Carta de recomendación

31 jul 2017 / 11:20 H.

Fue coser y cantar. Los pronósticos se cumplieron en el cónclave en el que los socialistas andaluces eligieron a su capitana para continuar al mando del timón del barco. Las puntadas con hilo de pescar del bueno dieron resultado y los esfuerzos por avanzar en medio de la tempestad jugaron un papel importante. El mar estuvo en calma y las olas no fueron capaces de causar demasiados revolcones. Susana Díaz Pacheco pudo nadar tranquila en aguas de sobra conocidas. La secretaria general del Partido Socialista de Andalucía recibió el aliento suficiente y más que necesario para tomar tierra con un respaldo similar al que encontró en Granada. La baronesa consiguió en Sevilla lo que no obtuvo en Madrid y, después de muchos dimes y diretes, contó con la bendición de su principal rival. Pedro Sánchez, con marcadas diferencias en su discurso, clausuró el XIII Congreso Regional y regaló su apoyo a la presidenta de la Junta de Andalucía con vistas a las próximas elecciones autonómicas.

Dicen quienes presenciaron la escena que mereció la pena esperar una hora para ver a ambos juntos en una misma función. En la antesala de la representación teatral en la que se convirtió el cierre de la cita congresual se ajustaron cuentas y, con una tensión impropia entre miembros de una misma familia, todos cerraron filas en torno a la mujer elegida para sentar las bases del presente y del futuro de un partido marcado por los vaivenes. El recuento de votos se convirtió en una improvisada reunión, en una sala contigua, presenciada por los colaboradores de los dos líderes socialistas. Allí estuvo ella. La otra mujer fuerte del socialismo, la que dio la espalda para plantar cara cuando tocó mar revuelto, la que fue tres veces presidenta, la firme defensora de la igualdad en los foros habidos y por haber... vivió en primera persona el encuentro entre dos enemigos íntimos por culpa de unas primarias en las que hubo perdedora y ganador. Micaela Navarro Garzón, la principal apuesta jiennense, continúa en el núcleo duro de una dirección regional en la que la provincia batalló cuanto pudo, y más, para mantenerse cerca de la capitana.

El máximo representante de esta fuerza política en Jaén, Francisco Reyes, llevaba a la andujareña en la carta de recomendaciones del reparto territorial. Tener de presidenta en Andalucía a una socialista nacida y criada en el mar de olivos no es asunto baladí. Consiguió su propósito y, ella, partidaria de que la noticia no esté en los partidos, sino en el trabajo que realiza su gente, recibió la buena nueva emocionada. Su padre vivió con entusiasmo aquel congreso granadino en el que su hija fue elegida presidenta y a él, que ya no está en este mundo, le brindó esta segunda oportunidad. “Hay muchos compañeros que se lo merecen, por lo que para mí es un honor, un privilegio y una suerte estar donde estoy”, repite una y otra vez. El cupo jiennense deja en el camino a Manuel Fernández y a Elena Víboras, enfrascados en otros menesteres, e incorpora a dos personas que cumplen al dedillo el perfil que reclama Susana Díaz. La municipalista y parlamentaria Ángeles Férriz, vicesecretaria general del PSOE de Jaén, se estrena en el área de Formación y Nuevos Afiliados. El capitalino Julio Millán, de la generación de los jóvenes y sobradamente preparados, se ocupará de Medio Ambiente y Sostenibilidad. Hay otro guiño más al municipalismo, con la incorporación de la alcaldesa de Úbeda, Antonia Olivares, al elenco de vocales en el que ya estaba la dirigente de Baeza, María Dolores Marín. Además, Jaén tendrá voz en el Comité Federal gracias a Ángeles Férriz y a Francisca Medina y, por último, el Comité Director de Andalucía contará con dieciséis jiennenses entre sus filas. Al departamento de Ética se incorpora Mercedes Gámez, concejal en el Ayuntamiento de Jaén. Todo está ya cosido para que el socialismo andaluz abra una nueva etapa, con borrón y cuenta nueva, para sortear los obstáculos que tendrá el camino con destino electoral.