Una pareja bien “avenida”

María del Carmen Cabrera y José Mariano Olivares son dos arquitectos jiennenses que dejaron su tierra natal para trabajar en Berlín y, finalmente, han recalado en Nueva York, donde persiguen el sueño de un estudio propio

01 jul 2018 / 11:15 H.

Contra las estructuras de metal y de vidrio nocturno rebotan las palabras aún sin forma”. Ocurre en la Gran Manzana, según el poeta José Hierro, el mismo que, entre rascacielos, recordaba a un andaluz con versos de aroma muy jiennense: “Las corrientes del East River / se han guadalquivirizado”, decía el autor de “Cuaderno en Nueva York”. ¿Habrán sentido esa lírica metamorfosis, alguna vez, Mari Carmen Cabrera Alcalde y José Mariano Olivares Blanco, a la orilla fluvial que separa Long Island y Manhattan? Solo ellos lo saben, pero lo que sí está claro es que el gran río que nace en Cazorla y muere en tierras gaditanas discurre paralelo a su historia de amor; jiennenses ambos, como el Guadalquivir —ella villariega, él de la capital—, se conocieron precisamente durante su etapa universitaria en Sevilla. A partir de entonces, la vida les reservaba muchos kilómetros y vivencias juntos.

A la ciudad que nunca duerme llegó esta pareja de arquitectos jiennenses tras una aventura berlinesa que los marcó profundamente, hasta el punto de considerar a la capital alemana como “su casa”: “Nos fuimos a Berlín por Pepe, quien obtuvo una beca de prácticas en un estudio y con perspectiva de buscar salidas profesionales allí”, aclara Cabrera. Sin embargo, otra oferta laboral, de un año y medio, los cambió de continente y los ubicaron en la “capital del mundo”: “Quizá Nueva York sea la única ciudad que podría competir con Berlín en cuanto a su calidad arquitectónica y oferta de formación en nuestra profesión, por ello estamos aquí, a pesar de la distancia que hemos sumado a la ya interpuesta con nuestra familia, afincada en España”, asegura la villariega, y añade: “Llevamos poco tiempo aquí, y después de tanto ajetreo con la mudanza y el montaje del nuevo piso, a la vez que trabajábamos, tampoco hemos tenido tiempo de mucho, ni siquiera de tener monotonía”. Y es que no debe de ser fácil aburrirse en la urbe de las urbes. Por si acaso, el estudio en el que trabajan “tiene un volumen de actividad muy grande”, apostilla. Eso sí, lo poco que han podido disfrutar de Nueva York, no les ha defraudado.

Enamorados de su profesión, él está volcado en el proyecto de construcción de un centro de investigación para una de las universidades de Aachen, mientras ella colabora en el desarrollo de una vivienda en Manhattan. Una realidad que confluye en un sueño compartido: “Tener un estudio de arquitectura propio. Idealmente, compaginaríamos el trabajo en España y en el extranjero, manteniendo los lazos que hemos creado por los sitios por los que hemos pasado y seguimos pasando”, manifiesta Mari Carmen Cabrera, de quien su marido destaca “su tenacidad y capacidad de análisis”: “Ha sacado el espíritu emprendedor de su madre y la bondad de su padre”, celebra Olivares, seguro de que estos valores serán, algún día, “seña de identidad” de su futura empresa y que, incluso, “lleguen al cliente e incluso se transcriban al proyecto”. Y, dicen, siempre “con Jaén por bandera”: “Aunque hemos hecho amistades por donde nos hemos movido, allí mantenemos el grueso de amigos o el punto de encuentro de amistades de siempre que, como nosotros, viven fuera de nuestra tierra”; palabras de una villariega convencida que derrochan amor hacia su patria chica.

¡Ah, importante! Entre sus planes tiene cabida también un plan muy pero que muy ambicioso, que, eso sí, no se plasma sobre plano: es, más bien, materia de anhelo, y se dibuja mejor en el papel íntimo del corazón: “A medio plazo, nuestro horizonte es tener familia”. Criar hijos, volver a España y estar con los suyos: ¡Eso sí que es un proyecto!

el barrio de tribeca

“Viví en Los Villares hasta los dieciocho años. Mi vida allí era tranquila y ocupada con las actividades extraescolares y lúdicas en las que participaba, como el coro del pueblo, el equipo de baloncesto del colegio y las salidas con la pandilla. Una vida muy familiar, con mucho contacto con primos, tíos y tíos amigos, como yo llamo a los amigos de mis padres”. Así recuerda Mari Carmen Cabrera su infancia y su adolescencia en su pueblo. Ahora, sin embargo, sus parientes están a muchos kilómetros y el trajín de Nueva York ha sustituido a la tranquilidad de la Sierra Sur. De calles poco ruidosas ha pasado a vivir en la parte baja de Manhattan, en el barrio de Tribeca, una zona de moda en la Gran Manzana donde es posible coincidir en la acera con celebridades de la talla de Scarlett Johansson, Mariah Carey, Justin Timberlake, Meryl Streep, Leonardo DiCaprio o Robert de Niro, “vecinos” de la pareja.

formación de nivel

Tanto ella como él poseen unos currículos educativos extraordinarios. La formación ocupa un lugar trascendental en sus vidas, y ello les ha permitido ampliar horizontes y conocer mundo. El caso de Olivares Blanco es llamativo, por el número de centros escolares por los que ha pasado, en diferentes ciudades, como Barcelona y Huelva, donde ha residido a lo largo de su vida. La Universidad de Sevilla los unió y, a partir de ahí, Berlín y Nueva York han sido sus destinos comunes. Pese a su nivel académico, confiesan que el motivo principal que los empujó a dejar España fue “la poca o nula proyección que había en el campo de la arquitectura”. Una situación que, pese al paso del tiempo, aseguran que no se mantiene y que no ha experimentado la más mínima recuperación en su sector profesional.

siempre con la provincia de jaén en la memoria, estén donde estén
idcon=13392327;order=15

“He pasado por muchas ciudades durante mi niñez, pero Jaén ha ocupado, ocupa y ocupará un lugar especial”, afirma, tajante, José Mariano Olivares. Estudió en el instituto Masculino, donde forjó amistades que, curiosamente, también han salido “viajeras”: “Quizá por eso de que éramos el grupo con segundo idioma en BUP”, apostilla. Tanto es así que, en Berlín, coincidió con una de esas grandes amigas, Olga. Añade que, aunque es de “naturaleza viajera”, el mar de olivos tira mucho: “Ir a Jaén de vez en cuando me recarga las pilas y me da fuerzas, le doy las gracias a todos los jiennenses que luchan cada día por hacerlo grande”. En esa línea, Olivares aprovecha para agradecer a su familia que le recuerde de dónde viene. Tiene palabras de gratitud para sus primos, especialmente hacia Santi. Cabrera, por su parte, constanta lo “duro” que resulta para ambos despedirse “de los nuevos miembros de la familia”: “Echamos de menos a todos, a nuestros padres... y cosas triviales como los churros”, concluye la arquitecta villariega.

un paraíso comercial
idcon=13392333;order=17

La zona en la que reside la pareja, en el barrio de Tribeca, cuenta con calles comerciales que recuerdan a cualquier película americana. Personajes fantásticos y elementos propios de la cultura de Estados Unidos copan las avenidas de Manhattan, todo un paraíso comercial para los aficionados a las compras “salvajes”.

¡vivan los novios!
idcon=13392339;order=19

Se casaron en Jaén aunque, curiosamente, los inicios de su historia de amor —a pesar de ser los dos jiennenses— no contó con el Santo Reino como primer escenario. “Sevilla tuvo que ser”, dice la canción, y en la capital hispalense se conocieron, se enamoraron y unieron sus destinos, un vínculo que la lejanía con su tierra refuerza.

en el oculus
idcon=13392345;order=21

Arquitecto y español. Dos motivos más que justificados para hacer patria en la Gran Manzana y visitar uno de los edificios más emblemáticos de Santiago Calatrava, el Oculus, en el World Trade Center. La gran estructura, de color blanco, semeja un esqueleto y es uno de los espacios de la ciudad más visitados a lo largo del año.

proyecto
idcon=13392350;order=23

El matrimonio comparte profesión y proyectos; para muestra, un botón. Como se ve en la imagen, Mari Carmen Cabrera y José Mariano Olivares han diseñado un centro de audición musical que, en sus propias palabras, “bien pudiera ser un Conservatorio de Música de Andalucía en Jaén”. “Por soñar no pasa nada”, dicen.