Flamenco por soleá

    24 abr 2024 / 08:58 H.
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    Decía el argentino Climent que había más de cincuenta estilos o palos flamencos. Por supuesto que este autor hermano, aunque nos separe el gran charco, como es el Atlántico, diré que solamente en fandangos hay la tira que sobrepasa al número más arriba expuesto. En el flamenco la seguirilla puede ser la reina y la soleá, la princesa y se llevan la palma de todo el amplio abanico cantaor. De estos dos palos mencionados podemos agregar, entre otros, los tientos tangos que también cantaran Pastora Pavón, la “Niña de los Peines” o “Porrinas de Badajoz”. La soleá se puede escribir, y lo sé por experiencia, en tres versos octosílabos o en cuatro, como pueden ser estas dos soleares que hace tiempo escribí: “Tengo celos del aire, porque te toca el vestío sin permiso de naide. Si fueras mi confesor, contigo me confesaba para decirte cosillas cuando te miro a la cara”. La Soleá es bella y, cuando la oigo en mis numerosas cintas se me pone la carne de gallina. Por supuesto que siendo la seguirilla y la soleá reina y princesa, no quiero decir que los demás estilos me desagraden, porque en realidad me sulibeyan, es decir, me encantan.

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