A mi perra

18 abr 2017 / 11:28 H.

Yo tenía una perra con la que conocí qué es comprender sin palabras, confiar incondicionalmente y hacer algo sin que nadie espere nada a cambio. Con mi perra conocí el entendimiento que puede conseguirse con una mirada, excuso decir todo lo que ella podía entender con un solo gesto. Sin duda, mucho más de lo que yo nunca pude comprender de ella. El reproche no existía en su lengua, ni el trueque barato, ni el chantaje emocional. Con ella aprendí a sobrellevar el dolor con auténtica resignación, a fuerza de verla a ella sobreponerse y no desfallecer. De sentirla viva en el más profundo sentido de la palabra, aún en su último aliento. Con mi perra aprendí algunas lecciones de vida que no me ha enseñado ningún ser humano. Quizá no sea tan duro todo esto, puede que solo hayamos de aceptar que no somos los reyes de la Creación y que hemos de ser humildes, escasa virtud, para aprender de todo lo que nos rodea, incluidos los animales que nos acompañan y nos cuidan. Porque es posible que mi perra cuidara más de mí que yo de ella.