Aniversario de los abogados

19 dic 2018 / 11:30 H.

El próximo sábado cumplirá 170 años el Ilustre Colegio de Abogados de Jaén. Una cifra que revela el arraigo y consolidación que tan respetable entidad tiene, no solo entre los miembros que la integran, sino también entre el resto de operadores jurídicos, instituciones públicas y sociedad jiennense, de todas las épocas por las que ha discurrido su andadura, incluso en la actualidad. Comenzó su recorrido un 22 de diciembre de 1848, cuando, tras varias reuniones particulares entre los abogados jiennenses de la época, decidieron constituirlo legalmente, integrándolo veintidós miembros cofundadores. Y es que, allí donde hay sociedad, hay colaboración, pero también conflicto y quizá por eso debió entenderse muy conveniente la creación de esta corporación que se llegaría a constituir en un referente primordial para los intereses de la sociedad jaenera, al igual que aquellos otros colegios de abogados ya existentes en otras ciudades españolas. A nadie se le escapa que, en el presente, la profesión de abogado es una realidad compleja, llena de expectativas inciertas. Pero también es verdad que el abogado está llamado a organizar y defender la sociedad, apelando siempre a la justicia, a la costumbre y al respeto del derecho de los demás. Quizá en un mundo como el actual, en el que todo lo tradicional se cuestiona y subestima, debamos explicar con mayor detenimiento que los colegios de abogados son un referente principal en la controversia jurídica y en la elaboración de las leyes; que desarrollan una importante actividad de servicio público a través del Turno de Oficio, la Asistencia al Detenido y el Servicio de Orientación Jurídica; y que desarrollan su compromiso de solidaridad con los letrados compañeros más necesitados, pero también con la sociedad que la rodea, plasmada a través de ayudas sociales y con el conocido, en el caso de nuestro Colegio, Euro Solidario. Y es que, esta entidad colegial no puede, ni quiere, perder de vista la misión social del abogado, de ahí que, haciéndose eco del sentimiento de cariño con el que nuestros antepasados crearon esta Corporación, allá por el siglo XIX, no renuncia a la dosis de humanidad que debe impregnar este oficio.