Aunque huela mal

08 dic 2018 / 11:16 H.

No me ha gustado nada el resultado de las elecciones andaluzas, estoy fatalmente sorprendido y aún ando con la mosca detrás de la oreja consumiéndome en mi rabia y mi tristeza. Con todo ese desánimo a cuestas uno empieza la semana cabizbajo, de mal humor y desconfiando hasta de su mascota. Totalmente en desacuerdo con la opción por las urnas elegida y en conciencia o no, uno mezcla ira, ceguera y decepción, el cóctel perfecto para otra úlcera en el sentido de la razón. Uno puede estar cabreado, blasfemar, pegarse cabezazos en la pared y un montón de tonterías más, porque ha sido políticamente derrotado. Muchas son las cosas que por los sesos rondan algunas veces, pero de todas ellas la más estúpida, vergonzosa y deshonesta es ir a manifestarse y joderle la alegría a aquellos que gusten o no, democráticamente han ganado. No estamos para echar cohetes y tampoco nos faltan los motivos para estar seriamente preocupados, pero no queda otra que digerir lo que han dicho las urnas, aunque huela mal, es democracia. Así que, con los rabos entre las piernas, guardemos las ganas de manifestarnos para lo que nos espera.