Una villacarrillense en UK

Esta maestra de Inglés no se arrepiente de haber dado el salto a las Islas Británicas. En su nueva ciudad, Brighton, encontró el amor de Ulas, en una fábrica de jabones, y tiene por delante una gran cantidad de planes

25 feb 2018 / 11:15 H.

Se llama Ana María Pérez Fernández, tiene 32 años y es natural de Villacarrillo. “Soy maestra de Inglés y ese es el principal motivo por el que decidí venir a Brighton, una ciudad costera del sur de Inglaterra”, deja claro esta jiennense por el mundo. Explica que, después de varios años como opositora, y dando clases de refuerzo en el idioma de Shakespeare, además de Francés, Matemáticas y otras asignaturas, se dio cuenta que necesitaba un nivel más alto para equipararse a las nuevas generaciones. “Venían pisando cada vez más fuerte”, afirma convencida.

“Antes de coger el avión tenía muchas expectativas e ilusiones que se desvanecían, poco a poco, con el paso de los días, a causa de lo duro que es comenzar una nueva vida en otro país”, recuerda. Y es que, como apunta: “No es solo por el idioma, sino por la gente, la comida e, incluso, el clima. Para mí, era la primera vez que vivía fuera de España y mi mente fabricaba un sinfín de inquietudes”, reflexiona.

“Ya han pasado 2 años y 3 meses y no me puedo alegrar más del paso que dí aquel noviembre de 2015. Brighton es una ciudad multicultural y muy abierta, no tenemos muchos días de sol, pero lo agradecemos cuando no llueve. Uno de los fines de semana más locos y divertidos es el del Gay Pride, el día del orgullo gay. Toda la ciudad está adornada con banderas y colores del arco iris, la gente se disfraza y pasa el día en los parques y playas, comiendo y bebiendo”, relata. También aclara que hay festivales de música casi cada mes y las discotecas abren diferentes días de la semana, para que siempre haya un lugar a donde ir de fiesta y no existan excusas para quedarse en casa. “Te acostumbras rápido a esta ciudad, gracias a la multitud de españoles que viven aquí. Pero, sobre todo, gracias a mi pareja, que me ha hecho vivir todo este tiempo como si cada día fuese el último. Se llama Ulas, es turco y bilingüe desde los 8 años”, aclara. “Nos conocimos en el trabajo, en una compañía de dispensadores de jabón. Por aquel entonces, los dos estábamos empleados en la línea de producción, lo que me facilitó mejorar mi inglés y hacer que quisiera ir al trabajo más feliz. Actualmente, sigo en la misma fábrica, pero al frente de la parte electrónica, que es más emocionante y entretenido”, precisa.

“Desconozco por cuánto tiempo estaré aquí, si volveré a España o me marcharé a otro país, pero si algo he aprendido de esta experiencia es a disfrutar del momento, sin planear el futuro, ni siquiera a corto plazo. Trabajo, gano dinero y procuro viajar cuando tengo tiempo a España, Turquía, Grecia u Holanda, por ejemplo. La única y verdadera razón por la que volvería a ese pueblo rodeado de olivos que es el mío sería mi familia, que es lo que siempre se echa de menos, sobre todo en los cumpleaños y navidades”, argumenta. Y es que, como confiesa: “Me da mucha pena, porque tengo dos sobrinos, de 1 y 5 años, y solo puedo conformarme con las benditas videollamadas de whatsapp, para sentirlos más cerca”.

Otra cosa muy importante para ella y que extraña es la espeleología, un deporte que practica desde niña. “Tal es mi obsesión que, al poco de llegar aquí, me puse en contacto con aficionados locales para quitarme el mono o ponérmelo, según se interprete. Hablando con ellos sobre las actividades que mi equipo, el del Grupo de Espeleología de Villacarrillo realizaba, me pidieron formar parte de unas jornadas en Yorkshire, con una pequeña conferencia sobre la provincia de Jaén”, recuerda. Como reconoce, siempre intentar estar al corriente de lo que ocurre a su alrededor en este campo y, además, es fácil obtener el equipo necesario para practicar.

Orgullosa de su gente

“Sigo a través de las redes sociales y, sobre todo por mi familia, las actividades que el grupo de espeleología realiza y sus muchos triunfos y reconocimientos. Recuerdo con mucha nostalgia cuando podía celebrarlo con ellos y disfrutar de competiciones, conferencias, comidas y cenas y compartir el tiempo con los niños de la escuela”, reconoce. “La última alegría ha sido la concesión de la Bandera de Andalucía 2018 al Grupo de Espeleología de Villacarrillo, un grandísimo orgullo, no solo como parte de este equipo sino porque es como si se lo dieran a mi familia: mi hermano Toni, como presidente del GEV, mi hermano Jesús y mi cuñada Fátima, como entrenadores de la escuela de espeleología, y mi padre, miembro fundador y presidente en casi toda la historia del club, mucho esfuerzo y trabajo detrás que tiene su recompensa”, se felicita la villacarrillense.

cuevas sin secretos

Esta amante de la espeleología aclara que, en la distancia, ayuda al Grupo de Espeleología de Villacarrilo con la traducción de trabajos científicos, publicaciones que aparecen en revistas nacionales e internacionales. “Lo hacía antes de instalarme en Brighton, pero también recogía fauna cavernícola para su estudio, entrenaba para competiciones y ayudaba en las exploraciones cuando el tiempo me lo permitía claro. Es un deporte y una ciencia que siempre me ha apasionado y que intento dar a conocer más de cerca a mis amigos, y también en el trabajo”, apunta. “No me creían capaz de hacer espeleología hasta que no les enseñé fotos y vídeos de mis exploraciones y competiciones de técnicas de progresión vertical”, comenta, orgullosa de ser parte de un grupo que, desde Villacarrillo, es todo un referente dentro y fuera de España.

Aficionada a los viajes, a pesar de que dice que le tiene mucho miedo a volar
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“Mi primer viaje, una vez que ya estaba asentada en el Reino Unido, fue a Estambul. Era como salir de España por primera vez, iba con el mismo miedo de coger un avión que tengo hoy en día. Pero, me alegro tanto de poder conocer un país tan espectacular y maravilloso, que voy cada año con más ilusión a visitar diferentes ciudades, incluso no descarto poder vivir allí”, reflexiona Ana María Pérez Fernández, que piensa: “Se nos antoja un mundo cuando desconocemos otras culturas y tradiciones diferentes a las nuestras, tenemos muchos prejuicios en nuestra mente, que no nos dejan avanzar. No quiero dejar de viajar nunca”. Y es cierto, este año, como avanza, le espera Portugal, Alemania y Ucrania y, recientemente, llegó de Amsterdam, una ciudad, dice, fantástica y con mucho encanto. “No me importa que sea invierno o verano, que haga mucho frío o calor, no hay excusas para hacer la maleta cualquier día y poner la brújula a punto para otra aventura”, argumenta la villacarrillense, que aprovecha las buenas conexiones que ofrece el Reino Unido.

un compañero que le hace la vida mucho más fácil e intensa
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Ana María posa con Ulas, su pareja, con el que comparte mucho más que el lugar de trabajo. Junto a él aprovecha todas las posibilidades que le brinda el Reino Unido.

fotografía para recordar una increíble excursión
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Ana está en el castillo de Arundel, en Sussex Occidental, Inglaterra. Se trata de una fortaleza medieval, de estilo gótico, que fue restaurada y constituye un gran atractivo turístico.

una antigua residencia real construida a orillas del mar
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Ana posa en el Royal Pavilion. Es una antigua residencia real que se encuentra en Brighton. Fue construida, en el siglo XIX, como un retiro a orillas del mar para Jorge IV de Inglaterra, entonces aún príncipe regente

una imagen que le acerca a sus seres queridos
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La villacarrillense Ana María Pérez Fernández comparte esta imagen con sus seres queridos, una familia que nunca olvida, aunque haya más de dos mil kilómetros de por medio entre ellos.