Brexit y elecciones

26 jun 2016 / 11:35 H.

Los prolegómenos son los que son: los británicos dan el portazo a la Unión Europea, los analistas del BREXIT enmudecen sobre las secuelas de esta crisis, alentada por movimientos xenófobos y racistas del viejo imperio, con la particularidad de que formalmente la mayorías de las cúpulas de los partidos políticos en el Reino Unido, propugnaba la permanencia en el proyecto Europeo. Lo que nos ilustra sobre el alcance del desapego entre los líderes políticos y la ciudadanía que dicen representar. Los más versados interpretan que es una cuestión de cultura: los británicos tienen inoculado el gen de la superioridad y ya desde la infancia se desarrolla en ellos un sentido de la autoestima que va en razón directa al desprecio o descrédito por lo otro. Tal arrogancia no es exclusiva de los británicos, se expande también en Francia, en Centroeuropa, en Alemania. Los españoles, al parecer somos otra cosa. En las antípodas de la memoria, en época de la dictadura, más de tres personas conversando eran conspiración, a no ser que gritaran “Gibraltar español”, o brazo en alto se saludara “Franco, Franco, Franco. Con posterioridad, y en gran parte gracias a la socialdemocracia, este país puede ofrecer el mayor porcentaje de europeístas de la Unión, con el permiso del señor Iglesias y Garzón. En todo caso parece que el BREXIT castigara a unos y otros, suscitándose interrogantes que por el momento no hallan respuesta: ¿en qué medida se verán afectados los 200.000 empleos de españoles que trabajan en el Reino Unido? ¿Cómo se comportaran la Sanidad española con la numerosa comunidad de jubilados británicos residentes en este país?. Existen miles de preguntas cuya respuesta, por el momento se desconocen. Me viene a la memoria, como paradigma de la altanería británica el viejo parte meteorológico, emitido desde Londres: tormentas y temporal en el Canal de la Mancha: el continente está incomunicado. Ese sentido de la superioridad y lo que, tal vez, resulte más importante, la insolidaridad hacia cientos de miles de refugiados que llaman a las puertas de la Unión Europea ha determinado, entre otros extremos, el triunfo del BREXIT, es decir, la derrota de la compasión humana. Al igual que pudiera atribuirse a la Unión Europea no haber previsto el impacto económico y social que se nos viene encima con el BREXIT, creo que, acaso, deba alertarse a la clase política de este país, en las próximas elecciones, para que vaya modulando un escenario de pactos. Y aunque si soy sincero, no lo encuentro posible (ya lo razoné en otra reflexión que titulé la cuadratura del circulo), habrá que esforzarse hasta la extenuación. Pese a todo, la preparación debe de encaminarse también hacia la posibilidad de una tercera convocatoria de elecciones. Que Dios no lo quiera.