Alcaldes equilibristas

Parecen muchos alcaldes equilibristas circenses. Cada día deambulan por el alambre y vuelan en el trapecio, a un lado la reivindicación justa y lógica del municipio, al otro las pautas que marca el partido que representan. La lucha diaria entre las siglas y la verdadera esencia de un primer edil consigue que los ciudadanos reafirmen su desafección hacia la política tal como se la presentan. Cualquiera con curiosidad encontrará enmiendas presentadas en pleno cuando se era oposición que eran desestimadas, cuando se ostenta el mando toca desestimar lo mismo solo que presentado por otro. Es lógico que en la política de proximidad, la de alcaldes y concejales, esto se note claramente. Esa actuación pendular genera confusión y desinterés por la política, muchos olvidan que en el municipalismo es donde están las mimbres del buen político, aquel que antepone los intereses generales a los de las siglas, el que hace tránsito por la coherencia y asume que el programa electoral es una guía de estricto cumplimiento. A muchos duele, pero esto se asemeja a una mala sesión de circo.