Una princesa para Jaén

La Cofradía de Ballesteros de la Vera Cruz de Vilches emprende una campaña en las redes sociales para “rehabilitar el título de Príncipe de Jaén”, que solo ostentó Enrique IV de Castilla

07 feb 2016 / 10:27 H.

Y si Jaén tuviera princesa? ¿Y si la Infanta Doña Leonor lo fuera? Mientras en determinados territorios de España, la Corona está en entredicho y hasta reniegan de ella, en la provincia surgen movimientos que han saltado al ruedo para defenderla y protegerla. Es el caso de la Cofradía de Ballesteros de la Vera Cruz de Vilches, custodios de los trofeos de la Batalla de las Navas de Tolosa desde hace más de 800 años, que, cansada de tanto desagravio, ha decidido dar un paso al frente y pedir que la hija mayor del Rey Felipe VI sea la Princesa de Jaén a través de una campaña de recogida de firmas y apoyos en la conocida página web Change.org. La iniciativa no ha podido tener mejor acogida y, en tan solo unos días, más de seiscientas personas se han sumado a la petición. “El objetivo es alcanzar las mil”, replica uno de los impulsores de la idea, Francisco Luis Sola-Isidro, portavoz de la cofradía.

Desde que se hizo pública la noticia ha corrido como la pólvora, sobre todo en las redes sociales y hasta medios de comunicación de ámbito nacional también han recogido en sus ediciones digitales la solicitud de este grupo de vecinos. Para la Cofradía de Ballesteros de la Vera Cruz, compuesta por un centenar de personas de varios municipios, como Vilches, Santa Elena y Viso del Marqués (Ciudad Real), se trata tan solo de reivindicar lo que otros no quieren o detestan. “Estamos ante una campaña en contra de la institución monárquica, del propio rey Felipe VI y de la Princesa de Asturias, en la que se retiran títulos y honores, en algunos casos vinculados tradicionalmente a la monarquía española, como los de Príncipe de Viana o Gerona, o de municipios como Montblanc, Cervera o Balaguer, lo que demuestra su ceguera y deslealtad. En cambio, otros territorios, donde mayoritariamente se nuestra lealtad y afecto al rey, como es la provincia de Jaén —antiguo reino, no lo olvidemos— queremos que se reconozcan”, destaca Francisco Luis Sola-Isidro.

Y es en este punto en el que se recurre a la historia para lograr ese protagonismo del que huyen ciudades como Girona, donde su Ayuntamiento aprobó hace poco más de una semana una moción en la ERC-MES y la CUP para que se sustituya el nombre de la Fundación Princesa de Girona por el de un ministro republicano Carles Rahola, lo asuma la provincia con “la restauración del título de Príncipe de Jaén”, que ostentó únicamente Enrique IV desde el 10 de octubre de 1444, día de su nombramiento, hasta que subió al trono por el fallecimiento de su padre, Juan II de Castilla, en 1452. A partir de ese momento, nadie de la nobleza ostentó más ese honor y su recorrido por la historia se ha convertido en una eterna discusión entre especialistas.

Hay expertos que niegan la existencia de un título que reconozca al Príncipe de Jaén y sostienen que tan solo fue un nombramiento, mientras que otros defienden no solo su vigencia, sino que, además, reclaman su restauración. Lo cierto es que en este asunto, como en otros muchos, nadie se pone de acuerdo, ni siquiera expertos medievalistas de la Universidad de Jaén consultados por este periódico. Incluso, Francisco Luis Sola-Isidro admite que la solicitud de la cofradía no puede afirmar a ciencia cierta que el título exista como tal, pero se amparan en los escritos de historiadores refutados para reforzar su posición. En este sentido, recuerda que el genealogista y regidor de la ciudad de Jaén, Ferrán Mexia en su obra “Nobiliario Vero”, editada en Sevilla en 1492, se hizo eco de noticias del denominado Principado de Jaén —unido a de Asturias—, que era el conjunto de señoríos andaluces que el Rey Juan II de Castilla había entregado a su heredero Enrique, lo que legitima su argumentario. Es más, añade que Argote de Molina también escribió sobre ello en 1588, en un libro en el que recoge un texto del consejero y valido de heredero, Juan Pacheco, en el que el rey Juan II ordena que, además del Principado de Asturias, se le diese a su heredero el Reino de Jaén, lo que sucedería en 1444, año en que le hizo donación de las ciudades, villas y lugares con el “título de Principado”, con el fin de restablecer el orden provocado por una revuelta nobiliaria. Este fue heredado por su hijo Enrique, quien recibió las dignidades de príncipe de Asturias y de Jaén. Con su subida al trono como Enrique IV de Castilla, “el Impotente”, la situación en el reino se estabilizó y el principado se derogó.

Por lo tanto, ¿podría recuperarse ese título para la pequeña Leonor? Eso depende distintas variables, puesto que, aún siendo cierto, el alegato de la Cofradía de Ballesteros de la Vera y todo lo que se ha escrito y hablado sobre ello —en forma de leyenda en más de una ocasión—, según el artículo 57 de la Constitución, el heredero de la Corona, desde su nacimiento, o desde que se produzca el hecho que origine su llamamiento, ostentará las dignidades de Príncipe de Asturias, como heredero de la Monarquía de Castilla; de Gerona, por la Corona catalano-aragonesa, y de Viana, por la navarra. También ostenta los títulos de Duque de Montblanc, Conde de Cervera y Señor de Balaguer. No aparece, en este caso, el de Jaén, lo que refuerza la tesis de quienes no comulgan con la idea de que Jaén fuera Principado y mucho menos de que contará con el título de Príncipe.

Sea como fuere, la Cofradía de Ballesteros de la Vera Cruz de Vilches no ceja en su empeño de reivindicar para Jaén “lo que otros no quieren”. Así, además tienen previsto remitir una carta a la Casa Real con las firmas y la petición para que doña Leonor de Borbón sea la futura Princesa de Jaén. “Sería una demostración de cariño y afecto a la monarquía española por parte de todos los jiennenses y una imagen de prestigio para nuestra provincia, máxime si se puede vincular con algún premio que lleve el nombre de nuestra provincia por el mundo”, sostiene Francisco Luis-Sola Isidro.

El turbulento y convulso reinado de Enrique IV
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Enrique IV, nombrado Príncipe de Jaén durante su etapa como heredero, no tuvo lo que se dice un reinado plácido, debido a la turbulenta y complicada política del Reino de Castilla. Su prolongada regencia —desde el año 1454 al 1474— estuvo marcada por su falta de cualidades como monarca y por la gran oposición que encontró dentro de las filas de la nobleza más poderosa de su reino, lo que provocó un período abierto de guerras civiles, que contrastan claramente con el orden establecido por sus sucesores, los Reyes Católicos, circunstancia que ha contribuido poderosamente en lo mucho que ha sido desprestigiada su figura por la historiografía posterior.

Lucas de Iranzo, de paje a asesor
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Miguel Lucas de Iranzo fue Condestable del Reino de Castilla bajo las órdenes del rey Enrique IV. De origen humilde, su educación transcurrió en el seno de una modesta familia hasta que entró al servicio de Juan Pacheco, marqués de Villena. A través de él lograría entrar en la corte castellana de Juan II, sirviendo como paje de su hijo Enrique, y logrando ascender así en su carrera gracias al vínculo afectivo con el futuro monarca. Llegó finalmente a desempeñar puestos de responsabilidad, como Halconero Mayor del Reino, Chanciller Mayor de Castilla y alcaide de Alcalá la Real, Andújar y Jaén, y, en 1455, miembro del Consejo Real.