Aquellos alcaldes y aquella alcaldesa

Aplauso público ahora que celebramos los 40 años de ayuntamientos democráticos para los primeros alcaldes de la democracia y la primera alcaldesa (Frailes) >> Antes de que la pelea política oscurezca el ambiente, conste claro que son unos héroes >>

10 feb 2019 / 11:49 H.

Pasa el tiempo que vuela y la democracia se ha hecho tan mayor que es cuarentiañera, abriéndose paso ahora a una serie de efemérides que la empequeñecen y la turban como emponzoñan nuestra propia connivencia y me refiero al órdago del independentismo catalán, diríamos que quizá envalentonado por el propio Gobierno de Sánchez y diríamos bien. Nadie se ofenda, que opinar no es ofender si se guarda la compostura que la propia Constitución marca y donde se habla tanto de libertad de expresión como del propio derecho de los ciudadanos a una información veraz. Son los tiempos convulsos que vivimos con manifestaciones en la calle para echar a Sánchez de La Moncloa, igual que otra contra Zapatero se salía para erradicar la ley del aborto o el matrimonio gay y luego en el Gobierno, pues resulta que no, que no fue así, ni cambiaron una sola coma. La política ‘esaboría’ y ‘descastá’, que cantaba Carlos Cano.

Aprovecho ahora este hueco en el calendario político español y jaenero, cuando aún no ha empezado el juicio a los señores políticos que se saltaron la ley y ahora se quejan de que la ley los siente en el banquillo y cuando aún no resuena el “toque a arrebato” de los partidos para conquistar las Alcaldías de los ayuntamientos patrios, para ensalzar la labor de todos ellos. Vaya por delante la excepción, que en cada legislatura, siempre sale un trápala (o dos), pero no cuentan si la Justicia, también actúa contra ellos, de forma rápida y eficaz y los quita de la circulación política. Me asombra maravillosamente y admiro aquellos alcaldes y alcaldesas que lo dan todo por su pueblo, hasta su propia vida, porque en los pueblos no hay horas ni agendas, surgen los problemas y hay que acometerlos, surgen las necesidades de cada familia y ahí está el alcalde para dar un abrazo y un pedazo de pan (y un jornal que justificar). Alcaldes que saben que nunca harán carrera política, porque para todos no hay (aparte enchufados), y ahí siguen, empeñados en cambiar su pueblo y esa es la realidad, que con su trabajo y esfuerzo y dedicación (y malos ratos) lo han conseguido. Doy fe, no de los 40 años de ayuntamientos democráticos, pero sí de haber convivido y peleado con ellos y ellas las últimas tres décadas. De chapó.