“Yeyu” y la Ciudad Dorada

Se llama Jesús Jiménez Carrasco y es psicólogo y máster en Dirección y Gestión de Recursos Humanos, área de trabajo que le apasiona y en la que se siente como pez en el agua en Praga, a dos mil kilómetros de “su” Peñamefécit

17 feb 2019 / 12:37 H.

Un refrán muy pero que muy manido y, sin embargo, sabio como él solo, afirma que no es oro todo lo que reluce”. ¿Y quién ha dicho que brillar es cosa solamente de metales preciosos? Ni mucho menos. Ahí está Praga, que a sus dos mil kilómetros —o así— de distancia con Jaén, gasta en sus monumentos una piedra tan singular que, al tacto del sol, deslumbra hasta el punto de que la llaman la Ciudad Dorada; algo así como lo que le ocurre a la Catedral jiennense, que en palabras de un viejo cronista “amarillece” cuando la acarician los rayos del Astro Rey. Solo quienes han pisado la Plaza de Santa María y la que alberga la catedral checa de San Vito pueden afirmar o desmentir esta curiosa semejanza, y como un jiennense de Peñamefécit llamado Jesús Jiménez —se siente “más cómodo” como Yeyu— vive y trabaja allí, es cuestión de preguntarle. Todo se andará. Por lo pronto, su historia personal en la patria de Kafka merece toda la atención. A ella llegó con su título de psicólogo y un máster en Dirección y Gestión de Recursos Humanos, quizá llevado por la presencia de su hermano Fernando o huyendo de una atosigante ansiedad que convirtió su último año en España en una costumbre de consultas y medicación.

La cuestión es que, una vez allí, la incertidumbre laboral que produce hallarse en una ciudad extraña y sin previsiones de trabajo se esfumó pronto: lo que tardó en formar parte de la plantilla de la multinacional farmacéutica Johnson&Johnson: “Navegando por internet y Facebook, vi que una chica ofertaba puestos de trabajo en la compañía; Ana Brito, amiga y compañera de trabajo, me refirió internamente; en un primer momento no encajaba en ningún lado —en unas posiciones por demasiado sénior y en otras, por lo contrario—, pero encontraron una posición intermedia y, en un par de días, ya tenía una entrevista telefónica”, recuerda, y añade: “Me citaron para una cita personal y allí me planté, un gigante farmacéutica como es Johnson&Johnson y un servidor, el pequeño de la Mamen, el nieto de la Mercedes”. Llegar y besar el santo, que se dice.

“El 1 de junio empecé como ‘recruitment&onboarding admin especialist para España, Portugal e Italia; mi trabajo consiste en que, una vez seleccionado/a el/la candidato/a idóneo/a para un puesto de trabajo, me encargo de extenderles contratos, cláusulas, comprobar referencias, comunicar a SEPE... En definitiva, toda la parte burocrática para cuando se incorporen a su nuevo puesto de trabajo”, aclara. Una tarea que, aunque vista desde fuera pueda parecer tediosa, le brinda momentos inolvidables: “Me siento realizado en mi trabajo, no solo saco a compatriotas del paro, sino que les brindo también una nueva oportunidad, un cambio de aires..., justo lo que yo necesitaba en su día, cuando estuve en horas bajas; es muy reconfortante recibir correos por parte de los/as candidatos/as agradeciéndote la oportunidad laboral, muchos/as de ellos/as son jóvenes como yo, les entiendo perfectamente”, reconoce.

En ese ambiente, satisfecho con lo que hace —no es poco premio para tan lejana aventura—, Jiménez pasa los días en un edificio con “cerca de dos mil personas y donde se hablan quince idiomas distintos”; así se siente como se siente, entre “amarillos”, definición acuñada por el escritor y guionista Albert Espinosa para definir a esos “grandes desconocidos que, de repente, se vuelven grandes amigos/as”, necesarios para “sentirse apoyado y querido tan lejos de casa”. Un hogar donde su gente espera que, un día, Yeyu cambie la visión que tiene de la ciudad y regrese: “Jaén está muy bien si eres funcionario/a, tienes olivas o eres camarero/a; visitar a la familia y ver que la ciudad no avanza y que tendría que coger de nuevo la maleta e irme es de lo que peor llevo”, concluye.

el reto del idioma

“Praga es una ciudad maravillosa que invita a pasear por sus calles veinticuatro horas siete días a la semana. Funciona todo de lunes a lunes. El cambio cultural es muy grande en comparación con España, marcan más las distancias y cuesta más ser aceptado, ¡pero aquí hemos venido a jugar!”, expresa Yeyu Jiménez. En esa línea de integración, el protagonista de este reportaje lo tiene claro: “Para conocer un país, primero debes conocer su idioma; quizá sea el reto más importante que tengo por delante, puesto que no todo el mundo habla inglés. Por eso trato de aprenderme aunque sea lo básico para hacerles ver que, aparte de pagar mis impuestos en este país, también hago por integrarme”, dice. Eso sí, “el checo no es como el inglés”, asegura. Pero el jiennense es un alma positiva y no piensa en tirar la toalla: “De momento tributo aquí y pondré de mi parte para ser un buen vecino”.

lo bueno y lo malo

No se lo piensa si se trata de ponderar lo que Praga le aporta: “Me ha dado una grandísima oportunidad para crecer personal y profesionalmente en los recursos humanos, calidad de vida y buenas condiciones laborales, algo que en España no he tenido ni creo que tendré en muchos años, España necesita un cambio de mentalidad brutal”. Dice que, en territorio checo, los salarios no son demasiado altos, pero también que a las cinco de la tarde del viernes se va y hasta el lunes..., si te he visto no me acuerdo. Una cosa no quita la otra: “Quien me conoce bien sabe que llevo Jaén por bandera, lo quiero y lo odio a partes iguales”, suscribe, mientras recuerda lo que no tiene: “Echo de menos a mi familia, amigos y a mi perro, la gastronomía, el clima, la forma de ser de la gente... y ver a la Agrupación Musical La Estrella afinar en la calle Ancha”.

un grupo en las redes sociales para contactar con quienes viajen al país checo
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“Más que elegir Praga, de alguna forma esta ciudad me eligió a mí”, confiesa Jesús Jiménez, que no encuentra las suficientes palabras de gratitud para hacerle justicia a Julio Alberto León, un colega de profesión en cuya consulta pasó Yeyu un montón de sesiones que, asegura, resultaron todo un éxito. Otro amigo, Fernando, fue quiene le mostró los encantos de Praga nada más llegar, además de darle techo. Así que, conocedor de lo duro que es instalarse en un sitio extraño, donde todo es ajeno, creó el grupo de Facebook Jiennenses en Praga, con una clara intención: “Dar soporte a todo aquel que se anime a contactar con nosotros/as para tener una mano amiga en un país como este; ahora mismo somos poquitos, pero estamos seguros de que algún jiennense se nos escapa”, manifiesta. Jiménez recuerda sus primeros días allí como una etapa compleja, con una cultura, un idioma y unas costumbres completamente distintas a las españolas: “Lo cierto es que el conocer a gente de todos lados, sobre todo de España, te hace la vida mucho más llevadera”, concluye.

compatriotas
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La llegada de españoles a la ciudad checa en la que reside supone un soplo de aire fresco en la rutina de Jesús Jiménez Carrasco, que en esta fotografía posa con Irene Moreno en el famoso puente de Carlos. “Vino de visita a Praga y ahora está trabajando temporalmente en Pilsen”, afirma el psicólogo jiennense.

de ruta urbana
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Además de la Ciudad Dorada o la de las Cien Torres, Praga también es conocida mundialmente como la Nueva París. Por eso no es extraño encontrarse en sus calles, un día cualquiera —o, mejor, de noche—, a estos “tres mosqueteros”: Pablo Venteo, que es guía turístico y de Jaén; Fernando Romero, y el mismísimo Yeyu.

guía turístico
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Nada más aterrizar en Praga, su buen amigo Fernando Romero –que aparece en este reportaje casi tantas veces como el protagonista— tiró de Jesús Jiménez para que le sirviera de cicerone, y el jiennense, que no lo dudó, lo llevó a conocer alguno de los monumentos de la ciudad, como la Catedral de San Vito, ante la que posan.

concienciado
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Está muy sensibilizado con los enfermos de cáncer, por experiencias muy cercanas. En la imagen, parte del equipo que forma su área de trabajo durante “Movember” (jornadas de concienciación sobre el cáncer de prostata y salud masculina llevadas a cabo en el edificio). “Por un día nos convertimos en superhéroes!”, exclama.