Calendaria 2017

22 mar 2017 / 11:15 H.

Somera y desacertada —desde el punto de vista de quien esto escribe— la manera que ha tenido de abordar y materializar un objetivo común, a los hombres y mujeres de bien de nuestro país, la Unidad de Igualdad de la Universidad de Granada: “Dar respuesta a la desigualdad que vive en nuestra sociedad y a la violencia de género que ocasiona”. Más allá de cualquier signo político, en tajante y clara apelación a eso que se llama sentido común y, si me apuran, a la lingüística, no creo que sea la más idónea de las maneras “cambiar el género” de nuestros doce meses de forma tan ridícula, ni siquiera de manera anecdótica cabría, entre otras cosas porque incurrimos en un gravísimo error que puede dejar en entredicho la inteligencia del promotor o promotora de semejante dislate, y la lucha real contra la violencia de género, prima. Ya hice constar yo, en algún otro de mis artículos, que si por sistema “precisamos” de ir cambiando sin un mínimo atisbo de cimentación inteligente el género de nuestras palabras (no sé si por, quizá, falta de formación se identifica erróneamente “género” con “sexo”, no creo que deba explicarse aquí que miembro es de género masculino y femenino al mismo tiempo y si alguien dijera “miembra” se pondría en evidencia), caeríamos en la paradoja y en el “sinsentido” de identificar a una profesión determinada, como pueda ser un ministerio representado por un hombre, con “un cargo público”, y siguiendo tal proceder “improcedente” de ponerlo en femenino, se volvería contra quien promueve un movimiento en favor de la mujer y el feminismo invalidando su propio criterio y poniendo de relevancia que una ministra, por esa misma regla de tres, de no aplicar procedentemente el “no sexismo”, sería “una carga pública”... ¡Ahí sí deberíamos poner el grito en el cielo!, obviamente. Contra la violencia de la mujer (fíjense que no digo de género porque es ambiguo y huyo de la imprecisión), se debe luchar con leyes más potentes, con trabajos más dignos, que igualen sueldos, y con la inteligencia de los hombres y mujeres, compañeros y compañeras que quieren que de una vez por todas se les dé su sitio en nuestra sociedad. ¡Yo, el primero!