Cambiar el mundo, ni locura ni utopía

El “señor Jota” se adentra en El Quijote para pedir un cambio para Jaén >> “Cambiar el mundo, amigo Sancho, no es ni locura ni utopía, si no justicia”, imagénense lo que se le debe a Jaén...

28 oct 2018 / 10:57 H.

Ha llegado el frío de sopetón y la lluvia que engorda aceituna y dispara la báscula. Ha llovido este invierno, ha llovido en primavera y las tormentas de verano llenaron manantiales. Fuera por el cambio climático o porque las cabañuelas así lo determinaban, el caso es que se puede afirmar con rotundidad que la faz de Jaén, ahora mismo, es de honda satisfacción, alegría en los pueblos y gente echada para adelante en la barra de los bares. Mucho tiene que cambiar la cosa para que no haya una buena cosecha y vendamos alto de precio el aceite porque, además, fuera de España, no hay cosecha. Jaén triunfará en esto, que no es baladí, pero y si todos a una trabajásemos con el mismo sentido para cambiar Jaén, se pregunta una y otra vez el “señor Jota”. No ceja en su empeño, cansino como es él: No quiero ser importante, quiero cambiar el mundo, grita a solas en la cruz del Castillo. Ya lo decía Eduardo Galeano, el escritor uruguayo: “Mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo”. Y en Jaén, todo es pequeño, la capital, los pueblos, la estadísticas buenas, las divisiones de nuestros equipos deportivos, el orgullo patrio y la autoestima jaenera, todo, absolutamente todo, viene precedido de la asunción genética de una realidad que nos mata desde que nacemos. Asumimos nuestro sino, el devenir caprichoso y políticamente infausto de los tiempos y, zas, parálisis social, con lo bueno que sería seguir la fe y la fortaleza inquebrantable de la Nobel de la Paz paquistaní Malana Yousafsai, castigada desde niña por sus ideas: “Recordemos: Un libro, un niño, un lápiz y una maestra pueden cambiar el mundo”. Sí, cambiemos Jaén desde abajo, desde las guarderías, no porque ahora haya elecciones, que también, por supuesto que sí; cambiemos Jaén porque nos va la vida. Caerán estas palabras en saco roto, se derramarán las frases en tierra baldía, solo hay que esperar a que se nos olvide a algunos el tema, suelen pensar quienes en su mano tienen el cambio y no lo procuran, piensa el “señor Jota”. Pero no, la lluvia horada si es persistente y solo nos falta empujar un poco más entre todos, cambiar primero nosotros mismos, para luego seguir con nuestro entorno y así expandirlo más y más, una necesidad imperiosa para las generaciones del futuro. Por favor, pensemos igual que Nelson Mandela, incombustible a la causa de la dignidad y la vida, la decencia y la igualdad; nos queda lejos Sudáfrica, pero Jaén tiene derecho también a vivir bien, a tener empresas, a no emigrar, a ser feliz en definitiva, así que asumamos lo que dijo Mandela, uno a uno de nosotros: “La muerte es algo inevitable. Cuando un hombre ha hecho lo que él considera como su deber para con su pueblo y su país, puede descansar en paz. Creo que he hecho ese esfuerzo y que, por lo tanto, dormiré por toda la eternidad”. “Si cambia la vida, también podemos cambiar el mundo”, apuntaba Yoko Ono. Si nos cambian la vida, cambiemos nosotros a quien tan anodina y triste nos ha hacen, suplica el “señor Jota”.