Adicciones

18 ene 2019 / 09:03 H.

No tener debilidades es una suerte. Tenerlas, luchar contra ellas y vencerlas es una heroicidad, una bendición. Cuando lo rutinario, la costumbre, el hábito se hacen fuertes suelen degenerar en una adicción que siempre resulta peligrosa. Creo que todos los mortales sentimos alguna debilidad por alguien o por algo, un sentimiento que a veces nos desborda, se apodera de nuestra voluntad y se convierte en un devorador enemigo que anula nuestra mente. Cualquier cosa puede convertirse en una adicción difícil de combatir y algunas de ellas son tan agresivas que resultan mortales. Existen millones de personas adictas, unas al alcohol, otras al dinero, al tabaco, al juego, a la televisión, al sexo, a la violencia, al robo, al móvil y a cientos de tentaciones más. Todas son nocivas, pero quizás ninguna tan destructora como las drogas. La persona que cae en manos de la droga es capaz de cometer cualquier desliz, cualquier delito para continuar su adicción.

La droga es la plaga más destructora de nuestros tiempos, la que con más fuerza atenaza a sus víctimas y más daño les acarrea. Se cuentan por miles las víctimas que el consumo de la droga ha causado. El pasado martes, zapeando, me tropecé con el programa “Gran Hermano Dúo” y escuché parcialmente la tremenda confesión de Kiko Rivera sobre su pasado dominado por las drogas. El hijo de Isabel Pantoja nunca fue un personaje que mereciera mi atención. Para mí no tenía más seña de identidad que esa, la de ser hijo de Paquirri y la cantante. Tras escuchar su valiente declaración, Kiko Rivera se ha ganado mi respeto. Su lucha para salir de las tenazas aplastantes de la cocaína, el hachís y la marihuana es encomiable, ejemplar, digna de admiración. Y yo no tengo ningún reparo en aplaudir su encomiable y tenaz fuerza de voluntad.

No ha sido fácil para el popular personaje mediático salir del infierno en el que se hundió. Ha sufrido un largo tiempo de lucha interna en el que aparecieron las depresiones y la desesperación. Necesitó mucha ayuda de médicos, amigos y, sobre todo, de su esposa, Irene Rosales, que fue la que se plantó y exigió a Kiko la total renuncia a las drogas, contando con la colaboración de Isabel Pantoja. Ha sido más de un año, que se hizo interminable de lucha encarnizada, pero Kiko ha vencido. Y no tuvo ningún reparo en hacerlo público con la esperanza de que su ejemplo pueda ser útil a otras personas.