A ver, de deberes para mañana, quitadle la televisión a vuestro padres

13 abr 2020 / 09:04 H.
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Mañana, día 14 de abril, Microsoft, gigante tecnológico estadounidense, hará llegar su servicio de alquiler de videojuegos, el “Game Pass”, a Japón. ¿Qué a quién le importa? A los japoneses. ¿Y el aniversario de la República? A los españoles. Ya estamos centrados, ¿no? Bien, sigamos. Felipe González. Alto, aún no podemos seguir. ¿Quién es este señor y qué ha hecho? Resumen rápido, que si no, los repetidores, se me aburren: un señor que tomó el liderazgo del PSOE, y, entre otras muchas cosas, buenísimas todas ellas, con el cargo de presidente del Gobierno: engañó a los españoles para entrar en la OTAN, utilizó terrorismo de Estado con los GAL y tuvo casos de corrupción como los ‘Roldán’, o ‘Filesa’. ¿Que qué es el PSOE? Sí, también lo explico. Pues, cuando se creó, una cosa y, ahora, otra. Digamos que, durante la II República española, y el posterior exilio, dentro del partido se aglutinaban dos tendencias, una de centro izquierda, y otra de centro derecha. Pues como los buenos fascistas, en 1939, en Madrid, los segundos, dan otro golpe de Estado para apartar al presidente Juan Negrín y, desde ese momento, el enemigo, Indalecio Prieto Tuero, como los buenos fascistas, empieza su campaña de desprestigio sobre Negrín para hacerse con el poder. Desde entonces, el PSOE, perdió la O y la E, y con ellas, a los obreros y a los socialistas. Sigo. Resulta que ya ha pasado un tiempo prudencial y la generación que votó a Felipe González empieza a darse cuenta del engaño en el que cayeron y que todo lo que pensaban que era ser progresista resultó no serlo tanto. Hombre, comparados con la dictadura, eran todos unos revolucionarios del más alto nivel, pero echando la vista atrás... En fin, que la derecha española, que actúa más impunemente, y sin mucha cabeza, todo sea dicho, ha citado a dos expresidentes del gobierno (Aznar y González) junto a la, “sólo ahora y por tiempo limitado”, amiga de la muerte Rosa María Díez, como nombres para encabezar un Gobierno. Todos sabemos que ser amigo de la muerte, además de imbecilidad, demuestra fanatismo, a ver si hay suerte, y algún día quedan para tomar algo, y quién sabe si entre café y galletas consiguen intimar. Aquí yo tengo dos opciones: o hacer sangre con la generación anterior por el engaño que han sufrido estas décadas respecto a lo que es la izquierda; o tenderle una mano para que todo ese despecho, sirva para avanzar como país de una vez por todas: deshaciendo todo lo inestable para construir sobre firme. La primera es extremadamente tentadora, pero los “te lo dije” no suelen ser ladrillos para buenos cimientos. Ni corona, ni virus, ni González, ni PSOE. República e izquierda.

Y digo yo, ya que volvieron los ídolos ochenteros, meneemos el esqueleto al ritmo de Michael Jackson, volvamos a los ‘chachipirulis’ flequillos y tupés de secador, pantalones de campana, Maradona, sida, Chernóbyl, Muro de Berlín, la Guerra de las Galaxias... ¡y hasta luego Mari Carmen! La nostalgia, qué peligrosa puede ser... Sí, he dicho sida, ¿por? ¿Qué ahora estamos viviendo una pandemia parecida? Ni de lejos. Perdonadme de nuevo los mayores, los jóvenes necesitan algo de contexto. Sí, es, principalmente por lo que, a pesar de la represión sexual católica, en los institutos se promueve el uso de preservativos. Fin. Te mueres y todas esas cosas malas si lo contraes, pero necesitas llegar a un nivel muy íntimo con una persona, además de cometer ciertas negligencias. Ésta, se transmite por el aire, y en España, que somos muy de abracitos y besos, el virus se ha lo ha pasado mejor que un cochino en una charca. Si el sida, que palidece en cifras comparado con el covid-19, tuvo una gran repercusión social y mediática, ahora sí, los mayores, paraos a pensar lo que nos provocará esta pandemia. Animaos a compartir con vuestros hijos y sobrinos un pedacito de cómo lo pasasteis. ¿Lo tratamos ya con la seriedad que merece? Cualquiera diría que he venido a clase con las manos en los bolsillos después de trasnochar para ver la nueva temporada de la serie de turno, ¿eh? Dadme una última oportunidad. Tenemos una izquierda disfrazada de derecha desde la década de los 30, y al sida, la última pandemia a nivel global. ¿Todavía no? Os veo espesillos; voy a contaros una cosa graciosa que leí para relajar un poco el ambiente. Resulta que en Nueva Zelanda, el ministro de Salud, un tal David Clark, ha dimitido de su cargo cuando lo pillaron, junto a su familia, rompiendo la cuarentena para ir a la playa. Qué tonto, ¿eh? No sé, si al menos se hubiera visto su nombre y apellidos en los libros de cuentas de una mafia o hubiese sido fotografiado en una lancha con un reconocido narcotraficante, pues todavía, pero así, por darse un paseíllo sin maldad. ¿Que si aquí también dimitieron ese desconocido Mariano Rajoy Brey y Alberto Núñez Feijóo? Una vez, cuando aún tenía pelo, soñé que sí, por si te vale como respuesta. Venga, me escucháis terminar, y hoy, salimos cinco minutos antes.

La derecha, ahí estábamos. En España, en los años 30, en los 80 ¿y hoy? Veréis, tengo un primo pequeño al que le encanta ponerse en Youtube a un tal Folagor03 para verlo hacer gracietas sobre Pokemon; a veces, he escuchado por ahí, que un tal ElrubiusOMG, es otro tipo que se dedica a hacer felices a decenas de miles de chavales, con cualquier pretexto: peinarse o estornudar son perfectamente válidos; pero se cuenta, aunque a mí me suena a leyenda urbana, que una tal Ana Rosa Quintana, cada mañana, durante cuatro horas, hace un directo para sus adultos seguidores en el que se pone muy seria para decir mentiras y estupideces con amigos a los que ha invitado a desayunar. ¿Qué por qué no me lo creo? ¡Recórcholis! Porque ver a alguien jugando al Minecraft tiene su aquel, pero escuchar a una calenturas decir tontunas quitándose las gafas para resaltar la seriedad, es mucha tela. ¿Cómo que tiene un programa de televisión? ¿En serio? Papá, los youtubers son más viejos que vosotros.

A día de hoy, uno existe en función del tráfico que es capaz de generar en redes sociales, así que cuanto mayor sea el ruido, más poder. La derecha, los malos, son incapaces de hacer contenido, tan sólo ruido. Yo no soy su público, pero tiene que ser cansado leer un libro escrito solo con onomatopeyas y signos de exclamación para resaltar la seriedad. A lo mejor, como curiosidad, tiene gracia una vez, pero diariamente... Al menos, su estrategia es simple: decir una burrada más grande que la de ayer, y que así siga girando la rueda. Los que nos damos cuenta de esto, normalmente somos los que no les hacemos ni caso, pero nos los tragamos igual. Ante el bombardeo mediático, la solución, descubrirlos, desarmarlos. Cada bulo, desmentido. Cada irresponsabilidad, reprochada. No permitamos que llenen de miedo y dudas las mentes. Ale, se acabó, podéis recoger. ¡Y salid sin hacer ruido, que los demás aún no han terminado! Por cierto, de deberes para mañana, quitadles la televisión a vuestros padres.

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