Amigos para siempre

17 dic 2018 / 09:38 H.

Fue una reunión de amigos, incondicionales de carné y compañeros de trabajo cargada de simbolismo. Hacía seis meses que se vio obligado a dejar la política y, ahora que los restaurantes están entrenados para agasajar a sus clientes, los suyos pensaron en organizar un aplauso público, con bolsillo privado, para reconocer su esfuerzo, su constancia, el amor ilimitado por una tierra en la que queda todo por hacer y, de paso, aportar pilas para renovar las oxidadas por el paso del tiempo. Después de regresar a casa antes que los anuncios del turrón de Navidad, las circunstancias lo tenían fuera de juego, apartado del candelero y asomado al balcón como espectador pasivo de la cabalgata política organizada dentro y fuera del Partido Popular. José Enrique Fernández Moya pasó de estar en primera línea de juego a estar fuera del campo de entrenamiento y, después de toda una vida dedicada a ese arte de hacer posible lo imposible, quienes están con él en la alegría y en las penas, en la salud y en la enfermedad, idearon un acto de reconocimiento con sobrados motivos para afinar la pluma.

No fue una despedida ni una bienvenida. Tampoco un almuerzo navideño. Y ni siquiera un homenaje honorífico. ¿En qué consistió entonces? Las respuestas varían en función de los interlocutores. Hay quienes dicen que hay que tomar nota del 15 de diciembre como presagio de la vuelta del exsecretario de Estado de Hacienda a esto de lo público. Otros piensan que fue, simplemente, una reunión entre su gente en forma de agradecimiento. Los hay que opinan que todo estuvo orquestado para que los actores de la división interna que se eterniza en el Partido Popular, con confrontación agudizada en la Plaza de Santa María, se retrataran con mayor o menor temor a lo que pueda pasar. El caso es que entre los 135 comensales que se citaron en un conocido hotel de la ciudad hubo interesadas ausencias y relevantes presencias.

Estuvo su mentor. Cristóbal Montoro fue recibido por el mejor de los mejores, una autoridad en la capital que, por los siglos de los siglos, nadie le podrá arrebatar el título: Alfonso Sánchez Herrera. El exalcalde se dividió, esa tarde, entre la convivencia con los gestores y el encuentro con su homólogo. Él, que con la ironía que le caracteriza asegura que si hubiera sido político de verdad hoy sería ministro de Pedro Sánchez, aprecia a José Enrique Fernández de Moya y reconoce que le falta carisma y le sobra capacidad de trabajo dentro y fuera del partido del “charrán”. No hay mayor honor. José Antonio Sánchez Galiano, catedrático de Derecho Financiero y Tributario y presidente el Consejo para la Defensa del Contribuyente tampoco faltó a la cita en una mesa presidencial en la que se sentaron el senador Gabino Puche, encargado de organizar el “cotarro”, y los diputados Javier Calvente y María Torres.

En otra mesa, la de los subdelegados, estaban Francisca Molina, Francisco José López Pastor, Juan Lillo y Amelia Palacios, emocionada por las palabras que el “homenajeado” tuvo hacia su padre, Ramón Palacios. Porque el número dos de Cristóbal Montoro aprovechó para pronunciar un discurso en el que destacó, por encima de todo, la palabra “lealtad”. Un término cargado de simbolismo si se tienen en cuenta ausencias tan destacadas como la del alcalde de Jaén, Javier Márquez; el presidente y el secretario provincial del Partido Popular, Juan Diego Requena y Francisco Palacios, respectivamente, concejales a los que él eligió para estar donde están y, en resumidas cuentas, militantes en capilla ahora que se conforma un equipo totalmente nuevo en la Junta de Andalucía. Dicen que en la dirección regional están con la mosca detrás de la oreja desde que llegó a sus oídos un reconocimiento que no ven con buenos ojos. Tomen nota. Acudieron los ediles Manuel Heras, Juan José Jódar, Miguel Contreras y Juan Carlos Ruiz. Habrá que ver qué pasa con ellos en las siguientes elecciones municipales. Polémicas aparte, si por algo mereció la pena ir fue, sin lugar a dudas, por presenciar ese abrazo entre dos alcaldes amigos que serán amigos para siempre.