Bagdag

27 jun 2018 / 08:26 H.

Oum es católica. Va a misa y luego se encierra en casa. Despidió a su hijo cuando Hussein lo reclutó contra los persas. No admite que cayera en combate. Asegura que su hijo vive. Oum cree en los milagros: sobre todo en la resurrección de los muertos. Conversa con San Jorge que preside su casa, una Cafarnaun en Bagdad que todos le envidian. Hadi al-Attag reconstruye cadáveres cosiendo miembros que las bombas dispersan por la calle. No aseguro que esta pierna corresponda con aquel tronco —dice—, pero hago lo que puedo. Un alma vagabunda entra en el cuerpo que Hadi acaba de recomponer y aquel monstruo hecho de remiendos cobra vida. Es el “Frankenstein en Bagdad” de Ahmed Saadawi, Premio Internacional de Narrativa Árabe, 2014. Este Frankenstein se dedica a vengar a los asesinos de los trozos de que está compuesto. Las resultas de la crueldad hacen que todo sea inaudito. El anciano secciona en plena calle parte de un recién fallecido para cubrir la ingesta proteica que su desgastado cuerpo reclama (Hassan Blasim); sin embargo, nadie toma granadas del árbol que prosperó con el agua del lavatorio de cadáveres (Sinan Antoon).