 7 de la tarde. Como ellos, como mucha pasta, patatas y verdura y pescado, el justo”, aclara.

“Se echa de menos no ver el sol, y no es un tópico, es cierto. A partir de noviembre los días son muy cortos, a las 4 ya es de noche y te entra una depresión. Me he aficionado a probar platos de distintos países, cosa fácil aquí, y me encanta la comida india, libanesa, Mexicana”, asegura.

problemas con el bus

“Tengo muchas anécdotas que contar. Por ejemplo, mientras buscábamos alojamiento mi compañera y yo, una vez que encontramos un empleo, nos alojamos en un hostel en el centro de Londres. Fue horrible. Era incapaz de meterme en el baño, así que, como se dice en mi pueblo, el lavado del gato. En cuanto a mi amiga, le robaron una bolsa con zapatos y otra con maquillaje”, relata.

En los primeros días, no sabíamos como iba lo de la tarjeta de transporte y con todas las maletas, nos subimos a un autobús y el conductor nos advirtió de que no teníamos dinero. “Las dos, medio llorando, nos tuvimos que apear en medio de la nada. Una chica se levanto y nos pago el bus a las dos y al bajarnos el conductor nos dio un billete para que pudiésemos llegar a nuestro destino. Hay buena gente en todos sitios”, afirma.

Una oportunidad para viajar, con la mente puesta en disfrutar cada momento
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Esta begijeña confiesa que, en su nueva ciudad, intenta viajar todo lo que puede, sobre todo, porque las conexiones de Londres son muchas y baratas. Ha estado en Liverpool, Brigton, Torquay, Gales, Bruselas, Amsterdam, Florencia y Venecia y, por supuesto, piensa ya en otros destinos. “No quiero ponerme metas para el futuro, pienso a corto plazo, dos, tres meses y, después, ya veremos. El día que me canse, hago la maleta y ‘bye bye’. No tengo nada que me ate ni aquí ni en España, porque mi familia siempre va a estar cuando la necesite”, explica, eso sí, deja claro que le tira mucho su gente y su país. “He hecho muy buenos amigos aquí, ingleses, portugueses, polacos y, por supuesto, españoles que se convierten en tu familia, pues es a quien acudes cuando te sientes mal”, reflexiona. De Londres no le gusta ir al centro, porque le estresa el metro, la gente, las prisas. “Estoy muy bien en mi pueblo, que pertenece a Londres, pero en las afueras. Una zona de clase media/alta y aquí me siento muy segura, lo tengo todo cerca con el tren”, aclara.

no todo es dar clase a los niños ingleses, también se descansa
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En esta imagen, Isabel Clara Jesus Martos, aparece rodeada de sus compañeras profesoras. Un momento de esparcimiento, que también existen en el Reino Unido.

Diez días con sus padres para recorrer el país de cabo a rabo
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En la Catedral de San Pablo, con sus padres, José y Rosario, que estuvieron aquí 10 días en mayo del 2016. Recuerda cómo les encantó el paisaje tan verde y conocer en profundidad la cultura del país.

con actor malagueño antonio banderas en el restaurante

En esta imagen, la begijeña está junto a Antonio Banderas. El actor malagueño frecuenta el local en el que trabajó la jiennense, que es número 1 en las críticas de Tripadvisor. Este famoso tiene una casa cerca.

con la familia y las amigas por las calles de una gran ciudad
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Una instantánea en la que recuerda una jornada muy agradable, junto a amigas y miembros de su familia con las que pudo disfrutar de las oportunidades de Londres.