Acto II. El exiliado

30 nov 2017 / 08:51 H.

La Hoja de Ruta aún no se ha roto, aunque ahora jueguen a las desavenencias, que las hay, estarán siempre unidos por y para alcanzar la independencia de esta “España opresora”. Ni siquiera son lobos con piel de cordero por más que el “creyente y líder espiritual” monseñor Junqueras se empeñe en practicar la bonhomía a toda ultranza desde su mazmorra “mitad cárcel, mitad celda”.

Al Acto no le falta de nada. Un expresidente huido a Bruselas (corazón de la Europa Comunitaria, y, mire usted por donde, refugio de mártires de causas dudosas); un exvicepresidente encarcelado por la causa, que no por la ideología independentista, que no es causa de encarcelamiento, sino por aprobar leyes en contra de la Constitución Española; el grupo de los “exconsejeros” que impulsaron la aprobación de las ilegales leyes; dos presidentes de asociaciones para la independencia de Cataluña, que convocaron e incitaron a los ciudadanos a desobedecer las leyes y entorpecer la acción de la justicia y alentaron y cercaron a los agentes judiciales para impedir el registro de la Consejería de Hacienda; el jefe de los Mozos por posibilitar a la inacción de sus subordinados para que se llevase a cabo una votación ilegal. En fin: un nutrido grupo de presuntos responsables de la crisis política y económica más grave de los últimos tiempos en el territorio español.

Un poco revueltos andan. Unos acatan el 155 como estrategia para salir de prisión, otros no, aunque reclaman poder hacer la campaña electoral en libertad. En lo que sí parecen estar todos de acuerdo es en que la DUI no fue en realidad una declaración en toda regla, sino una declaración en diferido que realmente lo que quería era proyectar a toda Europa la situación de Cataluña dentro de España.

Puigdemont finalmente ha conseguido internacionalizar el “procés”, pero lo que ha extendido es la perplejidad, el desprestigio y el ridículo del independentismo, antes respetado. Ha realizado una fuga esperpéntica y ha convertido su causa en un incordio para Europa y una honda preocupación para los españoles.

Se avecina una campaña singular con las listas independentistas repletas de líderes “mitad monjes, mitad soldados”, que entregados al fervor de la causa intentarán una vez más insuflar en su electorado el arrojo para las grandes causas evitando así afrontar la grandes mentiras con las que consiguieron embaucar a su electorado. A saber:

—Las empresas pelearían por instalarse masivamente en Cataluña (según el maestre de la Causa).

—La Unión Europea acogería con los brazos abiertos al nuevo estado.

—Todo sería prosperidad y alegría ciudadana. Nacería el mejor modelo de Estado habido y por haber. A bailar la sardana y a hacer butifarradas a modo de rifa, para nutrir la caja de resistencia. Paz y amor. Esto no tiene trazas de acabar, lo más seguro es que continúen con las mentiras y las ensoñaciones, poniendo en peligro a la economía y la convivencia de sociedad catalana, salvo que los ciudadanos con su voto, decidan poner orden y tejan de nuevo la convivencia y el respeto entre ellos mismos.

La salida hacia la meta ya se ha producido, estamos ya en “campaña total”. Ahora esperar que las fuerzas políticas que concurren a las elecciones no tiren demasiado de la manta, que la manta se rompe. Que nacionalistas, no nacionalistas, independentistas, no independentistas, los que ni esto ni lo otro, los antisistema y los del mismísimo sistema, echen cabeza y corazón.