Charlas descuidadas

29 sep 2018 / 11:54 H.

Ala legislatura se le ve el cartón. Está ya finita y las urnas con sus mágicas combinaciones tienen a las tribus andaluzas pendientes de la señal que marca el particular equinoccio electoral, el momento astronómico en que el sol político se alinea con el “interés ciudadano” para obrar el milagro democrático. La presidenta Susana Díaz barrunta la fecha, toma un puñado de tierra, lo lanza y mira al horizonte. La escena se desarrolla ante el alquimista electoral más avezado, que sin perder detalle no aparta la vista tampoco de las comparecencias en el alambre de los ministros del Gobierno de Pedro Sánchez. Además, está el molesto hedor que emana de la celda del comisario Villarejo, un síndrome de Diógenes singular con un archivo sonoro sin límites y con el que pretende negociar lo innegociable, quitarse las gafas, la gorra y la carpeta que lo oculta. Quizá nuestros políticos no tengan el cuerpo ni el tiempo para la lectura, pero si leen la inquietante “Tu rostro mañana”, de Javier Marías, sabrían del peligro de las conversaciones imprudentes, porque siempre puede haber un quintacolumnista que sacará provecho de nuestra incontinencia verbal. Eran tiempos de guerra y el Gobierno británico tenía claro que la locuacidad era un peligro en sí misma y munición para los nazis. Se lo tomaron tan en serio que hicieron una campaña entre la población para advertir de esas charlas descuidadas, “careless talk”. Los mandaban literalmente a callar y a no fiarse de nadie. Que bien le habría venido al presidente del Gobierno, visto lo oído, la lectura obligada de la novela a los integrantes de su gabinete y contratar los servicios, ya puestos, del protagonista, con la capacidad o don de interpretar a las personas y proyectar sus maneras de actuar futuras.

De vuelta al territorio literal y, en concreto, al promontorio político de Sevilla, estas semanas estaban estructuradas a loar la tan necesaria Inversión Territorial Integrada (ITI). Más de 220 millones en los que el Gobierno andaluz tasa el esfuerzo de inversión para el “despegue innovador de la provincia”, con focos en decadencia industrial que corren el riesgo de perderse para siempre. Tierra baldía. Después de tanta brega política y con los colectivos sociales en “pie de guerra” es el momento de explicar cómo y cuándo hacer realidad una inversión que en la letra pequeña nos recuerda la calamitosa situación industrial en la que nos encontramos, sin paños calientes. El galardón de la ITI es el dinero que Europa da a los Gobiernos para sacar del pozo del desempleo a territorios que se descuelgan peligrosamente. Cádiz nos precede en tan dudoso honor, como punto rojo en el mapa andaluz, y Jaén se suma ahora a una inversión que requiere de mucho consenso político y social, una “rara avis” por estas tierras.

En las pantanosas zonas electorales por las que se discurre, un descuido, un mal pie, supone mancharse de barro. Sorprende en un Ejecutivo tan bregado el error de no incluir a “El Paisaje del olivo” y “Almería pesquera” dentro de la campaña “Andalucía, paisajes con sabor”. Dos territorios, Jaén y Almería, cuyos ciudadanos se sienten en la zona periférica de la toma de decisiones, y en los que colectivos empresariales y sociales reaccionaron ante lo que entendían era un nuevo, y por otro lado, innecesario agravio. Poner en el brete a la presidenta de explicar las inversiones y programas que en materia turística se hacen en la provincia para, a la postre, rectificar e incluir a las dos provincias en un paquete que tenía vocación y lema de unidad andaluza es para recapacitar, aunque solo sea de puertas adentro. Los partidos deben entender que la ciudadanía, al margen de periodos electorales, está activa, no hiberna y tiene voz, al margen de voto, para corregir derivas y olvidos. Se trataba de eso, de no ser complacientes y articular una sociedad civil en alerta. ¿No?