Borrón y cuenta nueva

01 jun 2017 / 11:47 H.

El pasado sábado cerró sus puertas para siempre a los eventos futbolísticos oficiales el Estadio Vicente Calderón. Borrón y cuenta nueva. Y no digo lo de borrón porque el club que ha estado utilizando esas instalaciones haya cometido algún desliz que pueda afear su trayectoria, su historia. El Atlético de Madrid ha defendido con orgullo y éxito el gran estadio madrileño, desde que fue inaugurado el 2 de octubre de 1966, con un enfrentamiento entre el Atlético y el Valencia que finalizó con empate a un gol. El borrón se produjo en el último acto, en la final de la Copa del Rey, cuando miles de vándalos desnaturalizados silbaron el himno español y al Rey Felipe VI. Una actitud tan vergonzosa como cobarde por parte de quienes piensan que la libertad de expresión les da derecho a ofender y menoscabar la libertad y los derechos de los demás. Unos indeseables que, para calificarlos, habría que echar mano a las peores palabras de todos los idiomas. Pero, hoy, lo que quiero es hablar del estadio que desaparece y del hombre que le dio su nombre.

Vicente Calderón nació en Torrelavega. Fue un importante empresario y accedió a la presidencia del Atlético de Madrid en 1964, época en la que el club colchonero consolidó su fama deportiva y su economía. En 1980, presentó su dimisión siendo sustituido por Alfonso Cabeza. Pocos meses después, tras la mala gestión del popularmente conocido como doctor Cabeza, la afición hizo regresar a Vicente Calderón a la presidencia, cargo que mantuvo hasta su muerte, acaecida en 1987. Hubo una corta época en que el Real Jaén mantuvo una muy cordial relación con el señor Calderón. Fue en la temporada 1966-67, siendo presidente del Real Jaén Antonio Horna. El club colchonero vino a inaugurar la temporada y la iluminación de la luz del viejo Estadio de la Victoria, presentando un equipazo de lujo. Además, el Atlético de Madrid cedió a varios jóvenes jugadores que ayudaron a que esa temporada el equipo blanco ascendiera a Segunda División. Jugadores como Ignacio, Pablito, Bernal, Blanco, Cervera, Javier, Adrián y alguno más, como Villaverde y Ontiveros, que no llegaron a quedarse. Fueron tan amistosas las relaciones entre los dos clubes que, cuando Horna dimitió, se encontraron, se dijo, sin pagar facturas de jamones que el Real Jaén regaló a Calderón. Anécdotas del fútbol.